Lisandro Aristimuño demostró una vez más, y por si hacía falta, que es la piedra preciosa mejor pulida del rock argentino. Ante un teatro Astengo colmado, el músico rionegrino brindó el viernes un show sin fisuras a lo largo de más de dos horas y media. El público, como siempre, asistió casi extasiado a un llamado a la sensibilidad y al buen gusto.
"Mundo anfibio", su quinto álbum en ocho años de carrera, fue la excusa ideal para reencontrarse con Aristimuño y su banda, Los Azules Turquesas. Con el puño en alto, como quien festeja un gol sobre la hora tras una dura batalla, la figura de la noche saludó a sus fieles seguidores y de inmediato el primer acorde comenzó a sonar.
Aristimuño tiene un privilegio y un defecto. Lo que hace no se parece a nadie, y eso lo encumbra en la elite de los nuevos valores, pero por momentos sus temas se parecen demasiado entre sí, sobre todo en el tratamiento melódico.
Pero, claro, su fusión en la que combina rock, música electrónica, baguala, zamba, chacarera, vals y música balcánica impacta por su calidez. Y más con esa conjunción armónica y tímbrica que logra a partir del cuarteto de cuerdas, la base eléctrica y la percusión, donde se destaca su hermana Rocío. A puro tambor fue el arranque del show con "Elefantes", el tema que también abre "Mundo anfibio".
Los sonidos tribales confluían con imágenes de filmes en blanco y negro o con escenas de ese universo anfibio que tan bien describe en sus canciones. Y se generaba un clima singular. Era un show de un músico de rock pero su gente lo escuchaba y lo admiraba con la misma solemnidad que en un concierto de música clásica.
Es que la estética de Aristimuño, de música fina y letras poéticas, no es para la escucha fácil y descartable, de lo contrario sería imposible disfrutar y emocionarse con perlitas como "Tu nombre y el mío", "Aunque no estés aquí", donde los falsetes transportaban a otra dimensión, "Anfibio" o "Azúcar del estero", donde, ahí sí, la gente participó algo más.
Telón mediante, la segunda parte del recital arrancó bien arriba con "Un dólar, un reloj y una frase sin sentido" y "Anochecer". Y fue en este tema cuando Aristimuño se bajó del escenario y se puso a tocar la guitarra entre su gente. "Ahora se aflojaron, eh", desafió, y tras una intro donde se puso a bailar de un modo tan suelto que se cargó a sí mismo al compararse con Shakira, cantó "Cien pájaros". Trascartón llegó "Pozo", de lo mejor de la noche.
Su costado más power lo mostró en "Traje de Dios", donde la herencia de Pescado Rabioso se le coló en la actitud y el pulso rítmico. Luego de pasar por la delicada "Blue", de "Ese asunto de la ventana", el show cerró con "How Long", con zapateo flamenco incluido. A su paso, Aristimuño dejó otra vez ese toque a las fibras sensibles. "Me hice cargo de tu luz, que desde afuera es tan hermosa" cantó Lisandro, y no hay dudas que fue suficiente para iluminar a todos.