El Papa Francisco rechazó hoy enfáticamente en Brasil la liberalización del consumo de drogas como forma de lucha contra “la plaga del narcotráfico”, al inaugurar simbólicamente un centro de recuperación de dependientes químicos que empezará a funcionar en agosto en el Hospital San Francisco de Asís, en Río de Janeiro.
“No es la liberalización del consumo de drogas, como se está discutiendo en varias partes de América latina, lo que podrá reducir la propagación y la influencia de la dependencia química”, dijo el pontífice en Río, donde comandará hasta el domingo próximo la Jornada Mundial de la Juventud.
“Es preciso afrontar los problemas que están a la base de su uso, promoviendo una mayor justicia, educando a los jóvenes en los valores que construyen la vida común, acompañando a los necesitados y dando esperanza en el futuro”, sostuvo.
Una propuesta de despenalizar el consumo de marihuana fue presentada a la ONU por la Comisión Latinoamericana sobre las Drogas, conformada por tres ex presidentes de la región: Fernando Henrique Cardoso, de Brasil, César Gaviria, de Colombia, y Ernesto Zedillo, de México, y el tema es objeto de estudio también por parte de la Organización de Estados Americanos (OEA).
En su discurso, el Papa argentino afirmó que la lucha contra la dependencia química es una de las situaciones “que necesitan atención, cuidado, amor”, pero que se enfrentan con el hecho de que “lo que prevalece con frecuencia en nuestra sociedad es el egoísmo”.
“íCuántos mercaderes de muerte que siguen la lógica del poder y el dinero a toda costa! La plaga del narcotráfico, que favorece la violencia y siembra dolor y muerte, requiere un acto de valor de toda la sociedad”, enfatizó.
El Pontífice recordó que el santo patrono del hospital carioca, San Francisco de Asis, se convirtió al cristianismo y se hizo “pobre entre los pobres” luego de abrazar a un leproso y darse cuenta “de que la verdadera riqueza y lo que da la auténtica alegría no son las cosas, el tener, los ídolos del mundo, sino el seguir a Cristo y servir a los demás”.
“Pero abrazar no es suficiente. Tendamos la mano a quien se encuentra en dificultad, al que ha caído en el abismo de la dependencia, tal vez sin saber cómo, y decirle: 'Puedes levantarte, puedes remontar; te costará, pero puedes conseguirlo si de verdad lo quieres'”, apuntó.
“No se dejen robar la esperanza”, agregó Francisco, quien afirmó que la Iglesia y la sociedad deben convertirse en “portadores de esperanza” para los que enfrentan ese problema.
“Quisiera repetir a todos los que luchan contra la dependencia química, a los familiares que tienen un cometido no siempre fácil: la Iglesia no es ajena a sus fatigas, sino que los acompaña con afecto. El Señor está cerca de ustedes y los toma de la mano”, enfatizó.
El centro de atención para dependientes químicos, construido a un costo de alrededor de un millón de dólares financiados por contribuciones de entidades católicas, está considerado como el principal legado social de la Jornada Mundial de la Juventud para Río de Janeiro.
Por los planes iniciales, el centro debería haber sido inaugurado hoy, pero su construcción se demoró y la obra no pudo ser concluida antes de la llegada del Papa Francisco al país: “Lo inauguraremos dentro de un mes”, prometió el director del hospital, el fraile Paulo Batista.
El hospital empezará a funcionar con 40 camas, pero su capacidad se duplicará antes del final de este año: “El número, que podría parecer pequeño, representa un elemento de esperanza en una ciudad como Río donde existen casi 600.000 toxicodependientes y sólo 20 camas de atención médica”, expresaron hoy los organizadores de la JMJ.