Mientras el Concejo rosarino quiere dar marcha atrás a su propia normativa de prohibir el uso de glifosato en la ciudad, y los concejales entrerrianos de Paraná votaron —sin arrepentimientos por ahora— una norma similar, los pueblos y ciudades del interior provincial viven distintas realidades en cuanto a las normas restrictivas para la aplicación de agrotóxicos dentro y alrededor de los ejidos urbanos. Pero es en Hersilia, una población de 3 mil habitantes del departamento San Cristóbal, donde desde hace cinco años que productores, políticos y vecinos lograron un consenso al respecto y llevan adelante un proyecto agroecológico que beneficia tanto a las personas como al ambiente.
Fernando Albretch, un vecino autoconvocado por la salud y el ambiente de Hersilia, contó a La Capital la experiencia que viven en su pueblo apostando a la protección de la salud de las personas antes que al rédito económico de un sector. Concretamente en Hersilia desde el año 2011 existe una restricción de 800 metros alrededor del pueblo donde está vedado el uso de cualquier agroquímico. "En términos reales son unos mil metros los que se respetan, teniendo en cuenta que a la distancia de 800 metros se le sumaron 200 desde que finaliza el trazado de las calles perimetrales", contó.
"En 2011 empezamos a trabajar en el tema de los controles, en conjunto con el Juzgado de Faltas. Se empezó a relevar lo que sucedía en los alrededores con el ambiente y participamos de un estudio de la Universidad de la Plata, que es el que midió la concentración de agrotóxicos en el agua de lluvia donde se constató la presencia de glifosato, atrazina y 2-4D en las precipitaciones, aún en la actualidad", explicó.
Además, los vecinos de Hersilia decidieron ir más allá y buscar alternativas agroecológicas para producir alimentos y con la asistencia de la Universidad de San Genaro, el Centro de Educación Agropecuaria (CEA) y expertos en el tema como el ingeniero agrónomo Eduardo Cerdá, se delineó la ordenanza que hoy está en vigencia y que fue aprobada en septiembre de 2015 y modificada recientemente.
De esta normativa, Albretch destacó "la creación de un Equipo para la Promoción de la Agroecología, donde desde entonces y hasta la actualidad participa el Inta, el Pro-Huerta, Agricultura Familiar, la Asociación para el Desarrollo de Ceres y Hersilia y los vecinos autoconvocados". Este equipo cuenta con un sustento económico que corresponde al 20 por ciento del Fondo Federal Solidario (fondo sojero) que implica que la comuna local ponga al servicio del trabajo agroecológico de los productores periurbanos unos 120 mil pesos anuales.
"Al mismo tiempo de la conformación del equipo de trabajo en Hersilia, se creaba la Red de Ingenieros Agrónomos y Técnicos en Agroecología del Litoral, con la que establecimos vínculos de trabajo para elaborar un plan que se empezó a ejecutar en 2016". En concreto, se firmó un convenio entre la comuna de Hersilia, el Equipo para la Promoción de la Agroecología y la Red de Ingenieros Agrónomos y se comenzó a trabajar con los productores locales. Periódicamente, los ingenieros visitan durante varios días a los productores y se les da asistencia en sus proyectos donde la consigna es evitar el uso de pesticidas.
Hasta los patios
El vecino recordó que "hubo un momento en que el cultivo de soja llegaba hasta el patio de las casas del borde del pueblo y los aviones que fumigaban daban la vuelta sobre nuestras cabezas para continuar tirando veneno en el campo. El equipo de promoción agroecológica se empezó a interiorizar de los problemas que surgían respecto al contacto diario de la gente con los agroquímicos. "Ese trabajo fue generando una conciencia grupal en toda la comunidad de que sin salud y cuidado del medio, no nos quedaban alternativas positivas para el futuro", indicó Albretch.
En ese momento los productores de las pequeñas quintas que quedaron dentro de la zona de exclusión, dejaron de mirar lo que hacían los más grandes y se empezaron a preocupar por sus vecinos y por su propia salud, ya que además el aumento de enfermedades también fue una alerta. "El pueblo entendió que la agricultura es cultura de los pueblos y que debe mirar hacia ellos y no hacia el mercado", contó Albretch.
De ahí en más, y con la asistencia de la Red de Ingenieros Agrónomos y Técnicos en Agroecología del Litoral, surgieron propuestas productivas vinculadas a la recuperación del suelo, la diversificación de los cultivos y la relación del entorno con lo que se produce.
Los vecinos de Hersilia crearon además un Centro Integral de Servicios Agroecológicos que es un gran vivero donde se producen plantas forestales, ornamentales, semillas de pasturas, cítricos y hortícolas. Además, hay tres horticultores que producen verduras en forma agroecológica y las venden en una feria en la plaza del pueblo y que son reconocidos por la calidad de sus productos en otras ciudades. También funcionan dos tambos, granjas y otros tipos de cultivos, incluso de cereales como el maíz.
Entre nuestros principales objetivos está la concreción de un ámbito productivo periurbano que genere trabajo para la gente de la localidad y que brinde alimentos sanos y nutritivos, con costos lógicos tanto para los productores como para los consumidores. Según Albretch, "el haber restringido las fumigaciones y el trabajo agroecológico que se hace desde bastante tiempo se tradujo en cambios positivos para las pasturas, los campos, incluso mejoraron los ánimos y el bolsillo de los pequeños productores que ya pueden pasar el invierno sin descapitalizarse".
A modo de ejemplo, contó que se están sembrando actualmente siete tipos diferentes de pasturas que se habían perdido con el tiempo. "Incluso sabemos que hay productores más grandes que están viendo que el sistema funciona y lo están empleando ellos también en sus campos. Lo que permite que siempre haya algún tipo de pastura diferente dependiendo del año y el clima, sin depender de monocultivos".
Finalmente Albretch destacó que "si nos hubiéramos quedado solamente en la prohibición de los 800 metros, habríamos logrado reducir solamente el impacto de los venenos en la población y estaríamos tranquilos por eso. Pero el haber incursionado en la agroecología agrega calidad al ambiente, a los productores y a nuestras vidas. Por eso es destacable el apoyo comunal y el trabajo prolijo y respetuoso de los productores para trabajar la tierra. Todo esto se desarrolla en un clima de alegría, de intercambio de saberes y genera nuevos vínculos en la comunidad que les permite entrelazar proyectos conjuntos".
Regulación según las distancias
Además de la zona de exclusión total para el uso de agrotóxicos, en la franja de 800 metros que parte desde el fin del área urbana hacia el campo, también existen regulaciones sobre lo que se puede aplicar a partir de allí.
Desde el fin de la zona de 800 metros a los 1.500 metros sólo se pueden usar productos agroquímicos de banda verde, de los mil a los 3 mil metros se permiten los de banda verde y azul y a partir de los 3 mil metros banda verde, azul y amarilla, prohibiéndose los productos banda roja (igual que en Arequito) y la fumigación aérea recién a partir de los 3 mil metros está permitida.
"Sabemos que no todo el mundo está contento con estas restricciones, que sigue habiendo resistencia pero en cuanto a los intereses sectoriales como los de la Sociedad Rural, ya que en los hechos estas rispideces no lo son en términos productivos y de ingresos, porque hay productores que no sólo no vieron modificada su economía a pesar de no poder usar agrotóxicos, sino que en muchos casos les ha mejorado", contó Fernando Albretch, vecino autoconvocado por la salud y el ambiente de Hersilia.