Antes de encontrarse con la vida de los textos y de hacer de la narración oral una profesión, Rubén López se dedicaba a la bioquímica, desde la investigación y la enseñanza. Cuenta que eso fue hasta que descubrió que aquel arte que disfrutaba como un hobby le ganó todo el tiempo. Desde entonces no paró y hoy es su oficio principal. El narrador integra el Plan Provincial de Lectura de Córdoba, es miembro fundador de la Red Latinoamericana de Cuentería y director editorial, entre otros datos de su rica trayectoria.
El sábado 30, desde las 9 y hasta las 13, dará una capacitación para docentes y mediadores de lectura en la Biblioteca Popular Cachilo (Virasoro 5060, [email protected]).
—¿Cómo comenzaste con la narrador oral y ser un especialista en lectura en voz alta?
—Comencé a partir de un taller que se dictó en el Cedilij (Centro de Difusión e Investigación de Literatura Infantil y Juvenil) de Córdoba, al que asistí desde un lugar que nada no tiene nada que ver con esta tarea, ya que de formación académica soy bioquímico. A partir de entonces me enganché y comencé yendo a contar cuentos a los colegios o donde estaban mis compañeros del taller; la gente se comenzó a enterar, me convocaron otros y así cada vez más, hasta que me di cuenta que estaba haciendo de esto una profesión.
—Estabas ejerciendo el oficio de narrador...
—Claro, sí. Es un oficio. Como trabajaba en escuelas secundarias, narrando cuentos, Graciela Bialet, escritora cordobesa que en ese momento estaba a cargo del Plan Nacional de Lectura en la provincia, me convocó para algunos talleres; de esa vinculación derivó que me afecten todas mis horas al plan de lectura. Es así que desde hace varios años trabajo exclusivamente en formar a lectores en voz alta y a narradores.
—¿Qué pasó con tu trabajo de bioquímico?
—En realidad nunca me dediqué a la bioquímica como bioquímica clínica, sino que me había dedicado más a la investigación y a dar clases. A la bioquímica la dejé por completo y me dediqué exclusivamente a esto porque me resulta mucho más grata como tarea.
—¿Hubo algún autor o hecho clave que pasara en aquel taller inicial y te señalara "esto es lo mío" y terminara por volcarte a esta profesión?
—No fue un autor. Hay varias cosas que van pasando al mismo tiempo. Lo que hizo que me diera cuenta que "esto es lo mío" no tuvo que ver con los autores sino con lo que pasaba con la gente, lo que me pasaba a mí con la gente. Esto de sentir que me lograba comunicar con el otro y que el otro disfrutaba de lo que uno estaba haciendo. Era esa comunicación que se daba, en esto de encontrarles a los textos cosas que para mí eran importantes decir, y al compartirlas que la gente sintiera lo mismo que sentía yo frente a esos textos. Eso es un poco lo que me motivó. Empecé trabajando cuentos para adultos y, casi por pedido, comencé a trabajar para chicos. Y se fueron dando diferentes cosas: me encontré de pronto haciendo un proyecto de narración bilingüe, para la comunidad sorda y la comunidad oyente; al poco tiempo me contacté con un músico y empezamos a trabajar con narraciones de cuentos musicalizados. Eso fue creciendo y me fui encontrando más con lo pedagógico, la lectura en voz alta y la enseñanza. Allí empecé a dedicarme más a la formación. Ha sido un camino gradual: comencé casi como un hobby algo que me daba mucho placer y hoy es mi actividad principal, a lo que me dedico.
—Antes de ese taller, ¿qué marca tu camino de narrador?
—Soy de San Juan, siempre me había gustado mucho leer, pero no había tenido mucho contacto con la literatura, salvo algunos best seller en la adolescencia y con las historietas cuando era chico y estaba en la primaria. Esas eran mis lecturas. Ya en la universidad, con mi pareja comienzo a hacer teatro de títeres. Siempre pensando el arte con un hobby, no como una forma de vida. Luego, cuando me encuentro con los cuentos descubro que es algo que puedo hacer sin retablo, que era una manera mucho más sencilla de estar en contacto desde el arte con la gente que con los títeres. Además fue en un momento de mi vida donde no estaba bien sino con muchas dificultades, y comencé a encontrar muchas respuestas en la literatura, a notar que los cuentos me contaban a mí mismo. Eso fue muy sanador y lo que más me enganchó fue esto de querer compartir las historias.
—¿Qué aporta la narración oral, la voz de los adultos en acercar a los más chicos a la lectura?
—El rol que juega la narración oral, la lectura en voz alta y la narración de cuentos es fundamental para entender cómo funciona un texto. El chico aprende a partir de escuchar, entiende cómo funciona el texto cuando hay un adulto que le interpreta el texto escrito y vuelve a ese texto para darse cuenta cómo fue que el lector que se lo compartió hizo para darle vida. Esa es una herramienta muy valiosa para cualquier individuo siempre, no solo para los chicos. Cuando hay un adulto que hace una buena lectura de un texto, al que escucha le resulta muy sencillo entender cómo funciona un texto.
—Es también cuando se genera un particular entusiasmo y se pide que se lea más, que se siga con la narración de esa historia...
—Seguro. Quien lee en voz alta tiene que estar encendido, disfrutando de lo que está haciendo, porque cuando uno disfruta eso se contagia. La persona que te escucha disfruta junto con vos. Entiende que yendo al libro va a encontrar el mismo disfrute que está encontrando con vos. Por eso la lectura en voz alta es una de las estrategias más potentes para invitar a la lectura.
—¿Qué va a pasar en la Cachilo el sábado que viene, en qué va a consistir el encuentro?
—Va a consistir en eso: en tomar textos y darles vida. Compartir esas herramientas y estrategias para darles vida y disfrutar de las historias para poderlas compartir. Vamos a profundizar en las técnicas y estrategias para apropiarnos de las historias y vivirlas con intensidad, para poder compartir con los demás. Básicamente se trata de algunas dinámicas de acercamiento y en la práctica de darle vida a los textos para chicos y para adultos. Mucho jugar con las palabras, con el cuerpo, y con entrar y salir de diferentes emociones en esto de entrenarnos en vivir las historias.
>>> Lima Quintana y el Subcomandante Marcos
"Hay autores que determinaron mi camino: Hamlet Lima Quintana y el Subcomandante Marcos", menciona el narrador Rubén López cuando se le pide que comparta autores de su preferencia. Son los nombres que inspiran un espectáculo y están poniendo letra a un próximo disco. "Hago un espectáculo que se llama «Del amor, los pájaros y la gente», que es un homenaje a Hamlet Lima Quintana, donde narro los Cuentos para no morir. Y estoy preparando un disco con historias del Subcomandante Marcos, basado en Los relatos del viejo Antonio".
López es capacitador en lectura en voz alta y narración oral del Plan Provincial de Lectura de Córdoba, técnico en los Laboratorios de Lectura del Programa "Córdoba en palabras", capacitador y director de Dicho y Hecho, primera Escuela de Cuentería en Córdoba, además de integrante del Grupo Alas de Cuento. También es director de la Colección Fondo Negro, de la Editorial Tela Papel y Madera, y miembro activo del Centro de Difusión e Investigación en Literatura Infantil y Juvenil. En 2012 recibió el Premio Pregonero al Narrador Oral otorgado Fundación El Libro.
El sábado 30 compartirá una formación especializada en Narración oral y lectura en voz alta, en la Biblioteca Cachilo. Está destinada a estudiantes y profesores, bibliotecarios, promotores de lectura y público en general interesado. Por consultas e inscripción dirigirse personalmente a Virasoro 5606, o por correo a: [email protected]