Estamos ante una crónica de un final anunciado. No se trata únicamente de responsabilizar a este gobierno por la situación actual, sino de entender un esquema financiero persistente que viene consolidándose desde hace años.
La crisis de financiamiento en pesos se acelera: el Tesoro paga tasas cercanas al 70% anual para intentar renovar letras y bonos, pero logra resultados parciales. Los vencimientos próximos superan la base monetaria y amenazan la estabilidad cambiaria, en un esquema que recuerda a crisis pasadas.
Por Jorge Sauan
Estamos ante una crónica de un final anunciado. No se trata únicamente de responsabilizar a este gobierno por la situación actual, sino de entender un esquema financiero persistente que viene consolidándose desde hace años.
Antes de asumir, Alberto Fernández aseguró que pagaría medicamentos y aumentos a jubilados con los intereses de las LELIQs. Sin embargo, esos pasivos financieros no solo continuaron, sino que crecieron de manera exponencial. Esto demuestra que la dependencia de la deuda interna para financiar el gasto fue intensa durante su mandato.
Ese modelo de valorización financiera —similar al aplicado en períodos como el de Martínez de Hoz, el fin del gobierno de Alfonsín o el de Macri— resultó en grandes ganadores: los Bancos. En cambio, la población sufrió la inflación y una devaluación constante del poder adquisitivo de sus ingresos.
Con la llegada de Milei, las LELIQs fueron rápidamente descontinuadas. En diciembre de 2023, el BCRA dejó de licitarlas y redujo su stock. Pero en su lugar surgieron otros instrumentos del Tesoro como las Lecaps, Boncaps, bonos CER, bonos dolar-linked, TAMAR, entre otros, que continuaron financiándose con tasas elevadas.
En la licitación del 29/07, el Mercado ya dio un primer indicio de desconfianza sobre la sustentabilidad de este esquema financiero, y la Secretaría de Finanzas no logró renovar vencimientos como lo esperaba. Solo renovaron un 75% de las letras, la mayoría a un cortísimo plazo inferior al mes, y con una suba de la tasa de interés que pasó del 35% al 65% anual.
Para contener la liquidez y que el Mercado continúe renovando las Letras, se vendieron contratos de dólar futuro por casi U$S 5.000, se subieron de manera brutal las tasas, se endurecieron los encajes bancarios y se habilitó una ventanilla de liquidez en REPO del BCRA que permite a los bancos colocar sus excedentes y recibir liquidez al día siguiente sin que eso implique más emisión monetaria.
Todas estas medidas, parecen tener únicamente como objetivo mantener el tipo de cambio estable en el cortísimo plazo, sembrando una especie de espejismo de estabilidad hasta las elecciones, pagando para ello un costo muy elevado, en el que nadie en principio del gobierno parece reparar.
No obstante todas las medidas tomadas, en la licitación del 13/08 reciente, el gobierno renovó apenas entre el 60% y 61% de los vencimientos, liberando gran parte de los pesos en circulación, mientras las tasas mensuales ofrecidas superaron el 4-4,5 % mensual (bien por encima de la inflación esperada), llegando a una tasa cercana al 70% anual.
Ante este grave problema el Tesoro volvió a anunciar para este lunes 18/08 una nueva licitación de Letras y Bonos, intentando recapturar los fondos que quedaron fuera de la renovación anterior.
Cuando alguien paga una Tasa TAN elevada, se me ocurren dos alternativas. O que se encuentra en estado de desesperación extrema, o que no piensa devolver los fondos prestados. O ambas.
Tampoco me detengo a analizar la consecuencia desastrosa que implica en la economía REAL de las empresas que el Tesoro le pague a los Bancos una tasa del 70% anual. ¿A cuánto le tendría que prestar entonces un Banco a una empresa que necesite fondos para hacer una inversión? ¿De cuánto va a ser la tasa de interés que cobren las tarjetas de créditos? Obviamente vamos camino a una drástica caída en el nivel de consumo y de actividad, la que en los últimos meses se encontraba de hecho estancada.
Por otra parte, todas las duras medidas de ajustes fiscales tomadas para lograr un superávit fiscal primario parecen haber sido en vano, ya que de nada sirve contener los desequilibrios en el corto plazo, sin resolver el problema de fondo: el creciente déficit financiero (cercano al 10% del PBI) que supera ampliamente el objetivo de ajuste fiscal (5% del PBI).
Tomemos el ejemplo de una empresa que posee problemas económicos y financieros, no basta con ajustar el costo de las operaciones si los costos financieros por deudas elevadas siguen devorando los escasos excedentes. Aplazar vencimientos solo agrava el desequilibrio general.
Hoy, el gobierno enfrenta vencimientos cada vez más difíciles de renovar, con tasas reales muy por encima de la inflación, y una Base Monetaria que no alcanza para pagar los intereses si dependiera solo de liquidez existente.
Pero la presión sigue. Los vencimientos próximos —que hasta las elecciones suman montos muy superiores a la base monetaria— amenazan con liberar pesos que podrían ir al dólar. Si eso ocurre, el tipo de cambio, que hoy funciona como ancla antiinflacionaria, podría dispararse, erosionando el único logro económico visible del gobierno.
23/08/25 $ 3 Billones U$S 2.300 Millones
29/08/25 $ 12.2 Billones U$S 9.115 Millones
12/09/25 $ 16.5 Billones U$S 12.319 Millones
30/09/25 $ 6 Billones U$S 4.521 Millones
17/10/25 $ 13 Billones U$S 9.719 Millones
Si bien los vencimientos siguen produciéndose cada 15 días hasta completar la suma de casi U$S 200.000 Millones aprox.
El Banco Central (BCRA) decidió este jueves cambiar algunas normativas con el fin de endurecer aún más el sistema de encajes que pesa sobre el sistema bancario y también refuerza el control sobre la posición global neta de moneda extranjera de las entidades, endureciendo mucho las multas a quienes no cumplan.
Lo cierto es que por mucho que se intenta ocultar, nadie puede tapar el sol con la mano. Sin una reestructuración profunda de la deuda en pesos y un cambio de enfoque que priorice resolver el costo financiero, el riesgo es repetir el ciclo que lamentablemente la mayoría ya conoce: más intereses, más emisión, mayor devaluación del tipo de cambio y aumento importante de la inflación. Salvo que TRUMP nuevamente escuche el pedido de auxilio y decida enviar otra montaña de dólares a la Argentina, y, como en tantas otras ocasiones, los ganadores del carry trade encontrarán la salida hacia el dólar, mientras la mayoría de los argentinos pagará la factura.