“Soy uno que anda por el mundo y mi patria son mis zapatos, pero las suelas son de Santa Fe. Mi casa puede estar en Cuba o en Buenos Aires o en Roma, pero mi rancho, que siempre conservo, está en Rincón, al lado de Santa Fe”. Con este amor, el reconocido cineasta santafesino Fernando Birri hablaba de su rancho situado en San José del Rincón. Un espacio mágico signado por su obra, que donó a la provincia con intenciones bien precisas de ofrecer cine y arte a todos aquellos que quisieran tomarlo.
Referente del cine documental en la región y Latinoamérica, poeta, titiritero, dibujante y crítico social, Birri dejó un legado que se recrea a diario en Sapukay, su rancho de Rincón convertido hoy en centro cultural bajo la órbita del Ministerio de Cultura de la provincia.
Amiel Rodríguez es la actual coordinadora del espacio y en diálogo con La Capital cuenta cómo es la misión asignada de cuidar y transmitir el legado de Birri, fallecido en diciembre de 2017 y director, entre otras películas, de Tire dié, Los inundados y El Fausto criollo. “Lo que la casa ofrece es la tarea de resguardar el legado de Fernando. Para nosotros Sapukay tiene una forma de existir que está todo el tiempo revisando su legado y hay un descubrimiento permanente en él. En una primera instancia, para nosotros tiene que ver con su cotidiano, con su espacio creativo. Es una casa que no para de dar sorpresas y ofrecer enigmas”, dice Amiel. Fernando siempre decía que tenía tres casas: la de Cuba, la de Roma y la de Rincón. Vivía en ese triángulo que definía su forma de transitar el mundo. En esos tres lugares, entre estos cruces y caminos sucede su vida y su obra. Pero tenía un nombre especial para esta casa. Le decía “el rancho genotípico, hermético y radiante”.
Cuidar el legado
En esta tarea asignada y asumida por quienes hoy están a cargo de Sapukay se produce un encuentro permanente con quienes acompañaron y compartieron la vida y obra de Fernando Birri. “Tenemos un diálogo constante con el Instituto de Cine de Santa Fe y también trazamos lazos con realizadores que han trabajado con él y continúan haciendo cine. La tarea es estar en contacto con su legado y el semillero que dejó Fernando”, dice. Una tarea que no queda encerrada en el rancho sino que se expande, es compartida y hecha accesible cada vez que Sapukay se va de gira con su propuesta de cine andante. “La herencia de Fernando tiene patitas y sigue caminando”, ilustra Rodríguez.
Al donar la casa, Birri deja sus intenciones. La creación de una escuelita de cine para las infancias era una de ellas. Por eso el centro cultural brinda talleres de alfabetización audiovisual para chicos y chicas, y proyecta la creación de un espacio creativo donde tenga lugar el arte de los títeres, que también era una de sus pasiones.
“Cine andante” y “Cine en el rancho” constituyen las propuestas distintivas del espacio. Sapukay brinda al público la proyección de aquellas películas sobre las que el Estado provincial tiene derechos de reproducción y las ofrece en forma gratuita a una red de instituciones de la región, como vecinales, camping, clubes y bibliotecas de las localidades costeras, sobre la ruta 1.
Trascender la pandemia
Este año el centro cultural tiene como objetivo profundizar el trabajo en la escuelita de cine para niños, adolescentes y adultos, y a la vez desarrollar un proyecto relacionado con los títeres, con la idea de producir y hacer circular esas producciones por toda la provincia.
“Cine andante” tiene la proyección de salir los viernes y ofrecer producciones que dialoguen con lo contemporáneo. “Sobre las películas ofrecidas, estamos trabajando con realizadores santafesinos”, afirma Rodríguez. Una iniciativa que implica un fuerte impulso a la producción audiovisual local. “Cine rancho” es otra de las propuestas, y se trata de las proyecciones que se realizan en la misma casa abierta al público. Esta actividad tiene la particularidad de estar articulada con el Instituto Superior de Cine y Artes Audiovisuales de Santa Fe (Isca). Se pasa un largo de un realizador local junto con una tesis de un estudiante del Isca. “Queremos que sea moneda corriente ver y hacer cine, irradiar producción audiovisual como quería Fernando, un poco en homenaje a él y otro poco por responsabilizarnos de haber tomado su legado”, dice la coordinadora. Sapukay hace rato que tomó la posta y desde el 2014 asumió la tarea de difundir y fomentar la circulación de producciones realizadas en el territorio provincial, garantizando el acceso a creaciones audiovisuales de identidad local.
En este cruce y convivencia entre cultura y naturaleza, el rancho convoca a la actividad creativa de una manera constante. Este año la casa cuenta con la incorporación de dos titiriteros al equipo de trabajo y se proyecta la creación de una escuela de títeres que dialogue con otros ámbitos de enseñanza. “La idea que tenemos es llevar la herramienta del títere a otros espacios, como por ejemplo las escuelas”, anticipa Rodríguez.
En el patio del rancho explota el juego, la inventiva, la imaginación y tienen lugar todos los espacios creativos transitados alguna vez por Birri. Sapukay late con alma de artista. Está lleno de enigmas y tesoros por descubrir. Esto de cuidar el legado de Fernando es un descubrimiento permanente. Quienes compartieron la vida con él contaron que cuando construyó la casa fue enterrando en los cimientos palabras escritas en papelitos. Qué dirán esos papelitos es un enigma, pero están allí, hablan de él y hacen del rancho un lugar con alma, vivo y conectado con su propio ser y creatividad. O como él mismo lo definiría, “un lugar genotípico, hermético y radiante”.