Tokio 2020 en 2021 y cuánta, cuánta agua pasó debajo del puente. Los Juegos Olímpicos que debían comenzar hace exactamente 12 meses finalmente lo harán este viernes, un año después de fecha original y tras la postergación a la que obligó la pandemia por el Covid-19. Los iban a llamar los Juegos del Futuro, pero definitivamente serán los Juegos de la Pandemia. Porque el nombre no es oficial, pero así circula, así se expande. Con el mundo aún en jaque por los condicionamientos y riesgos que implica el coronavirus, Japón y el Comité Olímpico Internacional (COI) fueron por una puesta jamás vista: hacerlos, sea como sea. Con miedo, incertidumbre, pero también con la esperanza que supone dar un paso adelante en la superación de esta catástrofe global. Así, Tokio le dará la bienvenida a los XXXII Juegos Olímpicos. Desde las 8 de Argentina y con televisación en vivo de TyC Sports se podrá ver la inauguración.
Si bien la competencia en estos Juegos ya comenzó hace tres días con béisbol/sóftbol, fútbol y tiro, la apertura oficial será con la siempre esperada y tradicional Ceremonia de Apertura, momento cumbre de cada edición, con el desfile de delegaciones y el encendido del pebetero olímpico que marca el inicio de la gran cita del deporte mundial. Pero hasta el momento, no se sabe demasiado. Si bien el Comité Organizador de Tokio trata de mantener en secreto los detalles de la apertura, sí trascendió que será solemne y que se evitará el uso de la palabra “celebración”. Es que sí, el mundo no tienen mucho que festejar mientras aún mueren millones de personas a causa del Covid-19, aunque parte de Japón se empeñe en la fe de la superación y utilizando el deporte como vehículo de transmisión de ese mensaje.
La Ceremonia Inaugural será rara por donde se la mire, más allá de lo que Tokio proponga para cautivar a los millones de televidentes que la seguirán desde cualquier lugar del mundo. Y esto ocurrirá por decantación. El Estadio Olímpico de la capital nipona no tendrá público, como no lo tendrá ninguna de las sedes de esta edición (salvo que con el transcurso de los días se decida lo contrario y sólo para algunas disciplinas), siendo mínima la presencia de dirigentes, invitados y periodistas en las gradas. Qué ocurrirá con las delegaciones también es una incógnita. Se estima que sea metódico, con muchos protocolos y extremadamente controlado. Tokio 2020 también representará la primera edición de unos Juegos con dos abanderados, un hombre y una mujer para el caso de que cada comité nacional así lo decida. En este marco, Argentina tendrá como tales a la rosarina Cecilia Carranza Saroli junto a Santiago Lange, ambos campeones olímpicos en Nacra 17 en Río de Janeiro 2016.
Habrá un concepto común entre las ceremonias de Apertura y Clausura: avanzar. Y en ello se basa Tokio haciéndose eco de las inéditas circunstancias que hace vivir la pandemia. Nunca antes ocurrió nada similar a esto. Entonces, el deporte aparece como herramienta para mirar hacia el futuro, hacia la nueva normalidad. La inauguración, en este sentido, tendrá este lema: “Unidos bajo la emoción”. La idea propone que ese poder incalculable que tienen los Juegos Olímpicos y sus valores, sean importantes para ayudar a superar este presente. Hace ya muchos meses, cuando se dudaba de la realización de Tokio 2020, los organizadores confiaban en que, de poder realizarlos, serían considerados los Juegos de la Superación, se habría vencido a la pandemia. Bueno, la pandemia no terminó, pero Tokio, Japón y el deporte en su máxima expresión así prefieren creerlo.
Como si fuera un karma. Los Juegos Olímpicos nunca fueron sencillos para el país del Sol Naciente. Tuvo asignada la edición de 1940 pero poco tiempo antes anunció que no podría llevarlos a cabo, en los que eran los primeros años de la Segunda Guerra Mundial. Helsinki tomó esa posta, pero tampoco pudo con el conflicto bélico aún más avanzado. Y en 1964 sí los celebró, no sin antes haber "renacido". Aquella Segunda Guerra le llevó a Japón años para levantarse y esos Juegos fueron el mensaje con el que mostró al planeta que se había puesto de pie nuevamente. De hecho, el pebetero olímpico de aquella edición fue encendido por Yoshinori Sakai, un joven que entonces tenía 19 años y que había nacido el 6 de agosto de 1945 en Hiroshima, el mismo día que EEUU le arrojó la primera de las dos bombas atómicas (tres días después lo hizo en Nagasaki). Vaya contundencia en la idea a transmitir con esa elección. Tokio 2020 volvió a ser una enorme preocupación y aún lo es, ya en curso. Aunque también lleva su mensaje.
Por la pandemia, el foco que habitualmente hace mirar ciertos aspectos, se expande y multiplica en otros temas. Y en este sentido quedó en segundo plano que estos serán los Juegos de la Igualdad, ya que no sólo dieron un paso superador con la presencia de dos abanderados (hombre y mujer) sino que más que nunca se acercaron las cifras de la paridad de género. El COI avanzó en la incorporación (y exclusión) de pruebas con este fin: la igualdad. Salvo en el sóftbol y béisbol, en las demás habrá paridad. Incluso en Tokio 2020 el porcentaje de participación de mujeres será de un 49%, superando a Río 2016, con el 45%. Y varios países, como por ejemplo Gran Bretaña o Puerto Rico y Chile por citar países latinoamericanos, llevarán más mujeres que hombres en sus delegaciones.
Tokio 2020 es esto: un torbellino temas, de conceptos, de análisis, de especulaciones. Se trata de un submundo extraño e insólito dentro de otro mundo extraño e insólito moldeado por un virus que se viste de terror para surcar cada rincón del mundo. Los Juegos ya empezaron y aún en las calles de Japón hay manifestaciones en su contra. El grueso de la población (muy pocos vacunados) teme porque esto genere nuevas olas y nuevas cepas con la llegada de atletas y oficiales de distintos sitios del planeta. De hecho ya sucedió: deportistas que dieron positivo a su llegada, equipos marginados por contagios masivos, aislamientos obligatorios por contactos estrechos y muchos casos positivos de personas abocadas a trabajar en la cita olímpica. Desde hace una semana Tokio registra el mayor número de aumentos de casos desde la segunda ola y en esta que se precipita y parece ser la tercera, le teme a la generación de la “cepa olímpica”.
El Comité Organizador y el COI siguen adelante. Como siguieron hace un año y cada día, aún en contra de todas las vicisitudes, la caída de las economías globales, los gastos estrepitosos y los incontables riesgos en la salud que esto supone para la población y para los deportistas más allá de que ellos tengan monitoreo constante. Tokio 2020 sigue adelante y se hará como sea. Parecía imposible, incierto, ilógico, pero se hará. Con un mundo mirándolos más que nunca. Sólo la Primera y Segunda Guerra Mundial pudieron frenar a unos Juegos, los de 1916, 1940 y 1944. A estos, el virus, los puso en jaque pero no los derrocó. Por eso serán, definitivamente, los Juegos de la Pandemia. Y están en marcha, telón mediante. No se celebran, aunque esperanzan. En Japón, en la tierra del Sol Naciente, sale el sol.