Se me hace agua la boca
Hay depredadores, cuidadores, genios de la inteligencia y creadores geniales, imbéciles, asesinos múltiples, asesinos especializados como los femicidas.
3 de septiembre 2017 · 00:00hs
La frase es una expresión clásica de los humanos cuando se encuentran en las inmediaciones del placer, muy especialmente en las cercanías de la oralidad gastronómica. Es también un clásico de la psicología a partir de que el fisiólogo y reflexólogo ruso I. P. Pavlov formulara el célebre reflejo condicionado a partir de la trajinada experiencia con perros. El ruso acostumbraba a entrenar perros para que aprendieran a anticipar la llegada de la comida. Así en un primer tiempo junto con el alimento hacía sonar un timbre para que luego al volver a tronar el maldito timbre el can expresaba su júbilo aun si la carne no se presentaba. Listo: operación concluida. El reflejo condicionado estaba ya instalado en los perros (y en la cultura) de modo que a cada repetición del sonido los animales involucrados en el experimento movían la cola con baba incluida. Extraña psicología al reducir la psiquis humana a un menú de reflejos condicionados, es decir un repertorio de respuestas soldadas a un estímulo de ahí en más.
Ciertas psicologías se esfuerzan en reiterarse en su forma de entender al ser humano con la pretensión, a la vez la ilusión, de simplificar el complejo y enigmático bicho humano portador (supuestamente) de una esencia refleja. Lo cierto es que dicho bicho forma parte de la especie más diversa del planeta con ejemplares más que variados: exitosos, perdedores, fanáticos, indiferentes, con más sexos de los dos clásicos diseñados por Dios. También formada y poblada por corruptos, honestos, corruptos-honestos, honestos-corruptos, y demás. Con torturadores a derecha e izquierda. También con depredadores, cuidadores, genios de la inteligencia y creadores geniales, imbéciles, asesinos múltiples, asesinos especializados como los femicidas. Con pensadores brillantes pero a la vez con mayoría de ejemplares pensados con coloración de tipo gris. Una especie con mundos primeros y mundos terceros, con los llamados países serios, a menudo los más predadores, o países conformando la legión del mayor eufemismo conocido como los llamados países en vías de desarrollo, es decir pobres, con gente bien pobre. Pero adentro de dichos países con gente bien o sea bien rica, bien desarrollada y demás criaturas top organizadas con fines de lucro.
Esta diversidad social infinita sin autor a la vista domiciliada en las luces y en las sombras, creadora ella misma (valga la redundancia) de su variada diversidad, a la vez creadora de Dios, de dioses, del diablo y de los peores monstruos, también de los mejores ejemplares, además creadora de la doblez tan característica de los humanos, hacedora —finalmente— del presente social funcionando en el Modo Neo (liberal) propagando el cáncer devorador de lo público a través de esas metástasis que son los individuos privatizados. El ser paradigmático contemporáneo fabricado en el crisol del "no te metás". ¿Acaso todos ellos son productos de una causa cerebral con un fajo disponible de reflejos condicionados? ¿O tal vez el resultado de unas danzas comunes o raras de las sinapsis? En definitiva unos y otros salidos del pensamiento humano concebido como un jugo cerebral según el delirio de Cabanis, un padre de la neurociencia comercial.
El ser humano es un ser de lo inesperado. Tan capaz de resguardarse y esconderse en sus laberintos rutinarios como de realizar giros de 180 grados. No un giro de 360 grados consistente como se sabe en un movimiento para volver al mismo lugar como anunció el torpe general del Proceso llamado Cristino Nicolaides. Lo cierto es que el humano, ese ser de lo inesperado (por muchas razones), en última instancia no es estandarizable o domesticable como nos advertía Castoriadis. Cómo es posible que un ser tan materialista según muchas encuestas y puntos de vista se llene la boca con las aguas del placer por una cosa sin la presencia material de dicha cosa en la lengua. Y sin embargo es un fenómeno de lo más común y de la mayor importancia. Acaso un bebé en ocasiones fundamentales podría esperar a su madre sin la posibilidad de chuparse el dedo o lo que sea mitigando el hambre sin ninguna materia alimenticia a la vista. No es que el bebé confunda su dedo con el pecho, más bien el pequeño humanoide tiene nueve dedos y un dedo-pecho alucinado en las ocasiones en que éste es requerido. En suma que desde el comienzo mismo de las cosas de cada cual la relación entre Realidad e Imaginación es mucho más compleja que la simple y trillada visión aclamando a los cuatro vientos: la Realidad es lo verdaderamente existente. Con este expediente la imaginación se reduce a la capacidad de evocar la realidad y acaso de distorsionarla. Con este sencillo manual las sociedades lucen tranquilas y templadas mientras el orden de las cosas diga que lo que es blanco es blanco y lo que es negro es negro. Con todo, el orden de las cosas es tan inestable como las cosas mismas, además del propio humano, un ser que al igual que las baterías tiene dos polos, negativo-positivo con la percepción de la realidad siempre tramada por dichos polos. El caso es que cuando la imaginación mete la cola (y de algún modo siempre la mete) el baile entre lo blanco y lo negro puede inventar el paso más inesperado. Al punto de que alguien puede regodearse de placer antes de tener el bife en la boca mientras que por el contrario con el entrecot a su alcance no puede ni olerlo en razón de tener un nudo en el estómago bloqueando la entrada del placer de quien sufre por amor o lo que sea. Ahora bien "el nudo en el estómago" —metáfora impactante si las hay— sin embargo resulta una metáfora algo equívoca al situar la entrada del placer en la puerta del estómago. En rigor el nudo está en la verdadera puerta, en este caso en una boca vacía de placer inundada con el amargor de la angustia. Todo sin olvidar al siempre añorado enamoramiento, un síndrome insostenible sin la intervención de la dupla imaginación-fantasía. Por todo esto (y mucho más) bien se puede decir que sin imaginación no hay realidad, ni mucho menos creaciones. No hay realidades inmutables e imperecederas, sino siempre transformables.
Hay depredadores, cuidadores, genios de la inteligencia y creadores geniales, imbéciles, asesinos múltiples, asesinos especializados como los femicidas.