La autopista Dellepiane fue escenario el pasado miércoles 15 de hechos sencillamente dantescos. Desde hace días que miles de vecinos de la zona sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Caba) vienen sufriendo los efectos de la falta de servicio eléctrico y de agua.
Hartos de ser maltratados por la empresa Edesur y ante el silencio de las autoridades políticas, decidieron cortar la citada autopista provocando embotellamientos colosales de tránsito.
Con el correr de las horas el clima se fue caldeando hasta que entró en escena la policía porteña. Inmediatamente, unos doscientos efectivos arremetieron contra los vecinos que protestaban.
La represión fue atroz. Hubo policías que amedrentaron a ancianas y otros uniformados motorizados dieron comienzo a una verdadera cacería humana en los barrios lindantes con la autopista.
Los uniformados trataron a los vecinos como si fueran delincuentes. Una verdadera vergüenza. La escena más dramática la protagonizó un periodista de Crónica TV quien fue golpeado a mansalva por varios policías.
Confieso que al ver por televisión las escenas de la represión sentí asco y repugnancia. Pero lejos estuvo de tratarse de un accionar irracional de parte de la policía porteña. Por el contrario, los uniformados no hicieron más que obedecer la orden de reprimir dada por el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta.
Su mensaje fue claro. En caso de llegar a la presidencia no dudará en reprimir a los atribulados ciudadanos que tengan la osadía de rebelarse porque carecen de servicios esenciales para su supervivencia, como la luz y el agua. Finalmente, el jefe del gobierno porteño mostró su verdadero rostro. Un rostro siniestro y espeluznante.
Hernán Kruse