"Jugar con el cuerpo y expresar a través del movimiento favorece la liberación de tensiones, este ejercicio permite que muchas personas logren desinhibirse y adquieran seguridad", destaca Lidia Morales, profesora de mimo y teatro gestual. A partir de su experiencia en distintos espacios artísticos de la ciudad, registró en un libro esta propuesta que invita a profundizar en los sentimientos y la manera de expresarlos.
Notas para un taller de movimiento es el nombre del material destinado a docentes, que se publicó en abril con el subsidio del Instituto Nacional de Teatro. Este libro registra la experiencia de Morales en talleres municipales de mimo y teatro gestual, en contacto con jóvenes que iniciaban su formación en expresión corporal y entrenamiento para la escena. También expone las prácticas con grupos escolares, adultos, actores, maestros, bailarines y estudiantes universitarios; y propone variados ejercicios y juegos.
El libro reúne algunas ideas para el abordaje de los temas principales en un taller de movimiento, sugerencias para la práctica, propuestas para la organización de las clases y reflexiones sobre el teatro sin palabras. "El objetivo de emprender este registro luego de veinte años de trabajo es mostrar que con pocos recursos se pueden hacer cosas muy interesantes", destaca la docente, jubilada desde hace algunos años.
Morales relata cómo se vinculó con esta profesión luego de ejercer mucho tiempo como profesora de letras en escuelas secundarias."A los treinta años empecé con el teatro, primero escribiendo algunas obras y cuando participé en un taller de mimo comprendí que lo que sucede en escena es mucho más que el texto. En el taller de mimo y arte gestual advertía que también venían personas que no tenían intenciones de actuar sino que querían desinhibirse, entrar en contacto con otras personas y adquirir seguridad. Entonces el taller se podía adecuar a cualquier grupo", relata de esa experiencia.
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Foto: Virginia Benedetto / La Capital
Confianza y seguridad
Cada vez que tenía una clase, la profesora anotaba en su libreta la propuesta para ese día y también las conclusiones: "Así descubrí que mi libro debía llamarse Notas porque en definitiva era lo que había hecho a lo largo de todos estos años. El material, las reseñas y vivencias son un estímulo que invita a otros a registrar también sus experiencias a través de notas".
"El taller debe crear un espacio de confianza para animarse al movimiento, sin temor a ser juzgado ni vergüenza para expresarse en el espacio con libertad", dice Morales. Entre las actividades que proponía a sus alumnos, la profesora destaca el ejercicio de armar una foto: "Consiste en decidir rápidamente en grupo una situación o acción determinada y que al observarla saber de qué trata. Los ejercicios sirven además como herramienta para resolver algunas situaciones, ayudan si el grupo está disperso, para relajarse y tomar confianza entre ellos".
En la escuela
"Los niños y las niñas —dice— se encuentran muy rígidos en el salón, los bancos siempre están alineados y no pueden sentarse donde quieren. Se les dice ‘quedate quieto', ‘no corras', ‘no mires para atrás'. El amor cuidadoso del docente tiene que generar soltura y crear un clima adecuado en relación al cuerpo, algo que resulta necesario para estar relajados y emprender una actividad. Jugar con el cuerpo favorece la liberación de tensiones y el abordaje de temas como el bullying. Es en la escuela donde se genera permanentemente confianza y camaradería, aprender a no decir cosas que hieran al otro y a jugar en armonía".
La profesora agrega que muchos conflictos se pueden resolver a través del teatro y la representación. Adoptar distintos roles sirve para entender qué le pasa al otro. "Las primeras improvisaciones de un grupo siempre tienen relación con la realidad que les toca vivir", refleja de su vivencia con chicos y chicas en talleres barriales.
Juegos y ejercicios
"No hay edad para jugar con el cuerpo", afirma. Para explicar de manera concreta las distintas propuestas a través del cuerpo, Morales se refiere a un ejercicio teatral. Consiste en invitar al grupo a moverse libremente por el espacio y cada vez que se encuentra con otro, iniciar inmediatamente un diálogo improvisado, dos o tres palabras. Así cada uno entabla con el otro un diálogo, que deberá recordar. La profesora transformó creativamente esta actividad en una representación sin palabras, a través del contacto físico con el otro.
"El movimiento y la expresión corporal aportan seguridad para la vida. Es el cuerpo seguro que se mueve armoniosamente y ayuda a conectarnos con los demás. Un cuerpo sensible y expresivo, y a la vez elástico y fuerte", concluye la profesora de teatro.
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Foto: Virginia Benedetto / La Capital
>> Docente, escritora y tallerista
Lidia Morales se desempeñó como profesora de lengua y literatura de secundaria, coordinó talleres literarios y publicó cuentos en la revista Risario y en revistas digitales. Más tarde descubrió su vocación por el mimo y el arte gestual, y se formó en pedagogía teatral, fue docente del taller municipal de mimo y teatro gestual en distintos distritos de Rosario (1994-2010) y en la Escuela Municipal de Artes Urbanas (2010-2013). Colaboró en el diseño de la inauguración de la Granja de la Infancia, integró el equipo de elaboración de contenidos para el nivel medio, educación a distancia y cambios curriculares del Ministerio de Educación y formó parte de la organización del Festival Internacional de Poesía durante doce años.