Hacía ya un tiempo que se había jubilado de la Municipalidad en la que trabajaba haciendo el Festival Internacional de Poesía y su amada “Poesía en los bares”. Vitales y medulares cables a tierra para él, de modo que en ese tiempo estaba un tanto triste y, sobre todo, inactivo. Ya había hecho muchísimas canciones con Litto (Nebbia) que lo mantenían bastante en forma, pero ese ciclo también había llegado a fin. Fue entonces que me pareció una buena idea acercarle alguna música, un poco para reanimarlo y también para que compartiéramos momentos juntos con un buen pretexto, pero principalmente porque era desde allí, desde la creatividad, donde yo podía encontrarme con su magia, el verdadero ser que habitaba ese cuerpo. Ocurrió que la música que le acerqué era un tanto más compleja de lo esperado, por lo que con esa primera dificultad ya había resuelto dos cosas… Por un lado, fueron muchos más encuentros de lo premeditado, y por el otro, logré entintar su Olivetti.