—El desafío que se nos presenta es priorizar el cuidado de la salud. A partir de ello fue la decisión de suspender la concurrencia física a las aulas 13 días después del primer caso positivo de coronavirus en el país. Cosa que a otros países les llevó más de 40 días. Creo que los números que vemos de esta tragedia global que se está transitando están demostrando el esfuerzo que está haciendo la sociedad en su conjunto, porque priorizar la salud implica desafíos nuevos e impensados. Desde lo económico, lo social y hasta lo educativo. En esta etapa lo primero que tenemos que reconocer es el enorme compromiso de las maestras y maestros. También de los estudiantes y de las familias, remarcando que la escuela es irreemplazable, como lo es el rol del maestro y la maestra. Y que no es un momento de sobrecargar de actividades a las familias, sino de hacer todo el esfuerzo para permitir esa continuidad educativa en una Argentina atravesada por la desigualdad.
—¿Nota una revalorización del rol del Estado, tan mancillado en otros momentos?
—Por supuesto. Creo que no solo en la Argentina sino en el mundo tomamos conciencia de la trascendencia que tiene el Estado en la administración de la realidad. Porque es el que tiene que dar la respuestas en estas situaciones impensadas. Creo que incluso es un momento donde no sólo se termina de resaltar la figura del Estado, sino también el rol de la escuela y de los docentes. Estamos frente al desafío de lograr una mayor cercanía y articulación entre las dos instituciones educativas más importantes, que son la familia y la escuela. En eso trabajamos, en un desafío inédito y en una situación donde no vamos a la escuela pero no estamos de vacaciones, sino que llevamos la escuela a nuestros hogares. por eso digo que el Estado se valora hoy en cuanto a su rol en la administración de esta pandemia y en cómo dar una respuesta frente a cada desafío nuevo que surge. Ahí es donde uno ve que si la primera respuesta no es el Estado es la segunda. Y también lo que va a ser el rol del Estado para, una vez que superemos esta pandemia, poder empezar a lograr una recuperación social y económica, porque el impacto en términos globales va a ser muy fuerte.
—¿Cómo ve la marcha del pacto entre la escuela y la familia?
—Hoy el problema que tenemos es la profunda desigualdad que tiene la Argentina. Por eso nuestra principal responsabilidad es que la sociedad sepa que hay un gobierno y un Estado. No sólo el Estado nacional, sino también las provincias, en una fuerte articulación que está ahí marcando presencia y acompañando. Después, generar todos los instrumentos posibles para lograr que no se profundice esa desigualdad. Una de sus caras obviamente es la desigualdad social, pero también está la del acceso a la tecnología y la económica. También la de las trayectorias educativas de los adultos del hogar, porque cada familia es una realidad absolutamente distinta. No es lo mismo un hogar con un solo hijo que un hogar con cuatro hijos. O uno que tiene una computadora a aquel que no la tiene. O el hogar donde la madre es médica y está abocada a la lucha frontal contra la pandemia y se queda solo el padre en el hogar tratando de generar esa continuidad pedagógica. Cada familia tiene enormes desafíos en este contexto tan complejo.
Lo primero que hay que reconocer es el enorme compromiso de maestras y maestros. Remarcando que la escuela es irremplazable
—Los sindicatos también advierten situaciones complejas, con docentes todo el tiempo conectados y obligados a trabajar casi las 24 horas. Hasta la viceministra Adriana Puiggrós recordó al respecto que “la pandemia no elimina derechos”.
—Por supuesto que aquí no se eliminan derechos. Hay instituciones de gestión privada que sobrecargan a sus docentes frente al temor de que los padres piensen que la escuela no está, para poner un ejemplo. Y ahí no se está pensando pedagógicamente qué es lo mejor para los chicos, sino que se está pensando en términos más mercantilistas. También está el compromiso de nuestros docentes, como en la provincia de Santa Fe, para sostener los comedores, que son espacios donde se garantiza el derecho a la alimentación. Entonces, creo que cada una de estas cuestiones es necesario resaltarlas en todo momento. Porque en estos tiempos tan difíciles en muchos lugares está surgiendo lo mejor de la sociedad.
—¿Hay chances de extender el ciclo lectivo más allá de diciembre?
—No. Primero no sabemos cuándo vamos a volver. Pero yo en lo que sí estoy convencido es que cuando superemos esto la sociedad va a necesitar un respiro, un tiempo para recomponerse. Mucho más porque no estamos de vacaciones, estamos en una situación de absoluta incertidumbre, con una pandemia que golpea en términos sanitarios, sociales y también económicos. Y esa incertidumbre se multiplica también en las familias, donde todos además están trabajando: los docentes, los estudiantes, las familias. Sobrecargados en esta realidad compleja. Por eso ese respiro deben ser las vacaciones. En un momento donde también, si logramos superar estas enormes complejidades, también nuestra economía va a necesitar tener un momento de recomposición. Entonces me parece que pensar que se eliminen las vacaciones, más allá de que no es una decisión de este ministerio sino algo que se va a dialogar con todas las provincias, tiene que tener sobre el debate los distintos elementos.
—¿Lo mismo corre para las vacaciones de julio?
—Lo mismo corre para las vacaciones de julio. Me parece que ahí, en el caso de que no hayamos podido volver físicamente a las aulas, deben ser también un espacio de descanso donde no haya todo este trabajo a distancia.
—En una charla en vivo con estudiantes a través de Instagram, varios le consultaron sobre qué va a pasar con los que terminan quinto ¿Qué responder ante esa preocupación?
—Para llevarles tranquilidad a los estudiantes, lo que vamos a tener que garantizar es algún módulo que permita el cierre de la educación obligatoria, y que los proyecte a la educación superior universitaria o no universitaria. Pero eso lo terminaremos de delinear al momento que puedan volver a las aulas.
—Una especie de puente entre esos niveles
—Efectivamente.
—¿Hay posibilidades de implementar un esquema como el de Italia, que determinó la promoción automática de sus alumnos si no se retoman las clases presenciales?
—Todavía falta mucho para saber en qué momento podemos volver. Me parece que lo que hay que tener es una mirada clara de la realidad que transita nuestro sistema educativo, de los enormes desafíos que no solo va a tener la escuela sino la sociedad en un momento tan complejo para todos. Y nosotros tenemos que garantizar las trayectorias educativas. La escuela no es este 2020, la escuela son 14 años de educación obligatoria. Es ahí donde vamos a tener que intensificar y reorganizar los saberes en cada una de estas instancias, pensando en el futuro.
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El Ministerio de Educación de la Nación comenzó con la entrega de 13 millones de cuadernillos para que todos puedan acceder a los contenidos escolares
Evaluación y aprendizajes
Durante en transcurso de la cuarentena, el ministro de Educación realizó una serie de charlas en vivo desde su cuenta de Instagram (@trottanico), donde dialogó, entre otros, con docentes y estudiantes de todo el país. Precisamente en el vivo con los chicos y chicas es que sostuvo que “este no es un momento de evaluar, es un momento de aprender”. Y explicó: “El momento de evaluar va a ser cuando volvamos a la escuela. Y no necesariamente lo que se hizo todas estas semanas o en estos meses que no se puede ir a clases. Tenemos que tener la garantía de que cada uno de ustedes pueda potenciar los aprendizajes”.
No es momento de evaluar, es momento de Aprender - Nicolas Trotta
—¿Qué implica que este no sea un momento para evaluar sino para aprender?
—Creo que no sirve la instancia de sobrecargar a los estudiantes o a las familias, ni tampoco sobreexigir a los docentes por parte de las instituciones en este momento. Y mucho menos es un momento para evaluar. Este es un tiempo en el que todos estamos aprendiendo cómo se aprende a la distancia, cómo se enseña a la distancia. Me parece que la prioridad es el cuidado de la salud, de acompañar a los más pequeños en este tiempo único de una pandemia,con esta cuarentena forzada y con esta imposibilidad de ir a la escuela. Que implica también una ruptura muy brusca de las conductas y rutinas de los chicos. Eso también tiene un costo social y en sus propias vidas. No hay que sumar ese tipo de instancias de evaluación hoy desde los hogares. Me parece que lo que tenemos que tratar es de ver cómo logramos este esquema de acompañamiento. Pensando que después, cuando volvamos a las aulas físicamente, cómo logramos tener esa continuidad educativa. Creo que ahí también aparece el rol de cada maestro y maestra: cómo trabaja la heterogeneidad de realidades en las aulas. Heterogeneidades que se van a multiplicar a partir de lo que ha sido vivir este proceso de educación forzada a la distancia. Porque nuestras aulas eran mucho más homogéneas antes de esta realidad, al menos comparativamente.
—Entonces no sería este un momento ideal para evaluar.
—No, para mí no es momento de evaluar. Mucho más a la distancia, desde los hogares. No tiene razón de ser, porque los padres no son los docentes. Cualquiera que piense que el padre tiene que cumplir ese rol está equivocado. Es otra instancia en la que estamos.
No sirve sobrecargar a los estudiantes o a las familias, ni tampoco sobreexigir a los docentes por parte de las instituciones
—¿Qué preocupaciones comunes han transmitido los ministros provinciales, más allá de la diversidad de realidades?
—Todos tenemos la misma preocupación que no se profundice la desigualdad, cómo llegamos a partir de todas las herramientas que estamos llevando adelante desde el propio gobierno nacional y también las provincias, a las diversidad de realidades que tienen nuestros hogares. Tenemos 14 horas de televisión por día en programas de dos horas, siete horas de radio. En televisión son más de 50 canales que transmiten y radio más de cien, para llegar a todo el país. Hemos distribuido 13 millones de cuadernos donde cada uno tiene una hoja de trabajo día por día. El primero se agotó el viernes 17 porque llegaba hasta ese día, y esta semana empezamos a distribuir el que corre hasta el 8 de mayo. Y ya estamos trabajando en el tercero. Hemos impreso casi 7 millones del primero y 6 millones 200 mil del segundo. Todo eso confirma la necesidad de tener por un lado una agenda analógica que permita llegar a aquellos hogares que no tienen conectividad. Pero también trabajar con herramientas tecnológicas como es nuestra plataforma Seguimos Educando.
—¿Alguna anécdota que se lleve de estos días de cuarentena?
—Me llegan decenas de mensajes todos los días. Desde una niña que empezó su primer grado viendo la Televisión Pública porque había estado enferma los diez primeros días de clase y no pudo ir entonces a la escuela, hasta maestras rurales que distribuyen nuestros cuadernos. Y no estoy hablando del interior, sino de Brandsen, a 150 kilómetros de Buenos Aires, en la zona de quintas donde no llega la radio, no hay televisión y los cuadernos son los que garantizan la presencia del Estado, junto con el compromiso de la maestra que va todos los días dejando material para sus estudiantes. Es en este momento tan complejo surgen las historias más conmovedoras en ese sentido.
—¿Qué le gustaría que deje como enseñanza este tiempo que estamos viviendo como sociedad?
—Que tomemos conciencia que somos animales gregarios, que vivimos en comunidad. En ese sentido me parece que el desafío como sociedad es que seamos mejores. Como sociedades que se proyectan más en el otro. Que seamos conscientes que hacen falta más herramientas, como es el Estado, más compromiso de quienes más tienen, para poder construir realidades de mayor justicia social y equidad. Eso debería ser una enseñanza. Porque también esta pandemia todavía no ha pasado por América Latina y Africa. Es ahí donde todos tenemos la incertidumbre de qué puede ocurrir, siendo la Argentina uno de los países, por infraestructura y desarrollo, de los mejores preparados del hemisferio sur para enfrentar esto. Como dato objetivo lo digo. El impacto que puede tener esto en el hemisferio sur puede ser mucho más conmovedor y duro de lo que ha ocurrido en el hemisferio norte. Es ahí donde esta pandemia golpea a todos por igual. Pero como toda crisis, golpea mucho más a los que menos tienen. Allí es donde tiene que haber una reflexión colectiva.