Henry Kissinger es el político estadounidense con más experiencia en política exterior. Este sábado cumple sus 100 años. Es a la vez aclamado por su genio diplomático y condenado por decisiones que costaron muchas vidas. Últimamente, su posición sobre la invasión de Ucrania, donde postula un fin negociado pero rápido de la guerra, fue deplorado por Kiev y muchas de las naciones occidentales. En América latina no dejó un buen recuerdo, por cierto, por su impulso al golpe militar de septiembre de 1973 en Chile que entronizó a Augusto Pinochet.
De silueta encorvada pero todavía reconocible por sus gafas negras de montura gruesa, Kissinger permanece activo y el martes participó en un homenaje en el muy selecto Club Económico de Nueva York, donde apagó las velas sobre una torta de chocolate.
Sus apariciones públicas se volvieron más escasas con el correr de los años, pero más frecuentes en videoconferencia, como lo hizo en Davos en enero.
Conserva desde sus oficinas en Nueva York y su consultora Kissinger Associates un aura de prestigio entre la élite de Washington y del extranjero, incluso entre demócratas como la exsecretaria de Estado Hillary Clinton, que un día dijo “confiar en los consejos” de su “amigo”.
La televisión pública alemana DW destaca su origen alemán. Heinz Alfred Kissinger nació el 27 de mayo de 1923 en la localidad alemana de Fuerth, en el seno de una familia judía que emigró a Estados Unidos en 1938 escapando del régimen nazi.
El presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, le rindió un homenaje en su condición de compatriota y lo destacó por haber dominado “difíciles retos políticos y tiene muchos admiradores en todo el mundo por sus logros, así como por su notable carrera en la diplomacia internacional”. “La readmisión de Alemania en la comunidad internacional y el crecimiento conjunto de Europa, que también debemos a su labor, también hicieron posible la unidad alemana, el mayor momento de felicidad de nuestra historia”, subrayó el presidente alemán en un comunicado.
A sus 100 años, Henry Kissinger acaba de firmar una carta en la que advierte de los peligros que la inteligencia artificial representa para el mundo. Equiparando la IA al peligro de las armas nucleares, advierte a sus coetáneos más jóvenes que se trata de un "problema totalmente nuevo". Una seria advertencia de un hombre que lo ha visto todo.
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Richard Nixon y Kissinger en los jardines de la Casa Blanca. Juntos crearon una política exterior a la vez flexible e implacable.
Durante su desempeño, Kissinger, primero como asesor de política exterior y luego como secretario de Estado de los presidentes Richard Nixon y Gerald Ford, contribuyó a poner fin a la guerra de Vietnam, a crear una era de distensión con la Unión Soviética con históricos acuerdos de reducción de los arsenales nucleares (acuerdos Salt y Start) y abrir las relaciones de Estados Unidos con China cuando esta era gobernada por el comunista Mao Tsé Tung. Después de dejar el cargo, Kissinger pasó a ofrecer "consultoría geopolítica" a decenas de gobernantes y líderes de la escena internacional no revelados con su firma Kissinger Associates.
Sobre Ucrania, Kissinger creó un candente debate al hacer un llamamiento a una paz negociada. Este pedido, casi idéntico al del Papa Francisco pero formulado por un gurú mundial de las relaciones internacionales, cayó pésimo en Kiev y en muchas naciones occidentales comprometivas con la supervivencia de la nación agredida por Rusia. Mientras Kissinger argumentaba que una negociación era necesaria para evitar, presuntamente, otra guerra mundial, Kiev lo acusó de "apaciguar al agresor". En relaciones internacionales el verbo "apaciguar" es una maldición, asociado como está con la política de los años 30 de las potencias democráticas de entregarle a Adolf Hitler sucesivos territorios para mantenerlo contento. Esta política concesiva fue burlada por Hitler con la brutal invasión de Polonia en1939.
El 24 de julio de 2022, Kissinger debió aclarar que Ucrania y Occidente no deben ceder a Rusia ningún territorio ucraniano en unas futuras negociaciones para poner fin al conflicto. Todo esto debe hacerse en conjunto con el pueblo de Ucrania, remarcó Kissinger.
En un plano más general, el anciano diplomático tiene "una visión clara de lo que hay que hacer": así es como Ken Lieberthal, analista estadounidense experto en relaciones exteriores que trabajó con él en varias ocasiones, describe el pensamiento de Kissinger. El propio Kissinger ha acuñado su pensamiento en general en una cruda fórmula: "El fin justifica los medios".
Pero volviendo a Ucrania vs. Rusia, cuando se trata de Moscú, Kissinger, que fue el cerebro de la política de distensión de Estados Unidos en los años 70, puede señalar que él mismo estuvo al borde de la guerra con Rusia. Más tarde, describió la distensión como "una estrategia para guiar el conflicto con la Unión Soviética" que permitió a ambas partes ganar tiempo para la diplomacia y evitar una guerra nuclear.
Su disposición a considerar que los principios del derecho internacional y los derechos humanos no son primordiales, sino simplemente un factor más en sus ecuaciones políticas, ponen en alerta a los defensores de los derechos humanos de todo el mundo en cuanto oyen su nombre. Esta cruda visión es parte de la "escuela realista", muy fuerte entre los internacionalistas académicos en los Estados Unidos. De hecho, el período 1969/76, en el que Kissinger estuvo en cargos decisivos en Washington, es visto como el de dominio absoluto de la escuela realista en las relaciones exteriores de Estados Unidos.
Kissinger ha descrito su controvertida visión del liderazgo estratégico como "un baile sobre la cuerda floja" que está "suspendido entre las relativas certezas del pasado y las ambigüedades del futuro". Una filosofía en la que parecía sentirse cómodo al tomar decisiones.
En un principio ocultó a los estadounidenses el bombardeo estadounidense de Camboya. Estados Unidos quería derrotar al Vietcong, pero acabó permitiendo el ascenso de los Jemeres Rojos de Pol Pot, que desataron un espantoso genocidio. Kissinger pasó a la historia por su intento de poner fin a la guerra de Vietnam mediante un acuerdo de paz. Tanto él como su homólogo norvietnamita, Le Duc Toh, recibieron el Premio Nobel de la Paz por su plan. Sólo Kissinger lo aceptó, e intentó devolver el premio cuando fracasó estrepitosamente con la caída de Saigón en 1975.
Documentos del Archivo Nacional publicados 40 años después demostraron que presionó al presidente Nixon para que derrocara al presidente democráticamente elegido Salvador Allende en 1973 porque consideraba que su "efecto modelo" podía "ser insidioso" para los intereses de Estados Unidos en la región. Kissinger impulsó activamente el golpe del 11 de septiembre de 1973 en Chile, que abrió las puertas del poder al sangriento dictador Augusto Pinochet, cuyo gobierno asesinó y torturó a miles de personas. Pinochet permaneció en el poder durante 17 años, hasta 1990.
"Siempre pensó en términos de una especie de equilibrio de poder", explica Ken Lieberthal, antiguo miembro del Consejo de Seguridad Nacional, las activas intervenciones de Henry Kissinger en lo que deberían haber sido procesos democráticos. Según él, se guiaba por el cálculo de que "el dominio de un país produciría resistencias por parte de otros". Evitar ese tipo de reacción en cadena que podría producir inestabilidad es lo que llevó a Kissinger al reconocimiento de China en desmedro de Taiwán por parte del presidente Richard Nixon en 1972. También se cree que no vio mal la "victoria a medias" de Egipto sobre Israel en la guerra del Yom Kippur. Esta ofensiva fue lanzada por Egipto y Siria en 1973. Permitió la consolidación del liderazgo del presidente egipcio Anuar el Sadat y la alianza permanente de la nación árabe con Estados Unidos.