A simple vista no parece el mismo Javier Castrilli. Y ni hablar al verlo sin la ropa de árbitro. Sin el gesto serio. Aunque cuando cuenta lo que vivió adentro de las canchas, ratifica la postura que exhibió siempre. El convencimiento en una forma de actuar y buscar la justicia en el juego, tanto para el poderoso como para el débil, en cualquier campo de juego y bajo todas las circunstancias. Tal vez no parezca, pero ya pasaron casi 20 años de su retiro (tras dirigir el Mundial de Francia 98), y ahora con 60 años repasó sus momentos y varias historias que quedaron grabadas para siempre en el fútbol argentino. Con nombrarlas alcanza: la goleada de Newell's a River con los 5 expulsados en 1992, el día que Maradona le reclamaba "estás muerto que no hablás" luego de haberlo expulsado, todo lo que vivió en aquella década del 90 lo repasó con Ovación. Además sumó su mirada al fútbol de hoy, con el avance de la tecnología con el que está "totalmente a favor" y la aparición de su ídolo Lionel Messi, a quien consideró "lejos, pero lejos, el mejor futbolista de la historia".
"Para la gente, uno siempre tuvo una imagen estereotipada, rigurosa, inflexible, pero a la vez con un manto de imposibilidad de ser reflexivo, cosa que es totalmente ajena a la realidad. Cada vez que tomé decisiones extremas no fueron producto de la casualidad ni de la improvisación sino que tenía un respaldo ideológico. Nada fue consecuencia de los impulsos, y sin embargo muchas veces a través de los medios se generó una imagen mía permeable a los impulsos", explicó el ex árbitro internacional en un mano a mano sentado a la mesa de la casa de su amigo Hugo Yamada, en Granadero Baigorria, donde se explayó a gusto durante más de una hora.
No era un personaje, sino un convencimiento.
Totalmente. El fútbol no es una simple diversión, algo recreativo. No nos damos cuenta de la importancia que tiene. Cuando observamos que se obtiene un resultado fuera de la ley y con la complicidad de la justicia estamos en presencia de un modelo de corrupción. Que es consumido por nuestros hijos y nietos. Y si a eso le sumamos que quienes lo generan son los que concentran la atención de esos chicos en una franja etaria tan importante en su formación como individuos, obviamente estamos en presencia de problemas. Lo que observan en el juego lo llevan a la práctica en su vida de relación. Y hay que obrar en consecuencia aportando soluciones al juego. Cuando uno elige ese camino sabe que no es un jardín de rosas, que va a haber muchos problemas y tratar de que el cumplimiento de las normas sean iguales para todos, que no hayan grandes y poderosos para los cuales sean más flexibles, obviamente habrá problemas. A ellos les conviene un status quo proclive y permeable a las presiones. La vida de un árbitro dentro de estas características no es sencilla.
¿No se arrepiente de sus actuaciones?
Al contrario. En mi proceso de formación como árbitro y persona tuve contacto con la gente, fui taxista, ferroviario y aprendí a convivir con la demanda de justicia. En la calle, en el trabajo, en el círculo familiar. Pasan los años y esto se sigue repitiendo desde hace 19 años, cuando dejé el arbitraje. Y me siguen diciendo, «hasta cuándo se van a seguir agarrando en el área», «cuándo se va a defender al habilidoso», «cuándo una falta se va a cobrar igual adentro que afuera del área», «cuándo una falta se va a sancionar con roja a los 40' como al minuto de juego». Entonces en algo el fútbol y el arbitraje está fallando.
No hubo un sucesor.
La figura de una persona es extremadamente relativa. No hay un antes y un después. Sólo trabajé para contribuir a una idea desde lo más profundo de mis convicciones. Lamentablemente Argentina está peleada con las normas, con la ley, y lo manifiesta constantemente.
¿No le da bronca que no siguió nadie su postura?
No. Camino por la vida tranquilo con lo que hice, con errores, defectos y limitaciones.
Hoy existen nuevas reglas, como la sanción de las manos dentro del área.
Hay una enorme confusión, el reglamento sigue siendo el mismo. Nunca se sacó la intencionalidad de la mano. El reglamento está en Internet y cualquiera puede leerlo. El término "deliberadamente" sigue existiendo. Lo que ocurre es que hay recomendaciones claras que a algunos les cuesta comprender. Lo que pasa es que los árbitros antes no sancionaban manos que a todas luces eran intencionales. Porque cuando un jugador va al piso con el brazo extendido o en un tiro de esquina o en una barrera levanta los brazos está extendiendo la superficie de oposición del recorrido del balón en una forma artificial, no con un movimiento natural que deba ser considerado impronta del juego, y eso debe ser considerado intencional. La Fifa llama la atención de esta manera. Que si la pelota iba al arco no tiene nada que ver. Conceptualmente están equivocados porque eso no es cobrable.
¿Está a favor del uso de la tecnología?
Total y absolutamente. En 1995, en una charla con periodistas, junto a Adrián Paenza, descubrimos el aparato intercomunicador y lo puse en práctica. Siempre estuve a favor de cualquier recurso que favoreciera a la justicia, no al árbitro.
¿Pero defiende a los árbitros?
La esencia del juego no es el error del árbitro. Yo pago una entrada para ver a Messi, mi ídolo; a Cristiano Ronaldo, a Neymar, a Sergio Ramos. Cuando llego al estadio ni sé quién es el árbitro. La gente después que lo insulta pregunta quién es el árbitro. Cualquiera sea el idioma, salvo cuando te perjudica. Sí hay que convenir que sus errores afectan y por eso sería el camino indicado implementar los recursos tecnológicos que los ayuden.
¿Por qué hoy no está metido en el arbitraje argentino?
Es que me fui de una forma tan abrupta como traumática. Renuncié, y con el fallecimiento de (Julio) Grondona vino este proceso de trasvasamiento dirigencial con Armando Pérez y su gente, y ahora Tapia con Angelici, que depositaron su atención en otro modelo, con otras personas.
¿Si lo llaman, volvería?
Seguro, no tendría problemas, me encantaría. Pero son ellos los que eligen. Y está bien, como cuando se busca a los técnicos.
¿Está cerca o lejos de lo que piensa Elizondo, el líder de los árbitros?
No creo estar tan lejos, lo que ocurre es que hay un comando tripartito, con Angel Sánchez y Héctor Baldassi. Con Elizondo no tengo mayores diferencia, siempre me pareció una persona correcta.
¿Sí con Baldassi?
Con él y Sánchez tengo mis serias diferencias. Somos totalmente distintos, con otros principios de valores y códigos que ellos jamás pusieron en práctica, a la luz de sus conductas.
El rosarino Saúl Laverni tamién está ahí. ¿Cómo lo califica?
Para mí fue un árbitro que lamentablemente tuvo serias oposiciones en quienes conducían en ese momento el arbitraje. El, como Claudio Martín, tuvieron un potencial técnico impresionante. Pudieron haber estado en los primeros planos internacionales cualquiera de los dos. Pero terminaron siendo víctimas de un sistema. Me gustaban. A Claudio lo tuve de compañero, una excelente persona, viajamos y compartimos partidos de Libertadores. Y a Laverni de verlo actuar. Lo que pasa es que a veces el talento no es suficiente para trascender.
Y al otro rosarino, Sergio Pezzotta, no lo nombró.
Cuando empezó me gustaba muchísimo, después empecé a dudar.
¿Estaba y está de acuerdo con que los rosarinos no dirijan a Central y Newell's?
Una locura. Con designarlos se acabó. Todavía se sigue con el chiquitaje. No hay motivos serios para que los rosarinos no puedan dirigir el clásico. Por qué un porteño si puede controlar un River-Boca, si incluso hasta algunos son declaradamente hinchas de uno de los dos y lo dirigieron. Mientras lo hagan bien. Hablamos de árbitros de elite y la credibilidad no se construye de la noche a la mañana.
Hoy Pablo Lunati aparece como un caso testigo, mostrando su pasión por River.
A él y a la televisión les sirve. Hace su negocio. A mí nunca me pareció un gran árbitro. Pero cuando dirigía nunca se manifestó abiertamente hincha de River.
Perdió la credibilidad que pudo haber tenido.
No creo que sus limitaciones hayan sido por ser hincha, sino por su propia incapacidad.
¿Y usted de qué cuadro es, o era?
Siempre tuve a mi familia dividida en tres. De Ferro, San Lorenzo y Huracán, por una cuestión de vecindad. Pero de hinchismo nunca experimenté algo tan fuerte. Con la práctica del arbitraje mucho menos, incluso con anécdotas muy fuertes porque mi madre era fanática de San Lorenzo.
Alguna anécdota de un partido en Rosario, para concluir con una sonrisa más.
Tengo muchas cómicas, pero uno ponía cara de póker y no trascendían. Como la de un Central-Racing. Salí al campo de juego como siempre, le tocaba mover a Central, todo listo y me olvidé el silbato. Y para disimular me fui al túnel haciendo ver que retiraba a los ayudantes y todos me insultaban. Cuando estaba cerca del túnel, le dije a uno que me lo fueran a buscar, y me lo trajo con un pañuelo. El único que se dio cuenta fue Omar Palma, pícaro, el Negro fue el único que se dio cuenta.