Desinfección. El control en los accesos es prioritario. Se sumarán mediciones de temperatura a los camioneros.
Ricardone es parte del Gran Rosario y, afortunadamente, no tuvo casos de Covid-19. Sin embargo, a pesar de ser unos de los poblados que le esquivó al virus, sus 6.500 habitantes deben sufrir un doble castigo en esta cuarentena. Por un lado, la imposibilidad de una apertura comercial y profesional como la que ya disponen la mayoría de los pueblos santafesinos. Por el otro, el permanente temor a contagios por transmisión comunitaria ante la presencia de entre tres mil y cuatro mil camiones que diariamente pasan por el corazón del pueblo: la ruta A0-12.
Atentos a esta amenaza, desde hace más de 40 días los controles en la ruta son diarios.
Es que la A0-12 divide a la localidad en dos y su traza cuenta con un área comercial importante. Tal es así que los camioneros paran permanentemente para abastecerse de alimentos y bebidas y es el personal municipal, con su presidente comunal a la cabeza, quien debe impedirlo.
Con una unidad de control sanitario ubicada al costado de la ruta, realizan test de olfato y miden la temperatura de los automovilistas.
A partir de semana próxima habrá un doble control con el que se cubrirán las dos entradas al pueblo, tanto la norte como la sur. En los puestos harán mediciones de temperatura a todos los camioneros con termómetros infrarrojos.
La desinfección de vehículos también es prioritaria y se realiza con cloruro de benzalconio. Esta capa sanitizante convive con las fumigaciones por dengue que se llevan a cabo día por medio para hacerle frente a el otro flagelo que acompaña al coronavirus.
Del amplio operativo participan agentes de tránsito, de la guardia urbana, personal comunal, ocasionalmente Gendarmería y hasta el propio presidente comunal, Juan Carlos Doria le pone el pecho a las balas pero no deja de manifestar su estado de ánimo: "Desde que empezó esto venimos renegando y sufriendo porque nos han metido una psicosis y tenemos pánico".
"Nos dijeron que debemos tener al pueblo en cuarentena pero la realidad es que con el tránsito de camiones recibimos gente de todas las provincias y países limítrofes. Y ni hablar si le sumamos que estamos rodeados de localidades que tiene casos de coronavirus", señaló Doria.
Medidas de tránsito
"A veces se nos va la mano respetando los protocolos y ante la incertidumbre, el personal de tránsito ha tomado medidas más extremas como hacer volver a algún automovilista para que tome otra ruta", contó para agregar que "tampoco dejamos parar a los camioneros, pero es difícil y triste porque todos tienen derecho a poder comprar lo que necesitan. Es tanta la incertidumbre de cómo debemos manejarnos que días pasados una batea que trabaja para esta comuna fue hasta San Lorenzo y terminó detenida y trasladada al corralón".
"Si los referentes municipales no tenemos órdenes claras de los gobiernos nacionales y provinciales, vamos a terminar en una pelea entre localidades", consideró el jefe comunal.
"Muchos vecinos están con necesidades económicas y es complicado y triste tener que decirle a un cortador de pasto o a un albañil de nuestra zona que no puede entrar al pueblo para trabajar", relató Doria.
Por último, reconoció que el 80 por ciento de la asistencia que se le está brindando a la gente necesitada se hace con recursos propios y fue contundente al decir que "sólo recibimos 500 mil pesos de parte del senador departamental, Armando Traferri. La comuna necesita siete millones de pesos para funcionar. La recaudación que tenía antes de la pandemia era del 45 por ciento y ahora bajó a 20 por ciento".
"No puedo pedir que paguen persona que no trabajan y que ya venían mal de antes. Esperamos que en breve se flexibilicen más actividades, por lo pronto, estamos en manos de Dios. Nos metieron a todos dentro de una olla a presión y nos dijeron salgan como puedan", cerró el presidente comunal de Ricardone.