Bélgica inauguró la más avanzada base científica en la Antártida, la Princesa
Isabel, demostrando que las energías renovables son viables incluso en los lugares más fríos y
remotos del planeta, y se puede lograr construcciones que no emiten gases contaminantes a la
atmósfera.
La base belga, que se acaba de inaugurar en el este de la Antártida, funciona
únicamente con energía solar y eólica, y sus creadores consideran que si esto es posible, debería
ayudar a combatir el escepticismo de los que cuestionan la viabilidad de la energía verde.
"Si construimos una base de estas características en la Antártida, también
podemos hacerlo en cualquier otro lugar del mundo. Tenemos la capacidad, la tecnología y el
conocimiento para cambiar el mundo", declaró Alain Hubert, el director de este proyecto pionero, en
la ceremonia de inauguración celebrada ayer.
La base Princesa Isabel se une así a otro proyecto similar que se inauguró el
año pasado en la Antártida, la E-Base impulsada por el explorador Robert Swan, cuyo suministro
energético proviene también de fuentes exclusivamente renovables.
El calentamiento global, provocadas por las emisiones de los gases de efecto
invernadero, han llevado a los gobiernos de todo el planeta a buscar nuevas fuentes alternativas de
energía. Estas energías están empezando a implantarse en la Antártida, aunque la instalación de
paneles solares y molinos eólicos en medio del frío y la oscuridad del invierno polar es un inmenso
desafío.
De hecho, ya se ha demostrado que los paneles solares instalados en la península
antártica pueden recoger una cantidad de energía en un año equivalente a la que puede captarse en
muchos lugares de Europa.
La base "verde", cuya construcción ha tardado dos años y tuvo un costo cercan a
los 20 millones de euros, aplica microorganismos para permitir hasta cinco veces la reutilización
de aguas residuales de las duchas y los aseos. Además, se han instalado molinos eólicos en las
cercanas montañas de Utsteinen y paneles solares en la estructura del edificio para garantizar el
suministro de energía y agua caliente. Incluso el diseño geométrico de las ventanas está pensado
para conservar energía.
Los científicos que están analizando el fenómeno del calentamiento global
predicen que el incremento de las temperaturas podría acelerar el deshielo de la Antártida, lo que
aumentaría de forma alarmante el nivel del mar y amenazaría con sumergir bajo el agua muchas zonas
costeras.
Jean-Pascal van Ypersele, vicepresidente del Panel de Expertos de la ONU sobre
el Cambio Climático (IPCC), declaró en la ceremonia de inauguración que si no se reducen las
emisiones contaminantes entre un 50 y un 85 por ciento para la mitad de este siglo, las
consecuencias podrían ser catastróficas. "A nivel global, nos encontraremos en una situación que la
Tierra no ha conocido a lo largo de los últimos tres millones de años", aseguró.
Por su parte, Thomas Leysen, el director de la compañía belga Umicore, que
produce catalizadores para reducir las emisiones de los vehículos, aseguró que la protección del
medio ambiente es la mejor estrategia empresarial. "La crisis económica mundial resulta de
comportamientos insostenibles con la explotación de los recursos naturales", dijo.
Vientos fortísimos. La base está construida en una cresta del cordón montañoso
Utsteinen y está expuesta a vientos de hasta 300 kilómetros por hora. Puede soportar tales fuerzas
gracias a su forma aerodinámica y su fundación anclada varios metros en la profundidad del
permafrost.
Mide 22 metros de frente por diez metros de altura. El nivel inferior contiene
un garage para vehículos que pueden trasladarse sobre la nieve (snowcats) y otras utilidades.
Está conectada a nueve turbinas de viento y podrá albergar a 20 científicos a la
vez, que pasarán las campañas de verano, por espacio de cuatro meses.
De forma hexagonal para evitar la formación de canales de nieve, la Princesa
Isabel está dotada de paredes de cuatro capas: una primera de acero inoxidable de 1,5 milímetros de
espesor, que filtrará determinadas radiaciones solares; una de pino estratificado y pegado de 72
milímetros; una capa aislante de 40 centímetros de espuma de poliestireno y grafito, y, finalmente,
el revestimiento interior, que es de madera.
Las ventanas estarán compuestas por dos cerramientos dobles, de espesor también
doble. Todo ello contribuirá a mantener el módulo de 700 metros cuadrados cubiertos a una
temperatura de 18 a 20 grados permanentemente, sin calefacción. El calor lo proporcionarán, además
del sol, los ordenadores, la iluminación y las propias personas que trabajan y viven en el
lugar.
Los paneles térmicos calentarán el agua para consumo humano. Las aguas usadas
serán tratadas en una planta interior de nueve metros cuadrados y los residuos sólidos se evacuarán
cada dos años.
Desde 1897
En 1897, un grupo belga de exploración arribó a la Antártida. En 1957 Bélgica
instala su base, la Rey Balduino. En 1959, es uno de los doce signatarios del Tratado Antártico que
preserva a ese continente para actividades científicas. Pero en 1967, abandona y cierra la estación
Rey Balduino. Ahora, Bélgica regresó al continente blanco.