“Llevamos tres períodos consecutivos con presidentes porteños y, en la provincia de Buenos Aires, desde 1999 todos los gobernadores son porteños; entender la fuerza simbólica, política estética y cultural que tiene el centralismo en la Argentina permite también entender la concentración en los recursos”. Así lo dijo Francisco Durañona, ex intendente de San Antonio de Areco, senador bonaerense mandato cumplido y referente del Movimiento Arraigo, un espacio transversal que propone impulsar un plan de desarrollo para el país, pensado desde el interior y los territorios.
Con su libro “Arraigo, un federalismo para el siglo 21” bajo el brazo, Durañona recorre el país contactando a referentes del interior, de distintos espacios políticos, con los que comparte la visión de cambiar el paradigma de las políticas públicas nacionales, en sintonía con una mirada federal acorde a los nuevos tiempos. Desde el vamos, implica promover un cambio en la forma de hacer política, que “hoy se hace desde el centralismo y con todos los candidatos, las políticas públicas y la agenda enfocadas al 0,5% de la superficie Argentina que ocupan Caba y el Amba, pero en el que vive más del 30% de la población argentina”, señaló durante una entrevista con el programa radial La banda cambiaria.
Durañona estuvo recientemente en Rosario presentando su libro, en el que colaboran ex gobernadores, ministros y pensadores de distintos espacios políticos. La actividad se realizó en el Distrito 6 de Ciudad Futura y contó con la participación, además e Juan Monteverde y Karen Tepp, de más de intendentes, presidentes comunales y concejales de más de 20 localidades de la provincia.
Es que la causa del federalismo para el siglo XXI recoge, según señaló Durañona, una problemática “muy común a todos quienes vivimos en el interior y por supuesto a quienes abrazamos la política”. El recorrido histórico del Movimiento Arraigo produjo una elaboración teórica que se refleja en el libro. “La obra invita a muchas personas con historias disímiles, ex gobernadores, referentes del radicalismo, de Juntos por el Cambio y distintas vertientes del peronismo, a considerar el problema central de la Argentina: una desorganización territorial y poblacional que llevó a resignar el desarrollo integrado del país y el aprovechamiento pleno de sus recursos, para ultraconcentrarse alrededor de los conurbanos”.
Para bajar a tierra el concepto de federalismo, el movimiento apela al término arraigo, que tiene tiene que ver “con garantizar las condiciones de vida en cualquier lugar de la Argentina, sin importar la ubicación geográfica o la cantidad de población”.
Esa garantía, apuntó, “hoy no está y por eso hay una Argentina con diferentes categorías según sus posibilidades de desarrollo y acceso”.
Para Durañona, el arraigo y el federalismo debe ser “la prioridad en cualquier debate sobre el rumbo del país”. Una “plataforma estructural de puro sentido común en un país que tiene la octava superficie territorial del mundo, con las condiciones que tiene el territorio argentino”.
Un dato que no es menor. “Nuestro país no es un desierto, tiene una capacidad productiva extraordinaria con mucha historia, que se ha creado desde los territorios del interior, lo que pasó es que abandonamos el territorio”.
El ex intendente de San Antonio de Areco consideró que “la soberanía más importante es la que tiene que ver con el aprovechamiento y distribución de la población en su territorio”. Pero desde hace por lo menos 70 años las poblaciones del interior se reducen. “Hay un desarraigo estructural constante, y los jóvenes se quieren ir porque donde viven no tienen posibilidades de acceder a servicios mínimos como agua corriente, gas, cloaca, salud, conectividad o un estudio universitario”.
“Cuando uno observa cómo nos hemos organizado, cómo desaprovechamos el territorio y cómo distribuimos mal la población, se explica por qué siete de cada diez niños, niñas y adolescentes están debajo de la línea de pobreza; no hay libertario ni peronista ni radical que lo pueda resolver sino incluye este tema como parte central de un programa de acción”, dijo.
La hoja de ruta para cambiar esto, aseguró, “es muy sencilla”. Lo primero es que se instale en la agenda y quiebre esa “ fuerza simbólica, estética y cultural que tiene el centralismo en la Argentina” y que se refleja en la concentración en los recursos. “Este gobierno decidió, apenas asumió, no distribuir recursos en las provincias y frenar la obra pública; lo hizo de la noche a la mañana y no tuvo ninguna consecuencia, ¿Dónde están las herramientas institucionales que garantizan una correcta y automática distribución de recursos para las provincias?”, se preguntó.
Para que el poder central deje de conducirse “con el látigo y la billetera” es necesario “cambiar de raíz el esquema de distribución de recursos, garantizando a cada municipio que podrá dar respuesta a las necesidades de sus habitantes sin que el intendente tenga que hacer un besamanos en el Ministerio de Obras Públicas para arreglar un cordón cuneta”.
El tercer punto de la hoja de ruta es avanzar con un programa de inversión pública “muy ambicioso”, que incluya conectividad, transporte, educación, salud, rutas, vivienda, incentivos a la producción local de alimentos, reforma agraria, acceso a la tierra para vivir y producir.
“En 20 años como máximo eso tiene que estar resuelto, poniendo en el centro de la agenda todo el territorio argentino y no este modelo porteñocéntrico que hasta ahora se ha ido consolidando”, enfatizó.