La epistemología se nos aparece como una ciencia extraña porque se trata de un metaconocimiento. Es decir, no se ocupa en conocer tal o cual fenómeno concreto de la realidad, sino en estudiar al propio conocimiento. Sin embargo, pese a su elevado nivel de abstracción, la epistemología tiene un claro interés práctico.
¡Desde ya! El conocimiento es, ante todo, una forma de relacionarnos con el mundo. Por tanto, su análisis nos dice mucho acerca de nuestra humanidad, de cómo somos, de nuestro día a día y de cómo los hombres y mujeres conformamos, epocal y contingentemente, una sociedad, con su particular manera, entre otras cosas, de elegir presidente. A propósito, el presente artículo ensaya cinco tesis a modo de bosquejo para analizar las nuevas formas en que la sociedad argentina se relaciona cognitivamente con su realidad, aquellas que, según mi mirada, contribuyeron a posibilitar el triunfo de Javier Milei en las elecciones presidenciales.
Es importante dejar en claro que estas líneas no conforman un análisis político sino uno epistemológico. Y aprovecho ahora para postular las virtudes de tal tipo de análisis —muy poco trabajado— al que propongo en llamar “Análisis epistemológico de los fenómenos sociales.” Se trata de comprender las formas predominantes de conocer que tiene una sociedad en un contexto concreto y que promueven, facilitando (no siendo la causa) la aparición o sostenimiento de determinados fenómenos sociales. Esto supone adentrarse en las maneras vigentes en que determinados grupos sociales aprehenden, codifican y dotan de sentido a la realidad. A tal efecto propongo cinco formas cognitivas predominantes en la Argentina de nuestro tiempo.
Tesis 1: egoísmo cognitivo
Nuestra sociedad se relaciona cognitivamente con la realidad desde una perspectiva extremadamente personalista. El sujeto que conoce es el yo individual que indaga la realidad que lo circunda a partir de sus necesidades particulares. De esta forma parecen quedar relegadas las miradas colectivas como las de clases sociales, las religiosas, las de género, las nacionales, las étnicas, etcétera. Este relegamiento de perspectivas se corresponde con el desuso de voces como compatriotas, coetáneos, correligionarios, etcétera. las cuales se nos aparecen como patéticamente pasadas de moda. Si bien tal individualismo, no es una novedad, sino que es la expresión propia de la modernidad, podemos pensar que actualmente se lo está viviendo en una versión exacerbada. ¡Sálvese quien pueda!
Tesis 2: efectismo cognitivo
Estamos viviendo una época donde se valoran los resultados por sobre los procesos. Esto supone la búsqueda de la satisfacción inmediata de nuestros requerimientos cognitivos aun por encima de la calidad de los mismos. Podemos entender esto como una suerte de ansiedad cognoscitiva que atenta contra la capacidad de concentración mental del sujeto que conoce, privándolo, además, de las ricas transformaciones personales que vienen aparejadas con el proceso de conocer. Se trata del resultadismo, de la exégesis de lo inmediato. Si bien el interés por los resultados es, también, herencia de la modernidad, a partir de su idea de racionalidad instrumental, en estos tiempos toma una forma exacerbada que atenta contra los procesos culturales sólidos y con el conocimiento profundo del objeto.
Tesis 3: violencia cognitiva
Como nunca antes en la historia está en boga la idea del cambio; a tal punto que el vocablo cambio se ha vuelto sinónimo de virtud. Funcional, como pocas cosas, al sistema socioeconómico hegemónico, la idea del cambio es acicateada por los medios de comunicación y es protagonista de la cultura de masas. En efecto, así como se promueve el cambio de un equipo de celular, o de la cocina de una casa, el cambio, por el cambio mismo, es siempre celebrado en las innovaciones científicas y en las concepciones políticas. Esta ponderación acrítica del cambio nos hace olvidar que no todo cambio es positivo. Hija de la más pura tradición liberal, la idea del cambio hoy se vuelve más feroz que nunca, porque el cambio supone una ruptura usualmente violenta que implica la destrucción de otra cosa, por lo que en su límite más negativo el cambio toma la forma de violencia cognitiva.
Tesis 4: presentismo cognitivo
La realidad toda, pero en especial la sociopolítica y cultural, se configura a partir de los procesos históricos que le han dado forma y contexto. Su abordaje cognitivo, por tanto, no puede dejar de lado la dimensión histórica que es inherente y no contingente al acto de conocer. Sin embargo, hoy día se observa que la aproximación intelectiva de la realidad desconoce de manera sorprendente toda su parte histórica, cómo si los fenómenos sociales aparecieran, sin más, por una suerte de generación espontánea. No se trata de que la sociedad no sepa de historia (que no sabe) sino de algo mucho más profundo y desconcertante: se ignora todo el componente histórico de los acontecimientos sociales. Desde la falacia de un presente eterno, a la realidad se la construye, se la analiza, se la piensa y se la opera con una mirada superficial, descontextualizada y por tanto manipulable. Esta forma cognitiva se nutre del universalismo positivista, pero llega hoy a niveles inéditos, en lo que podríamos llamar presentismo cognitivo.
Tesis 5: cipayismo cognitivo
La adopción acrítica de perspectivas y teorías propias de los países dominantes, cimentada en una admiración por las culturas calificadas como “superiores”, es un fenómeno social, devenido del pensamiento colonialista positivista, que tiene su correlato epistemológico. Esto implica el abandono “por vergüenza” de los saberes locales y genera una dependencia intelectual que quita herramientas conceptuales adecuadas para intervenir en las problemáticas propias. La sociedad se limita a una sola manera de relacionarse con su realidad perdiendo el control de la narrativa de sus propias circunstancias, colocándose, a sí misma, en una posición de inferioridad.
Formas de pensar, de relacionarse con el mundo, lentes que dotan de sentido a lo que sucede, claves que codifican la realidad como un diccionario o un algoritmo para volver inteligibles a los hechos que nos rodean. Con estas cinco formas de conocer, condicionamos colectivamente a la sociedad que construimos, entre otras cosas: eligiendo presidente.