Esta es una historia de cinco jóvenes privados de su libertad que lucharán por su libertad, pero, a la vez, mostrarán la peor cara de la humanidad. Y también, la de los que no quieren ver la evidencia que está frente a sus ojos o en las etiquetas.
-¿Consideran que existe la esclavitud en las industrias, sin importar el país de que se trate ni qué fabriquen?
Horacio Massacesi: Sí, claro, totalmente y muchísimo más de lo que estamos dispuestos a aceptar y reconocer. Hay casos tan cercanos y tan habituales, que ya forman parte del decorado de la sociedad. Si hacemos foco en nuestro país, todos sabemos que existen casos en la industria textil, en el campo y en otros sectores. Es más, podría afirmar que la metodología de La Forestal (N. de la R.: Compañía inglesa que explotó los bosques santafesinos y chaqueños de quebracho desde 1906 hasta 1963 y donde se registró una matanza de trabajadores) todavía existe en nuestro territorio y no muy lejos de aquí, solo que no hay voluntad de investigar ni avanzar en el tema.
Alejandra Rey: Y cuando hay voluntad se tapa por razones económicas. Si se hace una búsqueda exhaustiva hay muchas investigaciones serias hechas en el mundo, pero que creo que no interesan mucho porque los explotados son migrantes, desplazados, un paisaje que ya es común ver en Europa. Yo los llamo los nadie del mundo globalizado: personas que nadie ve ni ayuda, invisibles a los sentimientos humanos.
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-¿El nombre del barco, Fenicios, es alusivo a esa civilización o a la condición humana?
HM: El origen del calificativo de Fenicio se lo aplicamos por la condición humana de negociar todo, pretender hacer el mejor negocio posible utilizando el poder de compra y la necesidad del otro. No lo utilizamos como un adjetivo descalificativo, sino descriptivo y tiene su raíz en el pueblo fenicio: ellos fueron los más hábiles comerciantes del mar Mediterráneo.
AR: Hay un doble sentido en el nombre, claramente. Si nos detenemos a pensar en lo que hacemos habitualmente frente a una adquisición veremos que nos comportamos de manera miserable y nos alegramos mucho de pagar más barato que los demás. Pavoneamos sin pensar en quién está detrás del producto terminado: cómo viven, si son menores de edad, si están en estado de esclavitud… No olvidemos que esa forma de clandestinidad lleva a otros delitos tanto o más aberrantes, como la explotación sexual de mujeres y niños.
-En algunos reportajes que les hicieron hablaron de los “nadies”. ¿Pueden desarrollar esta idea?
AR: Lo que decía antes: las empresas contratan, si eso es posible, a gente que nadie busca ni buscará jamás, olvidados, sufridos, personas que han huido de sus países por razones traumáticas…
HM: Y la idea es visibilizar a un grupo de personas por los que “nadie” pregunta, “nadie” se interesa, “nadie” hará nada por ellos. Son prescindibles socialmente.
-¿Consideran que hay un retroceso en la civilización respecto de la esclavitud?
HM: No creo que haya un retroceso, porque en siglos pasados estaba hasta legalizada y normada por las costumbres la esclavitud, pero sí pensamos que hay un estancamiento donde aceptamos algunas reglas que llevadas al extremo por la ambición humana se terminan deformando socialmente.
AR: Yo disiento, creo que es un retroceso porque se supone que los adelantos tecnológicos, como las comunicaciones y la Inteligencia Artificial lograrían visibilizar, entre otras cosas, las injusticias. Y en cambio, hay cada vez más sometidos y creo que se debe a los desplazamientos poblacionales a partir de las guerras. Mientras ocurrían lejos, nada pasaba, pero esas personas le tocan la puerta a Europa y el continente no se las abre o lo hace para darles tareas que los ciudadanos de esos países no harían ni locos.
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-Si hablamos de géneros literarios, ¿El último viaje del Fenicios es un policial y sólo un policial?
HM: Es una novela, una ficción, que puede ser totalmente creíble.
AR: Diría que es un thriller, un superthriller, emocionante, de acción, con héroes surgidos entre los menos pensados: los nadie.
-¿Cómo funciona una sociedad literaria para escribir una novela?
HM: En nuestro caso, fluyó de manera muy natural dado que es el encuentro entre un novato, yo, y una profesional. Esto simplifica el rol de cada uno, dado que definida la historia, los personajes, la trama central, el resto se va definiendo y acordando, donde la experiencia y el conocimiento son mandatorios.
AR: Funciona porque una sociedad para que todo salga bien, tiene que ser honesta, no amiga ni compinche, esencialmente honesta, y es lo que pasó. Horacio aportó la idea que venía pensando desde hace mucho tiempo y que es genial. Y que partió de una pregunta: ¿cómo puede ser que haya ropa tan barata, que no alcanza a cubrir los costos de una empresa? Los ingenieros, como él, tienen esos interrogantes. Lo demás, personajes e investigación fue fácil porque había experiencia por mi laburo.
-Luego de investigar para escribir, ¿qué descubrieron sobre las nuevas formas de esclavitud?
HM: El tema es amplio. Nosotros no sólo pretendemos mostrar una forma de esclavitud laboral, sino también la complicidad del consumidor y la maximización del beneficio. Y en ese universo hay de todo, muchas cosas indecibles y, también, mitos.
AR: Descubrimos que la maldad humana no tiene límites y que cualquier modo de explotación, si deja ganancias, es válido para los malos.
-¿Piensan que la IA podría subsanar en algo la situación de sometimiento en algunos rubros?
AR: Si se utiliza para el bien, la AI es un contralor perfecto. Pero todavía todo es muy secreto y casi inalcanzable: hay que empezar por comprenderla y ver bien para qué se va a utilizar.
HM: Creo que como toda tecnología podría ayudar, pero sin voluntad de la dirigencia y de la sociedad, es muy difícil. El trafico de personas no es un tema de agenda, como el de las drogas y las armas. La sociedad esta anestesiada con este tema.
-¿Los personajes están inspirados en personas reales?
HM: Totalmente ficticios, y por más que parezcan historias de vida muy duras, sabemos que hay peores. La realidad supera la ficción.
AR: Ficticios ciento por ciento, pero que pueden ser tus vecinos. Es decir, al lado de tu casa es probable que haya una fábrica clandestina de algo y vos jamás enterarte.
-¿Por qué piensan que en un mundo donde la vedete es la comunicación y se puede ver todo en vivo, la esclavitud, la desaparición de personas y los vejámenes pueden cometerse con tanta impunidad?
HM: Por falta de compromiso social. Por la complicidad y el adormecimiento de las personas respecto de estos temas. Naturalizamos situaciones muy cotidianas, por ejemplo, no hacer aportes legales a las personas que cuidan de nuestros hijos y limpian nuestras casas. Si bien podríamos decir que no llegan a ser situaciones de esclavitud laboral en la definición del diccionario, son caminos que van llevando a eso.
AR: Y el descuido sistemático de los niños y adolescentes vulnerables: ellos son los que más riesgos corren. Los reclutadores para cualquier acción ilegal son psicópatas o gente muy bien entrenada. El último viaje del Fenicios es, además, una lección y un llamado de atención para no descuidar a los jóvenes.