Santa Fe.— Celeste Caballero habría cumplido 15 años el domingo próximo.
Como muchas adolescentes de su tiempo soñaba con el momento mágico de su fiesta de vestido largo y
agasajo inolvidable. Pero para esta familia de sufrida clase media, ese momento jamás llegará. Fue
reemplazado por el dolor desgarrador que en la empobrecida zona noroeste de la capital provincial
parece ser más frecuente que las celebraciones felices. El lunes pasado, cuando hacía la tarea, la
nena murió en su casa por una bala que entró desde la calle tras atravesar una ventana cerrada y le
partió corazón. A sus familiares los agobia una pena enorme y una impotencia que mortificará el
resto de sus días.
Albina Arce, la mamá de Celeste, no puede dormir: "Cierro los ojos y sueño con
que ella me llama". Una perezosa lágrima comienza a rodarle por el rostro cada vez que rememora el
momento más horrendo de su vida. El que le tocó vivir el lunes pasado poco después de las 21.30
cuando se registró una balacera en el barrio Villa Hipódromo. Primero se adjudicó a uno de los
cotidianos enfrentamientos entre bandas pero ahora la policía cree que fue un ataque al
domicilio.
A ese barrio, donde mucha gente intenta progresar con esfuerzo, se fue a vivir
Albina con cinco de sus seis hijos en enero de este año. Se instaló en la casa de su hermana,
Liliana Acevedo, en Juan Díaz de Solís al 6300. Mientras tanto comenzó a construir su vivienda en
el terreno de al lado, en la esquina de Solís y Cassanello. Con el afán de llegar a una casa
propia, cada cobro lo destinaba a comprar algo para la construcción. Sólo le falta el techo y la
puerta para terminar lo esencial y poder instalarse.
"No importa mamá. Primero hagamos el techo y la puerta y después mis 15",
cuentan los familiares que dijo un día Celeste, a quien ciertos episodios violentos en el barrio le
habían impuesto la costumbre de encerrarse temprano en la casa.
Aunque los padres de Celeste estaban separados, las familias parecen haber
conservado la armonía. Al menos eso dejan entender al recibir juntas a este diario la mamá y la
abuela paterna de la nena. "Era tranquila, alegre y responsable", cuenta la abuela, Isabel de
Caballero.
"Por eso estaba haciendo la tarea. Las dos hermanitas estaban haciendo la tarea
esa noche. Iban muy bien en la escuela", acota la abuela mientras se deshace en agradecimientos a
los docentes, compañeritos y padres de la escuela Combate del Quebracho.
La trágica noche del lunes pasado, Celeste y su hermana Jessica, de 13 años,
hacían los deberes escolares en la habitación de la modesta vivienda que da a la calle. En el
dormitorio contiguo su mamá y su tía miraban televisión con el resto de la familia. Los peritos
indagaron para determinar si la niña, alertada por el ruido de los disparos, quiso espiar por la
ventana. Pero el relato de su hermanita menor descarta eso.
Imborrable.Jessica contó que le avisó a Celeste que estaban disparando y le dijo
que corrieran. Celeste se levantó de la mesa y fue hacia el dormitorio donde estaba su madre.
"Parece que me dispararon", dijo Celeste en la puerta del dormitorio, se miró la mano ensangrentada
y cayó en el lugar.
Cada vez que su mamá menciona ese momento cierra los ojos como queriendo
quitarlo de su mente y la tristeza de su endurecido semblante se ahonda: "La vi caer y entré en
pánico. Todos empezamos a gritar. Habían herido de un balazo a mi hijita pero no podíamos salir
porque afuera todavía seguían los tiros".
"Salimos corriendo al patio trasero y pedíamos auxilio con todas nuestras
fuerzas. Cuando volví a entrar vi que no se movía y le salía sangre por la nariz, la boca y los
oídos. Entonces me lancé a la calle, ciega. Ya se habían ido (los agresores) y dos chicos del
barrio la cargaron en un auto y la llevaron al hospital. A mí me llevó la policía, pero cuando
llegué me dijeron que mi hija estaba muerta", recordó.
Equívoco.Esos dos jóvenes que socorrieron a la chica fueron los primeros que
detuvo la policía cuando volvieron al barrio con sus ropas ensangrentadas. Ante la desesperación de
los padres de los muchachos, los Caballero, en medio de su duelo, debieron concurrir a la policía
para aclarar el error. Entonces los soltaron. Después la policía detuvo a otro joven de 18 años,
aunque no se conoce el tenor de la imputación. Tampoco los familiares, a quien el juez Rubén Saurín
recibió en su despacho, conocen mayores detalles,.
Un enfrentamiento entre bandas habría dejado marcas de tiros de modo anárquico.
Los balazos en este caso están sobre la vivienda, disparados al frente como efectuados por alguien
que se paró delante y apretó el gatillo, en una posible venganza. ¿De quién y contra quién? Albina
Arce y sus hijos aún no habían cumplido seis meses viviendo en esa casa. ¿Quién vivió antes? En el
barrio nadie se acuerda y la policía no dejó trascender ningún dato al respecto.
En la familia se hacen muchas otras preguntas como esas, pero dicen que no
quieren hablar por miedo y porque temen represalias. ¿Quién disparó la pistola 9 milímetros que
mató a Celeste? Es una pregunta que por ahora la Justicia busca responder. "Vamos a dejar que
trabajen tranquilos, pero queremos que lo hagan. Que busquen a los asesinos, que los metan presos y
que no salgan por mucho tiempo", reclaman la madre y la abuela de la nena, en medio de su
desconsuelo.
Dolor compartido
La abuela paterna de Celeste paga todos los meses la cuota de un servicio de
sepelios a un mismo cobrador que pasa por su casa, José Luis Ruiz. Es el padre de Daiana Ruiz, la
joven de 22 años asesinada de un balazo cuando resistió el robo de su cartera al volver de
trabajar, la noche del 30 de abril. Por el caso hay dos procesados.