Si hay algo que en estos tiempos persigue la mayoría de las personas es el bienestar. Los intensos ritmos de las rutinas pueden llevar al descuido de la propia salud y, cuando eso se empieza a manifestar, se vuelve primordial tomar riendas en el asunto. Es así que desde diversas áreas constantemente se emprenden estudios enfocados en encontrar respuestas aplicables. En este marco, la fórmula 3-30-300 se presenta como una de las más fáciles y positivas para alcanzar la felicidad.
La regla 3-30-300 trae una premisa clara: se necesita de la naturaleza para ser feliz. En el día a día, muchas veces el contacto con la naturaleza se pasa por alto y, aunque quizás en el momento no es tan fácil reconocerlo, diversos estudios plantean que esto trae consecuencias negativas para la salud física y mental.
En contraposición, según han demostrado estudios tales como el de David Strayer en la Universidad de Utah, la exposición a la naturaleza permite que el córtex prefrontal descanse del estrés al que se somete diariamente.
Considerando estas cuestiones, el profesor de ecologización urbana y silvicultor holandés Cecil Konijnendijk, lanzó en 2021 la regla 3-30-300 y ofreció, de esta manera, una forma práctica y consciente de incorporar el color verde y el aire natural al día a día.
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Qué es la regla 3-30-300
La regla de holandés plantea que existen tres principios básicos a incorporar con un enorme impacto positivo en la salud:
- Ver 3 árboles desde las ventanas del hogar o lugar de trabajo.
- Vivir o trabajar en un entorno donde al menos el 30% del área tenga cobertura natural, como jardines, vegetación o cuerpos de agua.
- Estar a una distancia no mayor a 300 metros de un espacio verde, como un parque o jardín público.
Si se cumplen estas condiciones, el vínculo constante con la naturaleza aportará diversos beneficios. Los árboles avistados desde la ventana favorecen el descanso visual, mientras que la vegetación de alrededor aporta equilibrio y la cercanía a espacios verdes ofrece una posibilidad de desconexión mental importante.
Los espacios verdes (y también los azules, es decir, cuerpos de agua) influencian positivamente la salud humana. La conexión estrecha o vinculación consciente con la naturaleza no solamente reduce el estrés sino que además incrementa el sentimiento de realización personal, equilibrio, tranquilidad y felicidad. Esta unión con lo natural, además, se da a través de todos los sentidos, desde poder admirar el verde hasta escuchar a los pájaros, oler las flores o tocar el césped.
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Fomentar la conexión natural
La Mental Health Foundation sostiene que la conexión con la naturaleza es esencial para el bienestar humano. Tanto es así que para procurar el equilibrio, una mejor concentración y un relajamiento en el vertiginoso día a día, es infaltable entablar el vínculo natural.
Como no siempre es probable acercarse o permanecer en lugares verdes por mucho tiempo, hay algunos otros consejos que se pueden seguir para apostar por este contacto con lo natural. Por ejemplo, agregar plantas a los espacios interiores puede colaborar significativamente y basta con pequeños ajustes como sumar una pequeña planta al escritorio, colocar una maceta en alguna esquina o hasta colgarlas en repisas.
La integración a los espacios naturales debe ser una preocupación primordial y es importante que, aunque no se pueda cumplir la regla al 100%, haya siempre un interés por acercarse lo más posible a estos espacios. La premisa en cualquiera de sus niveles de cumplimiento es la misma: la naturaleza realmente impacta de manera positiva en el bienestar.