Cuando en 1964 cursé el primer año de la carrera de estadística en la Facultad de Ciencias Económicas y Estadística de la UNR pensé que era la carrera del futuro, que serviría para tomar decisiones en los distintos campos de la ciencia, la economía, en medicina, política. Hoy me doy cuenta que es una ciencia muy mal utilizada, todo el mundo habla de estadística y la usa como una herramienta muy elemental para recopilar datos, hacer gráficos, sacar porcentajes y luego terminan con conclusiones que en la mayoría de los casos no están justificados por los datos obtenidos. Pero lo más grave es que la recopilación de los datos son mediante muestras (subconjuntos de la población de referencia) que no siempre están bien obtenidas, como por ejemplo, si saco una cucharada de sopa y la pruebo, puedo decir como está la sopa porque esa cucharada es una muestra representativa de la que está en la olla, pero también puede ocurrir que concluya que a la sopa le faltan los fideos, que quedaron en el fondo y no los tuve en cuenta. Pero si saco una cucharada de hogares o personas no es lo mismo, la población no es homogénea y por lo tanto debo recurrir al muestreo, técnica que sólo los profesionales estadísticos estudian en profundidad y además son los únicos autorizados por ley. Lamentablemente, las encuestas se publican y las usan los políticos, los economistas, los periodistas, para justificar sus afirmaciones, pero en muy pocos casos dan el nombre del profesional que ha diseñado la investigación y el diseño de la muestra que más se adecua a la población en estudio. Sólo publican el nombre del organismo responsable pero no el del profesional que realizó el trabajo. Cuando se descubre un nuevo procedimiento médico o un nuevo medicamento, primero aparecen los nombres de los profesionales que lo realizaron y luego si quieren explican en que institución trabajaron. En el caso de las investigaciones estadísticas, es raro que nombren al profesional, justifican la veracidad del trabajo diciendo el nombre de la institución, o a lo sumo del director de la institución, que generalmente no tiene el título habilitante para ser responsable del trabajo. Por lo tanto tengo que terminar diciendo, que la mayoría de los estudios estadísticos son falsos.