El Papa Francisco recibió ayer en el Vaticano al sacerdote Franz Jalics, de origen húngaro. El jesuita, hoy de 86 años, fue secuestrado en 1976 por el régimen militar argentino junto a Orlando Yorio, torturados y mantenido prisionero durante cinco meses.
Fue un encuentro de fuerte significado, luego de que Jalics negara que Jorge Bergoglio lo hubiera denunciado ante la junta militar. Sin embargo, fuentes vaticanas no dieron información en relación la cita. El encuentro de entre los dos seguramente fue un momento de definitiva aclaración.
El caso generó acusaciones contra el Papa, que en esa época era superior provincial de los jesuitas en Argentina, por supuestamente haber sido cómplice del secuestro de los dos sacerdotes. Ellos en ese momento abandonaron la orden y, aunque Jalics luego retornó, Yorio (fallecido hace dos años), se negó.
En marzo pasado Jalics eximió de las acusaciones al Papa. En el sitio Jesuiten.org, el anciano religioso, que hoy vive en Alemania, afirmó haber creído durante largo tiempo que fue víctima de una denuncia, pero aclaró que, a fines de la década de 1990, se convenció que no hubo ninguna denuncia.
Jalics, uno de los jesuitas secuestrados durante la dictadura militar del teniente general Jorge Rafael Videla, en 1976, precisó en marzo pasado que el entonces padre Jorge Bergoglio y provincial de la Compañía de Jesús en Buenos Aires no fue el responsable de la acusación ante la Junta Militar que llevó a su secuestro y el del padre Yorio, también jesuita. De hecho, dijo que considera que “el asunto está cerrado”.
En un segundo comunicado publicado en la página de la congregación en Alemania, el padre Jalics escribió que “se sentía casi obligado” a corregir los comentarios que circulaban porque “el hecho es que Yorio y él mismo no fueron acusados por el padre Bergoglio”.
Aún así, admitió que “durante unos años pensó que habían sido víctimas de una acusación” aunque luego llegó a la conclusión de que “la sospecha era infundada”. Dijo además en esa oportunidad que se había reconciliado con Bergoglio “celebrando misa juntos”.
La detención de los dos jesuitas se debió a la conexión que ambos tenían con una catequista que había trabajado con ellos en los barrios pobres de Buenos Aires y que más tarde había entrado en la guerrilla. Se agrega el hecho de que cuando los militares vieron en los documentos del padre Jalics que había nacido en Budapest, pensaron que era un espía ruso, explicó el mismo jesuita.
El padre Jalics y su compañero Yorio fueron secuestrados en 1976 y sometidos a un interrogatorio durante cinco días, según explicó el primero el pasado 15 de marzo. Al terminar el proceso, el oficial al mando de la investigación les aseguró que “no tenían la culpa” y que “se aseguraría de que pudieran volver a trabajar en los barrios pobres”.
Pese a ésto, “los mantuvieron esposados, con los ojos vendados y bajo custodia durante cinco meses más”, narró.