Palavecino destacó que desde distintas ramas de la ciencia se está haciendo foco en las emociones. "Durante mucho tiempo pensamos en el ser humano como inteligencia y voluntad y relegamos la afectividad. Pero hoy se ve cuán importante es el afecto en el desarrollo y la maduración de los chicos", señaló. "Que un chico se enoje, se encapriche, tenga celos o esté triste no es ni bueno ni malo, son sentimientos. Tenemos que enseñarles a que no sean dominados por éstos y aprendan a manejarlos".
—¿Cómo puede un chico controlar sus sentimientos?
—En primer lugar lo que tenemos que hacer es no negar sus sentimientos. Reconocerlos, sintonizar con ellos, es clave. Si un hijo dice que tiene calor y la mamá le contesta: "No puede ser, hace cinco grados", no está teniendo en cuenta lo que le está pasando a su hijo. Tampoco son muy felices las frases tales como "no podés tener celos de tu hermano, ahora tenés a alguien con quien jugar". A veces las madres lo hacemos para desdramatizar, pero estamos negando lo que siente. Tampoco es bueno caer en el error del "pobrecita mi amor". Ese es el peligro: sobreprotegerlos, pensar que ellos no pueden.
—Pero a nadie le gusta ver sufrir a un hijo...
—¡Claro! Pero no los podemos tener en una burbuja. La vida trae decepciones, por eso como padres lo mejor que podemos hacer es enseñarles a manejar estas situaciones. Para eso brindo un "kit de herramientas".
—¿Qué hay en ese kit?
—La primera herramienta es el amor incondicional por ese hijo, por quién es y no por los resultados o por lo que hace. Enseñarles que si se equivocan pueden volver a empezar, si no los eligen para fútbol, puede ser hacer atletismo. Esta es la base de la autoestima de un niño, que le va a ayudar a no dejarse vencer ante las circunstancias adversas. Nadie sabe qué le va a tocar en la vida, por eso tenemos que enseñarles autonomía, responsabilidad y libertad, porque algún día van a volar...
—¿Estas son otras herramientas del kit?
—Sí, pero antes hay que enseñarles a esperar. Por ejemplo, que aguanten a que su hermano termine de usar la computadora, explicarles que si tienen hambre aún falta una hora para comer, que para su cumpleaños va a recibir el regalo que quería y no ahora, esperar un viaje, un hermano, al que hay que esperar nueve meses, tiene que tener 18 años para sacar el carnet de conductor y también ahorrar si quiere hacer el viaje de su vida. A los padres nos da pena, y a veces somos nosotros los primeros impacientes que queremos solucionar el problema antes de que venga el berrinche, pero es un error. Vamos a tener hijos inútiles y fracasados, porque no tendrán a su "bastón" para que les solucione los problemas. Hoy escucho a chicas que llegan a los 30 años y quieren tener hijos, y se desesperan. En la mayoría de los casos es que no saben esperar los ritmos del cuerpo. Parece una pavada, pero no comprarle el primer capricho que se les ocurre cuando salen del jardín, es muy aleccionador. De ese saber esperar los chicos adquieren un gran valor muy necesario para los procesos vitales: la paciencia.
—Habló del esfuerzo...
—Sí, la capacidad de esforzarse es otra gran herramienta. Esto hay que empezarlo desde que tienen un año, por ejemplo, a que tiren el pañal en el tacho de basura. ¡Les encanta! La capacidad de esforzarse se puede cultivar a través de que cada uno tenga una tarea en el hogar. Pensar "pobrecito, está cansado, vuelve de la escuela" no es justo porque todos estamos cansados. Entonces lo que recomiendo es plantear el tema como un equipo. Como familia somos un equipo, todos trabajamos, hacemos mil cosas y en casa también tenemos alguna tarea concreta, y así nos ayudamos entre todos. Así, se arma una lista y cada uno dice lo que podría hacer, alguno puede poner la mesa, otro sacarla, otro llevar la ropa sucia al lavadero, otro más grande poner el lavarropas... y así las mil tareas del hogar. Y si cada uno cumple con su encargo, va sumando puntos y al llegar a la meta, nos vamos todos a dar una vuelta en bici. Recomiendo no regalarles cosas materiales. Compartir un momento en familia es lo que más disfrutan. Hay que motivarlos y ser creativas. También a veces sirve ayudarse entre dos. Por ejemplo, si la mamá es desordenada, ponerse la meta con el hijo desordenado y acordar: cuando yo llego cuelgo la cartera en el perchero y vos ponés la mochila en tu habitación, y así nos ayudamos mutuamente.
—¿No es más fácil hacerlo uno antes que lidiar con que cada uno haga lo que le toca?
—Es más fácil en el momento, pero no los estamos educando. Esto tiene que ver con qué queremos de nuestros hijos y nuestro proyecto como padres. Un gran valor que les podemos enseñar para la vida es que crezcan con autonomía: que ellos solitos sepan hacer las cosas. A medida que un niño va creciendo, va aumentando su autonomía y responsabilidad. A los seis años se podría preparar la mochila para la escuela solito, puede elegir cuándo hacerlo. Al principio tendremos que ayudarle y hacerlo con él o ella, pero luego lo empiezan a hacer solos, igual que dejar la ropa lista para el otro día. Eso lo puede hacer cada uno y se ahorran muchos disgustos y peleas a la mañana. El padre sobreprotector no deja que el chico haga nada y lo hace todo por él: le lleva la viandita caliente, si se olvida el mapa sale corriendo a llevárselo a la escuela, le guardan la ropa, le hacen todo. Es una pena, porque ese chico a los 18 años no sabe manejarse solo.
—¿Qué pasa cuando los padres no tienen tiempo de dedicarse tanto a los chicos?
—No es cuestión de horas sino de agenda, de organizarse muy bien. A los chicos hay que darles consignas claras, cortas y sencillas y de a una, no todas a la vez. Para eso hay que estar convencidos de lo que uno quiere hacer porque si no los chicos, cuando te ven dudar, no responden. Los padres sabemos que el tiempo es lo mejor que les podemos dar a nuestros hijos y si nos ordenamos primero externamente, también podremos tener un orden interno y jerarquizar las tareas. Por ejemplo si el papá sabe que esa noche juega la selección argentina, es bueno que priorice y ayude a que sus hijos preparen antes la ropa, la mochila porque después cuando se sienten frente al televisor no lo van a querer hacer. Eso es ejemplo de agenda, en esto nada se improvisa. Hay que tener olfato, muñeca y entender que cada hijo es diferente.
—No es nada fácil...
—Pero se puede aprender, y no es complicado. En el fondo es una cuestión de orden, y de tener claro que los padres educamos por lo que somos, después por lo que hacemos y muy en tercer lugar por lo que decimos. Por eso, ser padres siempre nos hace ser mejores personas.
—Entonces ¿qué no puede faltar en el kit del que habla?
—Lo fundamental es responsabilidad, tolerancia a la frustración, autocontrol, dominio de sí, paciencia y trabajo en equipo. Es importante no agobiarse porque las cosas no se dan todas juntas. Cada día es importante en la educación de los hijos y está claro que tenemos que disfrutarlos. La realidad es que vamos aprendiendo también de la mano de ellos, teniendo muy clara la meta que queremos lograr: que ellos sean felices.
Jornada abierta para padres Los colegios Mirasoles y Los Arroyos organizaron una actividad abierta a la comunidad. Se titula "Tiempo de encuentro" y será el sábado 17 de septiembre, de 10 a 11.30. Habrá dos conferencias. La primera estará a cargo de la orientadora y coach familiar de Buenos Aires Cecilia Palavecino, quien disertará sobre la educación de los sentimientos desde edades tempranas. A continuación, el fundador de la ONG Proyecto Padres, Adrián Dall'Asta, hablará sobre los jóvenes y la noche. La actividad está abierta a todo público y será en la sede de la escuela de avenida Real 9350. Para más información e inscripción llamar al 525-4800.
Sugerencias Un libro: Más fuerte que el odio, de Tim Guenard
Películas:
• Para los más chiquitos: Cars.
• Para ver con chicos que están en la primaria: Intensamente, La familia del futuro, Nemo. Ayudan a ver lo que es un padre sobreprotector y cómo los demás pueden darle herramientas para que él salga adelante.
• Toy Story 2 y 3.
• Valiente: para adolescentes.
• Un viernes de locos: relación madre-hija adolescente
• Para los más grandes: Invictus, Somos Marshall y 42, para los más grandes.