“Así no puede seguir el fútbol. Soy de los que creen que hay que implementar optativamente la figura de la sociedad anónima. El fútbol argentino lo tiene que aceptar. El club que quiera lo hace y el que no, no lo hace. Ya sea con una u otra figura, los clubes tienen que respetar sus compromisos, pagar los salarios e impuestos, tienen que tener las canchas en orden para que no corra riesgo la gente”. De este modo el presidente de la Nación, Mauricio Macri, volvió a reflotar días atrás un viejo proyecto que ya había presentado en la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) cuando era presidente de Boca, pero que sólo él votó a favor. Ovación sometió la iniciativa a la opinión de directivos de clubes locales: tanto de primera como de los de las divisiones C, D y Federal B.
Ni el presidente de Rosario Central, Raúl Broglia; ni el secretario de Newell´s, Pablo Morosano; ni el vicepresidente de Central Córdoba, Luis Stern; ni el presidente de Argentino, Daniel Mariatti, lo aprueban. El único planteo intermedio —porque no descarta las asociaciones mixtas— fue el que presentó la cabeza dirigencial de Tiro Federal, Carlos Dávola.
A la negativa mayoritaria se sumó también la de una legisladora. La diputada provincial del FpV Claudia Giaconne dijo: “Las sociedades anónimas son una puerta a las apuestas y al lavado de dinero en el fútbol, con dueños inexistentes. Debemos juntarnos desde abajo para impedir este nuevo intento de hacer negocios con el deporte”. Un “no”, por ahora, contundente.
¿Qué implica permitirles a los clubes que sean sociedades anónimas deportivas (SAD)? Que los socios elijan si siguen como ahora siendo asociación civil sin fines de lucro, conducidas por ellos mismos, o pasan a ser una empresa privada que se adueña del estadio, la camiseta y hasta la historia del club: una figura no contemplada hoy por AFA. Un paisaje dirigencial que cambia rotundamente.
Detrás del proyecto de Macri reposa la idea de que, tal como están organizadas actualmente las entidades deportivas, están condenadas a la deriva. Se plantea como la única manera de ordenar las vulnerables economías; un menú con directorio, acciones, planes de negocio y capitales de diverso origen.
En 2001 Macri había lanzado la propuesta de permitir el ingreso de capitales privados a los clubes en una AFA aún bajo el "reinado" de Julio Grondona. La sometió a votación pero perdió por paliza: 38 a 1 (su propio voto). Ahora el tema se reflota, a tono con el rumbo de libre mercado de las políticas nacionales. Varios directivos ya manifestaron su desconfianza en la reforma de los estatutos de AFA. Los que se oponen son los presidentes Luis Segura (AFA), Rodolfo D’Onofrio (River), Alejandro Nadur (Huracán), Nicolás Russo (Lanús), José Gómez (Patronato de Paraná), José Lemme (Defensa y Justicia), Claudio Tapia (Barracas Central), Hugo Moyano (Independiente) y Marcelo Tinelli (vice de San Lorenzo). Los más proclives a los cambios, en cambio, son: Daniel Angelici (Boca Juniors), Sebastián Verón (Estudiantes), Mario Leito (Atlético Tucumán), Armando Pérez (Belgrano), Víctor Blanco (Racing) y José Mansur (Godoy Cruz de Mendoza).
El tema marca la agenda del Estado y se mete en la campaña presidencial para disputar el sillón de calle Viamonte. El proyecto está siendo estudiado por un equipo integrado por el secretario general de la Presidenica, Fernando Andreis, y el referente de Fútbol para Todos, Fernando Marín, entre otros.
“No” rosarino. La postal de los clubes rosarinos muestra que la idea de Macri no goza de buen respaldo. Desde Arroyito, Broglia postuló: “Nuestro estatuto prohíbe constituirse en sociedad anónima o cualquier tipo de sociedad. Somos enemigos de esa iniciativa porque las sociedades anónimas cierran y nadie tiene responsabilidad. Un socio en cambio es una cara visible, tiene otro compromiso y obligación al proteger el patrimonio de un club”. Pero además Broglia miró hacia Europa, más precisamente a España, y comentó: “Los españoles obligaron a todo club con deuda a convertirse en sociedades anónimas y allí aparecieron varios millonarios y se adueñaron de algunas entidades, sin embargo los más grandes son sociedades civiles (ver aparte). Acá esa idea no prosperó, Mandiyú lo intentó y no anduvo".
El dirigente se refirió así a la crónica del fracaso que significó intentar convertirse en SA al Club Deportivo Mandiyú, de Corrientes. La entidad fue fundada en 1952 por empleados de la fábrica textil Tipoití, propiedad del empresario Eduardo Seferian. Se llamaba Club Deportivo Tipoití, pero como no se aceptaban nombres con firmas comerciales fue rebautizado con el nombre de Mandiyú (que significa “algodón” en guaraní). En 1993, Seferian quiso resolver la crisis económica y financiera del club apelando a la figura de la SA pero AFA no se lo permitió. En 1994, el ex legislador menemista Roberto “Tito” Cruz adquirió la entidad por 2 millones de dólares y contrató a Diego Maradona como entrenador y al ex arquero de la selección Sergio Goycoechea. El proyecto fracasó de manera rotunda. Mandiyú hizo una campaña decepcionante en el torneo Clausura y fue relegado al Nacional B. Sin líderes visibles para gestionar el club y con grandes deudas que no se podían pagar, fue desafiliado de la Liga Correntina y posteriormente disuelto. Recién en 1998 un grupo de ex directivos y aficionados decidió formar un nuevo club. Y en 2012, reapareció Tito Cruz y manifestó que “nunca” vendió el club y por tanto Deportivo Mandiyú era de su propiedad. Cataratas de demandas e intervención mediante, hoy los algodoneros están compitiendo en el Torneo Federal C.
También con una mirada negativa a la propuesta contestó Morosano, el dirigente del club del parque Independencia. “Tenemos el concepto práctico y filosófico de que los clubes son de los socios y ellos deben administrarlo desde una sociedad civil, eso no quita que algunas entidades puedan recurrir a capitales privados para subsistir y ser competitivos, pero no es el caso de Newell's, que funciona sin necesidad de convertirse en una sociedad anónima”.
Otro caso que ”naufragó fue el de Sportivo Barracas, en 2003. El Grupo Económico Inversor SA, del periodista Enrique Sacco, se hizo cargo del área de fútbol y decidió mudar la localía del equipo a la ciudad de Bolívar (de donde es Sacco) para atraer a más socios. Pero la empresa cometió casi una herejía. Le cambió el nombre al club y la camiseta: Sportivo Barracas pasó a llamarse Sportivo Barracas Bolívar y los bastones blancos y azules se transformaron en camiseta roja.
Como los cambios aliviaron la situación económica y el club ascendió de la D a la C nadie dijo ni “mu”. Pero en 2007, Sacco y su grupo fundaron un club paralelo, con el mismo nombre, para que compitiera en el Argentino C y fue el quiebre. En 2009, la comisión directiva de Barracas rescindió el contrato de gerenciamiento. El club tuvo que pedir prestada la cancha de Acassuso para jugar de local, descendió nuevamente a la D y en 2012 fue desafiliado. Hoy, no sin varios naufragios más, volvió a la C.
Más contras. “¿Qué pensamos? Cortito: No estamos de acuerdo. Las experiencias de gerenciamiento por grupos empresariales siempre terminan mal, en bancarrota. Quilmes y Racing lo intentaron y no prosperó. Los dirigentes de clubes medianos y chicos hacemos esto por pasión, por una función social. Y en el mundo empresarial la lógica es otra: dos más dos son cuatro y a veces seis o siete. Y si no les dan los números se van y se llevan la historia y todo. Nos oponemos”, dijo el vicepresidente de Central Córdoba, Luis Stern.
Desde el Salaíto, Mariatti, comentó que la comisión del club está “totalmente en contra. Para nosotros los clubes deben cumplir un rol social, no pueden estar en manos de empresas. Los clubes en general y los de fútbol en participar tienen un ingrediente que es la pasión, que no se puede poner en manos de negociantes. Mas allá de que pueda dar la sensación de que como sociedades anónimas les va a ir bien o mal a los intereses del club, no le va a ir bien a la sociedad. Si empezamos a privatizar lo social.. ¿Sabés qué? El gobierno antes de pagar a los fondos buitre debería invertir en fútbol, que es lo que nos posiciona en el mundo", dijo Mariatti.
Por último, y como la postura más flexible de todas, sentó posición desde Tiro el presidente Dávola. “Acá en la Argentina debería haber un sistema mixto en el que convivan clubes como asociaciones civiles y como sociedades anónimas. Los clubes pasaron por una serie de cambios como la sociedad y seguimos manejando los mismos criterios de organización”, criticó. Y en esa línea agregó: “Hoy los clubes tienen grandísimos problemas porque los dirigentes al momento de demostrar responsabilidad no se hacen cargo de las consecuencias. Algunos los dejaron bien organizados y otros no. Hoy tenemos una asociación endeudada porque los clubes a su vez le deben a la AFA, si parciparan del derecho comercial estarían en quiebra. No podrían seguir. Los clubes más chicos se ven perjudicados por malas administraciones de los más grandes, que no pagan pases y otras tantas cosas”, concluyó.