Al Newell’s del Mono Burgos hoy desde lo futbolístico no le alcanza para ganar, pero al menos con esfuerzo, dientes apretados y un plan basado en defender con mucha gente en campo propio por lo menos hace tres partidos que no pierde. Claro que esto no sirve de consuelo ni va de la mano con la riquísima y gloriosa historia leprosa, basada en el juego de alto vuelo ofensivo, con equipos y jugadores memorables que están en la galería de oro del Parque. Pero hoy Newell’s está obligado a darse un baño de realidad. No para conformarse, pero sí para saber que venía en una debacle empinada en rendimientos y resultados y ahora al menos el Mono frenó la caída. Por supuesto que todavía está todo por hacer en cuanto a mejorar aún más en el retroceso y, a la vez, a no ponerse colorado a la hora de atacar el arco de enfrente. Es innegable que el empate de ayer 2 a 2 ante Huracán en el Coloso, el tercero en fila, tuvo sabor a muy poco.
Con todos los recaudos de apostar otra vez a un 5-4-1 de local, sólo con Maxi como falso nueve arriba, Newell’s igual fue astuto para sacarle petróleo a sus ataques y logró ponerse dos veces en ventaja, primero tras un remate desde afuera con desvío mediante de Franco Negri y luego con una trepada notable de Cacciabue que definió con maestría con el borde externo del pie derecho. Pero como luego de cada grito buscó abroquelarse más que seguir lastimando, el triunfo volvió a darle la espalda y el ciclo del Mono encadenó el tercer empate en fila. Y ahora la racha sin victorias de los rojinegros llegó a los diez partidos.
Entregarle la iniciativa al rival tras las conquistas tuvo un precio muy caro. El primer empate fue un frentazo limpio de Cordero a la salida de un córner y el segundo se consumó cuando Newell’s aguantaba a los ponchazos la embestida final del globo. A cuatro minutos de epílogo, Cristian Núñez se filtró solo por el segundo palo y estampó el 2 a 2 definitivo.
Allí se hizo añicos la posibilidad rojinegra de celebrar al fin la postergada victoria. Es que Newell’s todavía no ganó en lo que va del 2021, siendo el último registro triunfal el 3 a 1 ante los santiagueños el 28 de diciembre pasado.
Está claro que por esta malaria de resultados también se produjo la llegada del Mono Burgos, que indudablemente busca darle un perfil diametralmente opuesto al que tenía Newell’s en el pasado cercano. Y está en esa búsqueda de hacer rocosa a la defensa, de achicar espacios hacia atrás, de morder en cada sector y luego desordenarse para atacar. Ayer ante Huracán no pudo blindarse atrás, ganó y perdió de arriba y de abajo, en el medio le costó muchísimo manejar la pelota a pesar del esfuerzo y arriba volvió a jugar con el futbolista más peligroso, como Jonatan Cristaldo, lejos del arco rival.
Y como todo equipo que necesita una victoria como el agua para recobrar la confianza, a medida que avanzó el reloj con el 2 a 1 a favor se fue metiendo cada vez más atrás. Y fue lo peor que pudo hacer, ya que en un desacople defensivo por la espalda de Freytes se filtró Núñez y clavó el lapidario 2 a 2 para los de Frank Kudelka, que ayer no estuvo en el Coloso por estar recuperándose de Covid-19.
La victoria se le atragantó a Newell’s en el domingo de Pascuas. Ya con chances casi nulas de avanzar en la liga, iba a tener revancha el miércoles ante Sarmiento de Junín, en el choque a cara o cruz por la Copa Argentina, en San Nicolás. Pero sorpresivamente, un tuit de la AFA de las 22.19 del domingo, indicó la suspensión sin mayores explicaciones. Esa sí iba a ser una final, sin empate posible. Ahora la próxima será el lunes 12 visitando al escolta Lanús, con la misma obligación de encontrar al fin el camino a la victoria.