Maximiliano, Samuel y Jeremías cuentan los días que les falta para viajar a Bariloche, subirse por primera vez a un avión y encontrarse con chicos de todas partes del país. La razón que motiva y entusiasma a estos chicos que cursan 7º grado de una escuela periférica de la zona oeste de Rosario es el ajedrez. Obtuvieron el primer puesto en el Torneo de Ajedrez Provincial de la Región VI y clasificaron junto a otros tres establecimientos educativos de Rosario para participar del Torneo Nacional de Ajedrez en San Carlos de Bariloche, el 28 y 29 de mayo próximos.
Los alumnos ganadores, que comenzaron a jugar en 4º grado, son de la Escuela Nº 6018 Dr. Victoriano Montes, una institución ubicada en Larralde al 3000, una zona donde el ajedrez no había sido de interés y que hoy resulta un estímulo para continuar los estudios. La provincia de Santa Fe es pionera en la práctica e incorporación del ajedrez en el aula como materia curricular en 4º y 5º grado de la primaria. En el marco de los 25 años del Plan de Ajedrez Escolar, compitieron más de 200 niños y niñas de distintas escuelas de Rosario y los departamentos Constitutción y San Lorenzo.
“El ajedrez no sólo sirve como herramienta de aprendizaje para la matemática, también ayuda a reflexionar y a valorar ciertas cosas. Los chicos aprenden a tomar decisiones para la vida, sobre todo los adolescentes que se guían por sus emociones más que por la razón. En escuelas periféricas con alumnos que viven realidades tan complejas, el ajedrez es un vínculo para que continúen estudiando”, señala Damián Larrosa, profesor de ajedrez de la Escuela Nº 6018. Para este docente, que se formó de la mano de Juan Jaureguiberry —creador del Programa de Ajedrez Escolar—, “se trata de chicos que tienen carencias pero que han logrado los mismos resultados o mejores que otros que han sido estimulados desde pequeños y asisten a escuelas céntricas”. Por otro lado, valora la función educadora de la escuela, que estimula a sus alumnos y permite plasmar estas prácticas en el aula.
“El ajedrez enseña a mover las piezas, a abrir una diagonal, una fila y una columna, todos los chicos realizan las actividades, completan un cuadernillo y aprenden a vincularse. Con este juego aprenden a integrarse, tener buenas relaciones y asumir la responsabilidad cuando pierden una partida sin echarle la culpa al otro. Jugar en equipo significa ayudarse, ir por un mismo objetivo y posibilita el autocontrol”, continúa el profesor que acompañará a sus alumnos a Bariloche, un viaje cuyos costos cubre en su totalidad el Ministerio de Educación de la Nación. Por segunda vez, Maxi, Samuel y Jeremías participarán de una instancia nacional, luego obtener el séptimo lugar el año pasado en Mendoza. El juego se organiza mediante el sistema suizo de 8 rondas donde cada escuela participa con tres jugadores acompañados de un docente coordinador. En la categoría inicial, compiten los alumnos hasta 5º grado y en el nivel avanzado, participan aquellos que cursan los 6º y 7º grados.
Taller en la escuela. Con este proyecto educativo el ajedrez se ha convertido en una forma pedagógica de enseñar matemática, un método lúdico que enseña a pensar y posibilita formar en valores como la cortesía y el respeto por las normas. “Los contenidos se asimilan más y mejor cuando los chicos aprenden ajedrez”, agrega Larrosa. Al igual que otras instituciones de la provincia, la escuela de zona oeste incorporó la materia hace varios años, primero a través de un módulo de 45 minutos por semana, y más tarde mediante el proyecto del Centro de Actividades Infantiles, que permitió crear un taller optativo en la escuela para aquellos alumnos interesados en continuar con su aprendizaje, fuera del horario de clase.
“Jugar al ajedrez es una cuestión cultural que se va contagiando, aunque al principio no fue sencillo incorporarlo en un barrio que no sabía de qué trataba el juego. En los talleres, tratamos siempre de que todos tiren para el mismo lado, con un objetivo común. Lo importante es lograr que los chicos se sientan contentos y cómodos porque esa es la manera de que luego salgan bien las cosas, independientemente del nivel de ajedrez que puedan obtener”. Al taller asisten unos 30 chicos, entre nivel inicial y avanzado.
Los ganadores. A Maximiliano Quinteros lo que más le gusta de jugar al ajedrez es divertirse, aunque dice que al principio le pareció un poco difícil. “Algunas veces me pongo nervioso pero depende con quien me toque jugar, y también le gané al profesor”, afirma con orgullo el capitán del equipo de 13 años, mejor IRT (International Rating Tournament sub 16) y ganador de un Gran Prix, instancia de juego de la que participan chicos federados. Para Samuel Gómez de 14 años, en este juego “hay que pensar mucho, armar jugadas y estrategias, y por eso le agradecemos a nuestro profesor Damián, todo lo que nos enseñó”. Maxi y Samuel admiten que a veces no hacen la tarea, que las chicas los distraen bastante, y que también les gusta jugar al fútbol.
Jeremías Saavedra, tiene 12 años y es del turno tarde. Su profesor destaca el apoyo que recibe de su familia, también su esfuerzo y estudio para alcanzar el nivel de juego de sus compañeros. “El talento que se despierta a temprana edad no es tan influyente como la voluntad que le ponen algunos chicos para lograr las metas del juego. Me llamó la atención cuando logró resolver el problema de las ocho damas, uno de los más difíciles que existen en el juego y que consisten en colocar ocho damas sin que se toquen entre sí, y casi nadie lo hace”, asegura Larrosa al referirse a Jeremías, un alumno que tiene buenas calificaciones y que le costó al principio integrarse al taller.
“Las competencias generalmente duran dos días pero cuando viajamos a otra ciudad tratamos de que los chicos también puedan pasear un poco y recorrer cada lugar donde juegan. Es importante que la pasen bien, y de hecho lo valoran mucho, incluso hasta cuando salen del barrio y conocen algo nuevo de la ciudad”, concluye el docente.