¿Cómo convocar y volver a encontrarse, cómo recuperar presencias luego de que se hayan modificado maneras de estar y relacionarse con el mundo? Estas y otras preguntas circularon en el equipo docente del Instituto Superior del Profesorado Nº 16 Bernardo Houssay (ISP) a inicios del ciclo lectivo. La respuesta llegó con una consigna: “Las vamos a invitar a jugar”. Así nacieron los talleres de teatro para las estudiantes del profesorado, una iniciativa que generó una respuesta masiva por la necesidad de encuentro.
El taller de teatro se presentó como una actividad extracurricular destinada a los estudiantes de los profesorados de nivel inicial y primaria de los primeros años, aquellos grupos que eran percibidos como los que tenían una mayor necesidad de revinculación. “Durante los meses de febrero y marzo, cuando nos reunimos para planificar el año, pensamos en cómo lograr el regreso a las aulas porque había alumnas en el nivel superior que nunca habían transitado la presencialidad, además de las que venían de terminar el secundario también en la virtualidad. Teníamos que pensar dispositivos para la revinculación a partir de lo que teníamos, de los recursos con los que contábamos, y así nació el taller de teatro”, cuenta Pedro Dabin, director del Instituto 16.
El directivo destaca que además de ser una propuesta tendiente a reunir a la comunidad educativa, la dinámica del teatro aporta riqueza en la formación de los futuros docentes como espacio integrador de los contenidos aprendidos. “Poner el cuerpo en el aula es estar en el escenario. El teatro estructura la subjetividad en el docente, por eso llama la atención que aún sea un área descuidada y no tenida muy en cuenta en los profesorados”, dice.
La respuesta del alumnado ante a la convocatoria fue superadora. Hasta el momento se realizaron seis encuentros quincenales de entre 30 y 40 estudiantes cada uno, a los que se suman las alumnas del anexo que el Houssay tiene en la ciudad de Baigorria. Las inscripciones al taller desbordaron las expectativas, por eso se prevé para luego del receso invernal el lanzamiento de nuevas convocatorias abiertas a más carreras.
teatro (2).jpg
La respuesta del alumnado al espacio extracurricular fue superadora y prevén nuevas convocatorias tras el receso.
Foto: Marcelo Bustamante / La Capital
Aprender a jugar
“Reconectar con los cuerpos en presencia era lo que estaba faltando”, dice la profesora del taller de teatro Jorgelina Santambrosio. Cuando las estudiantes volvieron a las aulas lo hicieron a las clases tradicionales, todas sentadas en sus bancos, “mientras que este espacio de taller habilita a un encuentro desde otro lugar, donde el cuerpo se pone en juego”, destaca.
Santambrosio es actriz, profesora de teatro y docente de la cátedra movimiento y cuerpo de los profesorados de educación inicial y primaria. En diálogo con La Capital cuenta sobre la importancia de volver a encontrarse y la idea de crear este taller para lograrlo: “Podemos decir que fue como invitarlas a jugar, porque el taller es de teatro, juego y dinámicas grupales. Es un espacio donde está permitido jugar por placer y el lenguaje teatral es una excusa que da herramientas para lanzarse al juego, sin pretensiones técnicas”.
La pregunta es inevitable. ¿Por qué es importante que el futuro docente sepa jugar? “Porque jugar es el lenguaje de los niños”, explica la profesora, y reafirma el valor de lo lúdico como estrategia didáctica por excelencia: “La actitud del docente siempre debe estar abierta al juego porque es una herramienta muy poderosa para la educación, es una herramienta que abre muchas puertas, igual que el humor”.
Santambrosio entiende que todo encuentro pedagógico tiene que ver con la comunicación, y que cuanto más expresivo sea el cuerpo del docente más herramientas va a tener para poder comunicar. Aprender a jugar y poner el cuerpo al servicio de este juego es un recuso que abre puertas a más posibilidades de comunicación con los niños y las niñas que están aprendiendo. “Porque puedo enseñar todo con el cuerpo —explica—, puedo enseñar todo jugando o con una actitud lúdica”.
teatro (1).jpg
La profesora del taller de teatro Jorgelina Santambrosio.
Foto: Marcelo Bustamante / La Capital
La memoria infantil
La docente sostiene que los talleres de teatro son espacios que vienen a romper con toda una tradición academicista en la educación. A la pregunta de qué sucede en esos encuentros, responde que aparece la vergüenza, tanto en estudiantes como en docentes, porque están marcados por una educación que puso demasiado énfasis en el error. Por eso en la exposición aparece siempre el miedo a ser criticado.
El temor transita en un primer momento, pero cuando se entra en el juego donde nada está bien o mal comienzan a vivirse otras emociones, se da lugar a la complicidad y al humor, lo que permite divertirse colectivamente: “Aparece la risa y se pierde el miedo a ser criticado, hay una vara muy alta sobre lo que van a decir, lo que haga tiene que estar bien porque me están mirando. Pero cuando nos ponemos en ridículo todos y todas, ya está”.
Para la profesora es importante incorporar estas experiencias de teatro en la formación docente porque permiten contar con un espacio donde el cuerpo y su lenguaje tengan protagonismo. “Estos espacios son fundamentales, porque habilitan otras formas de expresarnos, de comunicarnos y de encontrarnos desde otro lugar. Los docentes van a ser siempre coordinadores de grupo, mas allá de ser docentes”, apunta.
En este proceso, los objetos y el vestuario son de gran ayuda, porque permiten esconderse detrás de ellos y que aparezca otra cosa. Ponerse una peluca, un sombrero o un traje para jugar a ser otros también invita a apelar a la memoria del juego vivenciada en la infancia. “Es recuperar el «como si», el «dale que yo soy y vos sos», es recuperar esa etapa hermosa que hemos atravesado”, dice. Una rescate necesario para todas aquellas personas que van a trabajar con niños y niñas, porque como dice la docente, “ayuda a no estar tan alejados y a acercarnos a la infancia que tuvimos”.