Escuché el comentario por primera vez y confieso: me sonreí. Porque surgió rápido, porque es gráfico, ingenioso. "A Cristina le dicen maple porque está llena de huevos". Y me lo imaginé nacido y creado en una postal de ficción, amarillenta, clásica: mesa de bar frente al televisor con platea de varones mirando a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner durante el alegato ante los jueces de Casación por la causa dólar futuro.
Uno tiene la mano en la bragueta, otro escucha atento mientras le mira el traste a la moza, uno más con la silla dada vueltas y los brazos sobre el respaldo pide un cortado con la típica seña cóncava del índice y el pulgar. Allí, uno de ellos larga la frase y las risotadas del resto hacen tambalear la mesa.
Pero la escena corre por mi cuenta e imaginación, tal vez lo de "maple" fue una ocurrencia femenina y sanseacabó. No es lo más importante.
En el imaginario social sigue vigente la curiosa idea de que para ser valiente es necesario ser lo más parecido a alguien con huevos, testículos y pene, claro. Un macho como el de las tribunas futboleras, que "la pone", "la da", "la mete". Alguien sexualmente activo, quien penetra y golea victorioso, mientras pierde como en la guerra la o el que recibe.
En este chiste sonso, cortito y al pie, en esta metáfora avícola, circula esa idea: la débil, la derrotada, la sin agallas, la sumisa y sin arrojo es la sexualidad femenina. Y algo de razón lamentablemente tiene la ocurrencia: las mujeres sí perdemos pero no cuando nos penetran, gozamos y podemos dar placer, sino cuando nos abusan, violentan, violan y matan.
En los dos primeros meses del año se sumaron 50 femicidios, por eso el lunes próximo, miles en todo el país y con barbijo marcharemos por las calles en el Día Internacional de la Mujer para gritar a viva voz: "Basta de violencia machista, ¡paren de matarnos!" (en Rosario habrá concentración en la plaza San Martín, a las 17 y en el Monumento, a las 18).
Pero volviendo al maple. Supongamos. Usted no está de acuerdo con los argumentos desplegados por la vicepresidenta, pero ¿en serio cree que le faltó cohesión y coherencia discursiva o agallas para hablar en un lugar de tanto poder patriarcal que en general llega tarde? Valen los casos de las mujeres asesinadas este año a pesar de sus denuncias.
¿Realmente cree que son muchísimos los varones con esas cualidades y que dan así la cara?
Esa mujer no estaba en una entrevista televisiva, en una charla familiar o con amigos: estaba en una audiencia judicial y se estaba defendiendo sola.
Por eso cuando esta mañana escuché otra vez el chiste por la radio, cuando una amiga me lo volvía a contar y luego lo leí viralizado en las redes ya no me causó tanta gracia.
Sí, alguien podrá decir que una perdió el humor que tanto divierte a los muchachos y no faltará incluso quien pueda explicar esa falta de manera provocadora y agresiva, aunque sobre lo chistoso del chiste ya hay mucho escrito. No vale la pena explicar nada. No será la primera ni última vez y, además, las mujeres podemos defendernos con uñas y dientes, sin maple. Con argumentos y coraje, y eso ayer, hubo de sobra.