Parecía una noche más, pero siempre hay artistas que marcan la diferencia.
Por Pedro Squillaci
Marcelo Bustamante
Abrazo del alma. Jairo cantó en El Círculo durante dos horas en una noche inolvidable para el público.
A los que están allá arriba. La calidez de un artista singular.
Parecía una noche más, pero siempre hay artistas que marcan la diferencia.
Todo arrancó con Lucas Boschiero y su calidez en un mix de música ciudadana, más “Memorias de una vieja canción”, de Horacio Guarany y el aire pop de “Abrir una ventana”, de Oski Borga, mientras la gente se iba acomodando y tomaba ubicación sin sacarse los barbijos, con la luz de sala a pleno.
De pronto, un video del acto en el cual se le da el título de Doctor Honoris Causa de la UNR a un señor de Cruz del Eje nacido como Mario Rubén González hace 72 años comenzó a poner en situación al público. Pero todavía parecía una noche más.
Hasta que se abrió el telón de El Círculo y entre los seis músicos que aguardaban junto a su instrumento apareció por el margen derecho de la escena un hombre delgado, con cabello canoso, vestido de impecable negro con camisa y sonrisa blanca. Era Jairo. Y dejó de ser una noche más.
Jairo miró para arriba y se sorprendió al ver las manos levantadas desde la última tertulia. Parecía mentira que se estaba concretando el show que debía haberse realizado el viernes 17 de septiembre, pero que se postergó debido a la temprana partida de su ex nuera y mamá de sus nietos, Agustina Posse.
Pero el día del show llegó. Con un Jairo golpeado afectivamente pero entero para dar el mejor recital que podía ofrecer. Tanto él como Yaco González, su hijo, quien además es vocalista, percusionista y productor musical. Si se suma que hace muy poco tiempo, Jairo perdió al amor de su vida, toma otra connotación esta presentación, así como la que volverá a ofrecer en la ciudad el viernes 19 de noviembre en la misma sala.
Porque la actitud de Jairo, junto con la de Yaco, fue una prueba de resiliencia ampliamente superada. Se notó cuando juntos cantaron con una entrega envidiable “Podría bailar toda la noche contigo” y “La boheme”. Entre tema y tema, Jairo le apoyó la cabeza sobre el hombro a su hijo con los ojos cerrados y ese gesto explicó todo. Motivo de sobra para ratificar, por si hacía falta, que el show tenía mucho más de lo que habitualmente tiene un concierto para impactar de lleno en el corazón del público.
“Los poetas no se rinden jamás” fue el tema de apertura. Y parecía una declaración de principios del experimentado artista cordobés, que hizo un show de menor a mayor, que se fue soltando de a poco, y a la manera de un artesano con su arcilla fue moldeando los tiempos y la comunicación con su gente para que el disfrute sea el denominador común de las dos horas de recital.
Más allá de los clásicos que nunca fallan, como “Milonga del trovador”, “Duerme negrito”, “Caballo loco” y “Los enamorados”, Jairo tiene un plus en escena, que va más allá de su conocida sensibilidad y coloratura vocal como cantante, y es el peso específico que le aporta su banda, que se puede mover entre la balada, el folclore, el rock, el pop, la chanson francesa y hasta el canto tribal de “Indio toba” con la misma efectividad.
Así, hubo lugar para el lucimiento de Javier Acevedo en acordeón en el tema inédito “Recuerdo de París”, o del bajo de Dhani Ferrón en “Contame alguna mentira”, o la guitarra eléctrica de Guillermo Arrom en “Angel y demonio”. En ese marco, Jairo es el engranaje principal de esa máquina de sonido y emoción. Porque también se animó a vestirse de intérprete en “Milagro en el Bar Unión” -en una renovada versión con aire blusero- en lo que fue la mejor performance del artista, mostrándose en una plenitud expresiva que hizo eco de inmediato en la gente.
Jairo se dio el gusto de cantar otro tema inédito que, al igual que “Recuerdo de París”, son de Daniel Salzano e integrará su próximo disco de nuevas canciones. Se trata de “Interrogatorio”, que tiene la particularidad de hablar de las típicas razzias policiales en tiempos de Dictadura, pero en ritmo de rock mid tempo, quizá para descontracturar la presión de esa parte nefasta de nuestra historia.
Y ahí va otro punto a favor de Jairo, que es capaz de cantar un tema de denuncia social sin necesidad de recurrir a lo lacrimógeno. Porque si bien en “El ferroviario” alcanza una alta emotividad al retratar el vaciamiento de los ferrocarriles y el devenir de un desocupado que ahoga sus penas en alcohol, en “La balacera” puede contar en formato cinematográfico el derrotero de un delincuente que se debate entre la vida y la muerte y hacerlo con música mexicana y hasta con una anécdota risueña.
El concierto del sábado también ofreció al público la posibilidad de hacer un viaje en el tiempo. Fue imposible no emocionarse con clásicos de la talla de “Por si tú quieres saber” o, ya sobre el cierre, “El valle y el volcán” y el bis “Morir enamorado”, en tiempo de bolero.
Como una alegoría hacia un futuro más esperanzador, Jairo dijo que iba a terminar con un tema que siempre elegía para despedirse: “Ave María”. Pocos silencios se hicieron sentir tanto como el del público mientras la cantaba. Parecía una noche más, pero siempre hay artistas que marcan la diferencia. Jairo la hizo.
Por Lucas Vitantonio