A Carla Busciglio le encanta tomar mate. Consume varios termos por día, casi que no podría contarlos, a veces acompañada, pero la mayoría del tiempo toma mate sola en el trabajo. Para eso, durante años, la acompañó un fiel mate autocebante de plástico. Carla no cuestionaba su utilidad, pero sí lo rápido que se enfriaba. No importaba cuánto calentara el agua, ese mate se enfriaba demasiado rápido.
Fue Agustín Fernández, su marido, el que empezó a idear el modo de mejorar ese producto. Y entre los dos surgió un negocio que hoy crece a gran ritmo. “Nos parecía llamativo que nadie le hubiese puesto más cabeza a esa propuesta”, cuenta hoy Agustín a cinco años de la creación de Mate Justo, el primero autocebante de acero inoxidable.
Casi como un juego, Agustín que es ingeniero industrial, comenzó con un boceto de diseño y en el 2020 lo llevó a la realidad: “Probamos con un caño de acero inoxidable, lo torneamos y adaptamos para tener un prototipo y ella lo empezó a usar en el trabajo. Ahí comprobamos que resistía hasta 4 horas de calor”, rememora hoy el emprendedor al tiempo que explica que buscó crear un producto que combina tecnología, diseño industrial y pasión por la tradición.
Invertir por una idea
Cuando Agustín y Carla estuvieron seguros de su producto, hicieron una primera tirada de 20 mates autocebantes, los publicaron online y los vendieron todos. Repitieron la operación con 100 y también se agotaron. A partir de allí, decidieron profesionalizarlo aún más, pero les faltaba inversión, así que decidieron vender su auto y así hacer evolucionar el producto junto a un diseñador industrial que les creó la matriz. Una vez que tuvieron el desarrollo aumentaron la producción y crearon formalmente la marca Mate Justo.
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El diseño y la calidad de Mate Justo marcan un diferencial con respecto a la competencia.
Foto: gentileza Mate Justo.
Para la pareja, esta idea tenía como objetivo revalorizar el diseñado local y la pasión argentina por el mate: “Cuando sumamos un diseñador, lo primero que le pregunté fue si tomaba mate. No puede hacerlo alguien que no tomó un mate en su vida”, afirma el emprendedor y agrega: “El automate siempre se vio como algo barato, de paso. Nosotros queríamos que fuera un objeto de diseño, que acompañe, que sea elegante”.
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Para poder responder a la demanda que tienen, funcionan así: “Hoy en día importamos los termos de acero inoxidable y nuestro desarrollo es la parte autocebante de arriba. Los vendemos con la tapa original que viene por si el comprador lo quiere usar solo como termo”, explica Agustín sobre su producto. El Mate Justo tiene un precio $73.000 y se vende tanto a través del sitio web como por medio de una red de bazares distribuidores en diversas provincias del país como La Pampa, Córdoba, Buenos Aires y Chubut, entre otras.
“Online también hacemos venta mayorista. El mínimo son 18 unidades” aclara Agustín. Además del producto estrella, la pareja también desarrolló un morral para llevar el mate que se vende en su página a $34900. Calculan que despachan unas 3000 unidades mensuales, de las cuales el 60% es para venta mayorista.
Con un equipo de 12 personas participando en distintas etapas del proyecto, Carla y Agustín siguen apostando por Mate Justo. Planean lanzar dos nuevos productos a la brevedad y abrir mercados en Brasil y Uruguay, para así seguir con su expansión.
Acerca de cómo funciona el mate justo
Lo primero que hacen quienes utilizan este tipo de termo es cargar el agua. Luego se coloca el dispositivo que permite incluir la yerba dentro. De hecho, comercializan unos mini packs con la medida justa de la infusión. Y luego se cierra. La bombilla está diseñada para no dejar entrar aire, lo que permite que el agua caliente se mantenga en contacto con la yerba y se infunda correctamente cada vez que el cliente absorbe.
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Mate Justo ofrece distintos colores de automate en acero inoxidable.
Foto: gentileza Mate Justo.