El recuento de las personas en un sitio trae una enfermedad que ya describí: numeritis. Ese sufijo "itis" para la inflamación, hace daño al recuento de multitudes. Las agranda. Las inflama.
Por Raúl Acosta
El recuento de las personas en un sitio trae una enfermedad que ya describí: numeritis. Ese sufijo "itis" para la inflamación, hace daño al recuento de multitudes. Las agranda. Las inflama.
Está presente el recuento que mandó hacer Félix Lauro Laiño (Diario La Razón, su verdadero creador, propulsor y su único Jefe de Redacción /Director que sabía que hacer con un periódico que no era suyo) Aclaro este asunto de la propiedad porque el otro genio, Héctor Ricardo García, embarcaba sus riñones y su capital en las aventuras donde se metía . Hay diferencias.
El recuento de metros lineales sobre Plaza de Mayo (Diario La Razón estaba en Avenida de Mayo, era cerca) la multiplicación para dar los metros cuadrados, la multiplicación para colocar 4 personas en un m2 y el cálculo, entonces, si, de cuantos fueron a ver a Perón el 17 de octubre de 1945. Un millón es imposible.
Otros cálculos de diferentes acontecimientos son difíciles, pero no imposibles. El Monumento a la Bandera, para quienes estuvimos observándolo, nunca estuvo tan lleno como cuando vino Alfonsín a cerrar su campaña en el 1983, Aníbal Reinaldo, candidato a gobernador demostró porque no y Usandizaga, candidato a Intendente porque si, porque definitivamente si. Hay quienes sostienen que la manifestación por el impuesto a la venta de soja, la suba del porcentaje juntó mas gente. Sólo pueden decirlo si no estuvieron en aquella. El cierre de Lúder, también en 1983 fue menor que el de Alfonsín. Aquello fue una verdadera marea.
Todos creemos que el sitio donde estuvimos y el grito que pegamos fue el mas importante.
No podían y no pueden juntarse un millón de personas en la Plaza de Mayo y no caben, con indulgencia, mas de 220 mil personas en torno a todas las formas posibles de pisar cerca de El Monumento.
Cuando mencionan 300 mil personas en un acto de "El Indio Solari", ex "Redondos de Ricota" mencionan mucha gente. Realmente mucha. No es sencillo imaginar tanta gente. Ni cómo llegan ni cómo se van ni cómo se mantienen.
Me dicen los que organizan eventos rockeros que cerca del escenario son mas de 4 personas por m2 y de ahí los apretujones, sofocos, heridos y claro: las muertes. Creer y reventar. No le quita ni le pone a un asunto: las multitudes.
En el 1962 fue Chile quien organizó el Mundial. El libro, esto está dicho por mi, simplemente lo recuerdo, el libro promocionándolo lo pagaba la compañía chilena de cobre y allí estaba el título:"Futbol, pasión de multitudes". Lo robó José María Muñoz. Lo robo cada vez que lo recuerdo.
Las multitudes solo existen con la pasión. Nada mueve tanto como la fe y en la zona de "rosagasario" es el Padre Ignacio quien lo demuestra toda vez que convoca por eso: por la fe.
Es por esa razón que no era posible entender (aún resulta difícil de explicar) que en Rosario, cerca de El Monumento, hubiese gente, mucha gente, cuando el porcentaje de la retención a la venta de soja alteró los ánimos, eran por la economía las manifestaciones que según lo dicho, se volvieron multitudinarias. Tanto que discuten el primer puesto.
No está en estos recuerdos, estas evocaciones, buscar análisis sociológicos que no se corresponden con la nostalgia, sino con la ciencia política pero es evidente que una multitud no se comporta como una persona, que es otra cosa.
Quien haya estado cuando Ñul o Central ganaron un campeonato o un clásico y gritaron en la cancha saben a qué me refiero. Quienes aullaron delante de un escenario como no lo harían en ningún otro sitio entienden de qué estoy hablando y aun sin poderlo explicar lo han sentido.
Tal vez haga falta, en algún momento, sentirse multitud, despojarse un poco, solo un poco, del almidón del "que dirán" y soltar el niño que tenemos dentro. El niño que tenemos dentro es mas inocente, al menos mas honesto que nosotros.
Hace muchos años, muchos de verdad, el club del que estoy enamorado subió a Primera División por primera vez. No puedo recordarlo sin sentirme parte de una multitud aulladora. No puedo recordarlo sin esa congoja especial que da el llanto o, como dijese Borges: "De lo perdido. De lo perdido y lo recuperado".
Añoro, no estoy solo en esto, añoro volverme multitud en Argentina otra vez por algo así, pasional, propio, infantil, honesto. "El hombre dura menos que la vana melodía" dice Borges. Copiemos: Que una multitud nos vuelva una de aquellas canciones de la tribuna, la mejor, la del triunfo. Para durar en una melodía de triunfo. Hace tanto que nuestras multitudes no gritan un gol que no estaría mal que se nos diese el milagro de "bolsillo lleno y corazón contento". Antes parecía fácil, parecía poco. Hoy es mucho.