Luis Luque y Diego Capusotto volvieron a reunirse con el director Néstor
Montalbano para rodar "Pájaros volando", que se estrenará el jueves en Rosario. El filme relata los
planes de dos músicos porteños que se retiran a San Marcos Sierras, en Córdoba, donde pretenden
hacer un "intercambio interestelar", según adelantó Luque a Escenario.
—¿Cómo surge esta segunda colaboración con el equipo de "Soy tu aventura"
y el director Néstor Montalbano?
—Diego y yo somo amigos, nos encanta laburar juntos y era una propuesta
bastante cercana a lo ideal. Era una decisión muy clara que iba a dejar lo que estuviera haciendo,
sea éxito o no, para hacer esta peli. Y estoy muy contento. Es limpia y tiene todo el disparate, el
absurdo y el humor corrosivo que tiene Montalbano.
—Lo que le pasa a mi personaje, Miguel, es que era un músico que en Buenos
Aires no le iba bien, era un reventado, que un día decide cambiar y se va a vivir ahí. Se enamora,
fue abducido por los ovnis y cambia su nombre porque encarna en otro ser. Quiere hacer un
intercambio interestelar y lo llama a su primo con el que antes tenían la banda Diente de Limón y
un hit que se llamaba "Pájaros volando". Es un acto de fe de tipos que no saben muy bien para dónde
disparar.
—¿Cuánto hay tuyo en el personaje de Miguel?
—Yo tuve una búsqueda espiritual muy grande. Esa cosa de fe sí la tengo
con el personaje. Hay una cosa de niño pícaro y medio malcriado que tiene mucho que ver. Y después,
la verdad que no tiene nada que ver. Todo lo demás es un border graciosamente peligroso, bipolar
tremendo, muy divertido, pero muy riesgoso. Vive en un filo con el que no tengo nada que ver.
—¿Se puede interpretar lo que les pasa como una metáfora de los
argentinos?
—Me parece que absolutamente. Nosotros seguimos creyendo que, por
desgracia, necesitamos un papá y una mamá que nos salven y seguimos creyendo cualquiera. Nos dicen
cualquiera. Creemos que nos van a salvar mágicamente. Somos así de absurdos, de ingenuos y también
así de tiernos.
—¿Cómo se sale de eso?
—Hay un punto en el que vamos a tener que crecer porque si no vamos a
estar detenidos en esta cosa adolescente esperando que nos salve alguien y la única manera de
salvarse es uno. Y estudiar, trabajar, que haya una cultura del laburo, que haya educación, que no
nos mate la soledad y la ignorancia.
—Pero la película lo cuenta desde el humor...
—Es una reflexión cagándote de risa. Eso me parece uno de los mejores
lenguajes porque si además de reírte reflexionás y trabajás en modificar, es fantástico, en vez de
quedarte encerrado, deprimido y diciendo que esto es inamovible. Yo no creo que nada sea
inamovible. Creo que el humor es dinámico y me parece que Néstor en un tipo que plantea su cine
desde ese lugar.
—Decías que sos amigo de Capusotto y compartís su estilo de humor. ¿Cómo
lo definís?
—Me parece que es un bufón irónico, hablo en el mejor de los sentidos. Es
un bufón, es un tipo que tiene un humor agrio, hasta sangriento. Y por el otro lado es un educador.
Yo admiro mucho a Diego. Hace poco un taxista me dijo que algún día lo van a tener que reconocer
como uno de los educadores de esta época.
—¿En qué sentido?
—Porque lo que está sucediendo en los medios es siniestro. Está todo
basado en el juego de un culo y una teta de goma, y que aparezca un humor reflexivo, inteligente y
que no te perdona, los pibes lo aman. Lo que hace es una manera de educar porque es todo el tiempo
reflexivo. No es ningún boludo, no hace chistes pelotudos. Todo tiene una sustancia y un
peso.
—¿Ese tipo de televisión desplazó a la ficción?
—Hay una televisión que a mi me da como asquito. El lugar donde está
puesta la mujer. A mi no me gusta ese país ni esa gente, no creo que seamos así y no me vengan con
que tiene 60 puntos de rating porque metés una buena ficción y le hacés un combate. Están todo el
tiempo, en todos lados, y la verdad que a mi me da vergüenza ajena.
—¿Por eso te alejaste?
—En realidad estoy dedicándome más al cine y al teatro, por suerte. Este
año hay varias propuestas para hacer tele. Además ahora arranco a filmar con Sorín “¿Dónde
está el gato?” y voy a hacer la última obra de Carlos Gorostiza en el San Martín. A mi la
tele me encanta. Yo defiendo la tele y creo que se puede crecer, el tema es la intención ideológica
que tengas.
—¿Cómo vivís los saltos de registro de dramas como “Paco” a
“Pájaros volando?
—Eso es parte de lo que me copa. Parece que gustaran los actores que hacen
siempre lo mismo. Y a mi me aburre. Vas a ver lo que es el tipo... Engordé como un hijo de puta,
estoy pelado. Y es divino, lo amás, pero era peligroso porque tiene que tener un verosímil para que
este cuento aparentemente absurdo sea creíble. Y además cuando vi la película me gustó, cosa que en
general no me pasa.
—Además en la película tienen un seleccionado de referentes del
rock...
—El tema final lo tocamos con Rodolfo García (ex Almendra) en
batería; Ciro Fogliatta (ex Los Gatos) en teclados; Willy Quiroga (ex Vox Dei) en bajos; Héctor
Starc (ex Aquelarre) en viola. Los temas son de David Lebón. Fue una cosa impresionante. Estábamos
con Diego tocando y nos decíamos “loco, estamos tocando la gloria”.