¿Cuál es el actual escenario para las escuelas técnicas en el marco de la nueva
ley de educación? El interrogante se lo hicieron desde el Instituto Politécnico General San Martín
de la Universidad Nacional de Rosario. Fue para iniciar un ciclo de debates sobre una modalidad de
la enseñanza por años castigada por leyes y reformas estériles.
La cita se dio el martes pasado en el colegio centenario de la UNR. Para la
primera charla fue invitado Fernando Pisani, docente de escuelas técnicas de Rosario, ex director
provincial de Educación Técnica y educador de institutos de formación docente en Buenos Aires.
—¿Cuáles son los puntos claves que deben enfrentar las escuelas técnicas
para recuperar su identidad?
—Las escuelas técnicas hoy están en una situación de impasse. El avance
que se produjo en el período 2004-2005 para recuperar su identidad, se vio frenado con el intento
de la última administración de seguir defendiendo el modelo noventista. Sólo pudieron avanzar en un
trabajoso y burocrático camino para el mejoramiento del equipamiento, gracias a la ley (técnica
profesional) nacional aprobada en el 2005. Pero las cuestiones claves aún no se han resuelto ni
serán fáciles de resolver.
—¿Por ejemplo, qué hace falta?
—Primero, tener planes de estudios de seis años integrados y coherentes,
eliminando el actual rompecabezas "EGB 3 + polimodal + TTP". Es que aunque al 8vo. ahora lo llamen
1ero., y se vuelva a hablar de escuela secundaria, al interior no hubo ningún cambio. No será fácil
hacerlo. Porque no hay que cambiar por cambiar ni seguir experimentando o improvisando con las
escuelas. Tener buenos planes de estudio sólo puede hacerse con un fino trabajo de ingeniería con
las propias escuelas, con sus directivos, sus docentes, tratando a la vez de unificar y no como hoy
que hay más planes de estudios que escuelas. En segundo lugar, hay que recuperar los títulos
técnicos eliminados por la ley federal y que ya han sido aprobados (el año pasado) por el Consejo
Federal, como por ejemplo los de técnico mecánico, técnico electricista, químico, electro-mecánico,
entre otros. Ya están los documentos de homologación y sobre ellos hay que estructurar los nuevos
planes de estudio. En tercer lugar, y tal vez como primera medida, pensar qué alumnos queremos
formar, que rol de técnico queremos para nuestras escuelas y rearmar sus actividades, su
funcionamiento y la normativa; es decir pensando en los alumnos, en sus aprendizajes y en las
necesidades que reclama la sociedad, y no en corporativismos o visiones estrechas.
—¿Falta capacitación para eso?
—Sí, especialmente en dos puntos: cómo conducir una escuela técnica,
totalmente debilitada por un concurso de directivos llamado desde la lógica de hacer desaparecer a
la escuela técnica, y la ausencia de normas apropiadas. Y capacitación y actualización de muchos
docentes, que a pesar de los esfuerzos, quedan relegados en la carrera de los avances
científicos-tecnológicos.
—¿Qué papel tienen los docentes en la recuperación de la educación
técnica?
—Fundamental, para lo cual hay que brindar mecanismos reales de
participación. Pero también exigirá mayores compromisos y responsabilidades. Mirando sólo lo
gremial o sólo el punto de vista laboral no iremos muy lejos. Y peor aún quedándose en el
aislamiento, en la pasividad o el reclamo. Por suerte la mayoría de los docentes responde muy bien
cuando se lo convoca realmente y da todo de sí, pero para eso primero tiene que estar convencido
que se trata de una convocatoria en serio.
—¿Confía que recuperen —a corto o largo plazo— las escuelas
técnicas su dimensión?
—El país, la provincia, necesitan de un fuerte sistema de educación
técnico profesional. Nuestros jóvenes y muchos adultos no podrán enfrentar las dificultades del
mundo actual sin una buena educación. No sólo en las escuelas técnicas, sino también en las medias
se necesita que la problemática de la preparación para el trabajo esté presente. Confío en que las
escuelas técnicas seguirán luchando, trabajando para existir y crecer. No pudieron con ellas ni la
ley de transferencia ni la ley federal. Fueron dadas por muertas, pero nunca lo lograron. Y hoy
están con nuevas posibilidades. Pero si desde los gobiernos no se toman las medidas necesarias,
seguirá el desgaste y el proceso tardará más. Las escuelas, con altibajos, con desilusiones e
ilusiones, no bajarán los brazos, menos ahora, que estamos en un contexto muy favorable para
avanzar fuerte y rápidamente.