“La ESI es la posibilidad de un futuro con mayor dignidad y equidad de género”. Así se expresa Ximena Frois, coordinadora provincial del equipo ESI (Educación Sexual Integral) del Ministerio de Educación de Santa Fe, para referirse a la importancia que tiene la incorporación de esta temática en el sistema educativo con todas sus complejidades, desde la perspectiva de género, el respeto por las diversidades y los derechos humanos.
Frois cuenta que las acciones formativas que viene impulsando el equipo provincial apuntan a acompañar a la docencia ante la creciente demanda de la ESI, a la que define como un reclamo con intencionalidad política y riqueza, y que va siempre de la mano de una situación social controversial.
En diálogo con La Capital, la docente reflexiona sobre los progresos de la ESI en el nivel superior, las resistencias y la importancia que tuvieron en los avances las agrupaciones estudiantiles.
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Ximena Frois coordina el equipo ESI del Ministerio de Educación provincial.
—¿Cómo evalúa la implementación de la ESI en los profesorados?
—En el caso del nivel superior recuerdo cuando se produjo la primera convocatoria y fueron docentes que tal vez no tenían mucha idea de lo que era la ESI. Desde ese momento, hasta lo que sucedió el año pasado con las titularizaciones puede verse un salto cualitativo en cuanto a la formación. Vimos personas que ingresaron desde una disciplina muy específica como biología y que hoy han complejizado su mirada. El avance ha sido significativo y la ESI va a ser por mucho tiempo un ámbito de permanente demanda, porque es una necesidad creciente.
—¿Cuáles son las mayores resistencias presentes en las instituciones?
—Nosotros decimos que la ESI entra por tres puertas a las instituciones: a través de los docentes, por lo estrictamente curricular, y a través de los hechos que irrumpen. Respecto a los docentes creo que hay una resistencia de determinados sectores que no están de acuerdo con la garantía de los derechos humanos. En lo curricular, se trata de un saber indisciplinado que requiere de una transversalización, esto quiere decir que cada saber tiene que ser revisado y actualizado desde un paradigma que considere la igualdad de género, el respeto a las diversidades y los derechos humanos. Aquí también encontramos algún tipo de obstáculo que tiene que ver con la formación de los docentes y con una tradición educativa donde se han normalizado los cuerpos. Con respecto a las situaciones que irrumpen vemos que hay un estado de vulneración creciente, y aquí también encontramos resistencias que tienen que ver con el modo de actuar de la escuela que en general es puertas para adentro —algo muy inserto en la tradición escolar— que no posibilita abrirse, crear lazos con otras instituciones y generar instancias de cuidado. Lo que hay que decir es que con todas estás resistencias la ESI avanza, porque la resistencia te ayuda a avanzar.
La ESI es un clamor social, una bandera de libertad, es la posibilidad de un futuro con mayor igualdad, dignidad y equidad de género" —Respecto de las resistencias, ¿qué sucede con el lenguaje inclusivo?
—Es un caso claro de las situaciones que irrumpen. La juventud no pide permiso para hablar, lo que ocurre es que hay alguien que va a sancionar determinadas formas de habla o lenguaje. La escuela todavía cree que tiene esa potestad, pero la lengua es algo vivo, algo que se reformula permanentemente. Hay resistencias porque hay un sector que desconoce y resiste porque no está actualizado. Yo no veo que los jóvenes impongan un lenguaje, no pretenden que todos hablen con lenguaje inclusivo, sin embargo lo mayores sí creen que tienen el poder de imponer una lengua. Me parece que esto de las resistencias es un precioso espacio que nos invita a generar conversaciones.
—¿Cuál ha sido el rol asumido por los movimientos estudiantiles respecto a la ESI?
—Han tenido un rol clave. Los centros de estudiantes han trabajado significativamente a través de la organización y las denuncias, para custodiar los derechos pero también para cuidarse entre ellos mismos. La ESI es un clamor social, una bandera de libertad, es la posibilidad de un futuro con mayor igualdad, dignidad y equidad de género. Hoy vemos que en los encuentros se unen varias generaciones, madres que han sido llevadas a la militancia por sus hijas e hijos, y docentes que se ponen a estudiar porque los centros de estudiantes están generando las condiciones en las escuelas. Se ve la fortaleza del ímpetu juvenil que interpela y pone un tema en debate.