Por Lucas Ameriso
Mientras el país sigue en cuarentena y Rosario sufre el impacto de un paro de colectivos que ya lleva 22 días, muchos urbanistas y expertos en movilidad ya están imaginando cómo serán las ciudades en lo que se denomina la "nueva normalidad". Julián Sastre, es doctor ingeniero civil, presidente del Instituto de Movilidad de Sevilla (España), profesor de la Universidad de Sevilla y asesor habitual de organismos multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Europeo de Inversiones. Y desde 2016, experto consejero de la Asociación Latinoamericana de Sistemas Integrados para la Movilidad Urbana Sustentable. A su entender, para la postpandemia "es necesario mantener el sistema de colectivos", pero pensarlo diferente. "Como consecuencia del distanciamiento social, es posible que se requiera más frecuencia en hora pico, lo que implica un costo diferente que no puede ser asumido vía tarifa por el pasajero. Eso puede implicar la reconsideración del modelo de gestión y financiación del transporte colectivo", admitió.
— En Rosario el efecto de la cuarentena redujo notablemente la cantidad de pasajeros que se desplaza en los colectivos y ahora el sector lleva 22 días de paro. ¿Cómo cree que será la "nueva normalidad" en este servicio de transporte?
— Se ve mucha gente caminando y en bicicleta, descubriendo sus barrios y que es posible moverse sin necesidad del coche. Así que mi esperanza es que tengamos una movilidad más sostenible. A pesar de la mala prensa del transporte colectivo, la vuelta masiva del coche conllevaría dos grandes peligros: volverían la contaminación y la congestión. Si pensamos en mudar el 30 por ciento de la demanda que hay a viajar en colectivo a los autos, requeriría más de un 300 por ciento de nuevas vías. Tendríamos que hacer autopistas urbanas a lo americano y eso destrozaría nuestras ciudades y generaría atascos descomunales. Por tanto, el transporte es necesario si queremos ciudades sostenibles. Solo hay que darle las condiciones para que siga siéndolo.
— Esta alternancia del colectivo con otros sistemas de transporte, ¿se mantendrá?
— El transporte es un servicio público independientemente de que se haga con gestión privada. La suma de ciudad densa y compacta, con mezcla de usos y transporte colectivo, bajo la premisa de que el urbanismo y la movilidad es un binomio inseparable, era la solución antes de la pandemia y no creo que deje de serlo a mediano y largo plazo. La ciudad difusa, con espacios verdes para todos es preciosa pero no es sostenible. Genera desplazamientos de largas distancias que hacen muy complicado la viabilidad de un buen transporte público y generan muchas emisiones. No obstante, como consecuencia del distanciamiento social, es posible que se requiera más frecuencia en hora pico, lo que implica un costo diferente que no puede ser asumido vía tarifa a pasajeros. Eso puede implicar la reconsideración del modelo de gestión y financiación del transporte colectivo.
—¿Cómo garantizar el transporte en la era de la distancia social?
— El problema es la hora pico para mantener la distancia personal (la ocupación no debería exceder el 50 por ciento). Si la demanda se mantuviera necesitaríamos invertir en vehículos y personal. Ahora, pensemos que esa economía en crisis reducirá la movilidad. Dicen que alrededor del 10 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI) caerá, lo que supone una pérdida del 10 por ciento de los viajes. Entre el teletrabajo y la flexibilización de horarios, se disminuirá otro 10 por ciento de la movilidad en hora pico. Si mantenemos los carriles preferenciales al transporte y aumentamos la velocidad comercial se puede ofrecer un 30 por ciento más de oferta.
— A la hora de pensar la movilidad a futuro, ¿las ciudades multicéntricas como Rosario tendrán un impacto y modificación en sus sistemas de traslado?
— El urbanismo y la movilidad es un binomio inseparable. Hay que pensar la ciudad teniendo en cuenta que los ciudadanos deben moverse y hay que hacer planes de movilidad pensando en el modelo de ciudad y proyectos de transporte que sean una oportunidad para hacer ciudad, para mejorarla. Hay un concepto que está tomando protagonismo en diferentes países y ciudades: el urbanismo táctico, una nueva forma de entender las transformaciones urbanas desde la óptica comunitaria y las intervenciones ágiles, eficientes, de bajo costo y, lo más importante, evaluables y reconfigurables.
— El centro o casco antiguo de la ciudad, ¿debería repensarse sin autos?
— Debería pensarse para los peatones y las bicicletas, lo que no quiere decir que no haya coches, de hecho es necesario en los centros asegurar que el residente pueda estacionar, que se pueda hacer carga y descarga.
— En Rosario hay más de 150 kilómetros de ciclovías, pero coexisten con el tránsito y colectivos. ¿Deberían resguardarse más los senderos con bicicleta?
— La clave de la bicicleta es que se pueda circular de forma segura, requiere resguardos pero también políticas de calmado de tráfico (reducción de velocidad), concientización y tolerancia cero con las infracciones de los autos.