“Puertas a mundos” es una muestra inmersiva inédita en el país. Sin pantallas, propone diez salas sucesivas que invitan a abrir los sentidos, activar la imaginación y sumergirse en diez mundos distintos. Después de recibir a más de cincuenta mil personas en Buenos Aires, la propuesta desembarcó en Rosario.
Hasta el 17 de agosto inclusive, se puede visitar de jueves a domingo, de 12 a 21 (último ingreso a las 20, con turnos cada veinte minutos), en el Portal Rosario Shopping (Nansen 323).
Sin importar la edad, en “Puertas a mundos” se puede jugar, contemplar, experimentar, inventar, hamacarse entre las nubes, caminar en el espacio exterior, o sentir cada rincón de una habitación hecha solamente de peluche.
“Puertas a mundos” está ideada y dirigida por Luciana Grosman, licenciada en Artes y productora especializada en eventos masivos con más de 20 años de trayectoria. Inspirada por experiencias similares llevadas adelante en otros países, apostó todo a esta propuesta sin precedentes en Argentina.
“La muestra fue diseñada y construida de forma que sea modulable. Estaba pensada para poder armarse en otro lugar porque mi idea era comenzar en Buenos Aires, por una cuestión de cantidad de gente, y que después pueda circular por diferentes provincias”, contó Grosman en diálogo con La Capital. Desde su apertura en La Rural porteña a comienzos de año, se convirtió en furor y Rosario es el primer destino de una gira que ya promete próximos destinos.
Experiencias sin pantallas
“Por supuesto, era un desafío porque fue la primera vez que diseñé una muestra de estas características. De hecho, fue la primera vez que se hacía una muestra de estas características en el país, así que nadie sabía exactamente cuál era la mejor forma de hacerlo. Tuvo sus complejidades e implicó una curva de aprendizaje pero quedó igual que en Buenos Aires”, sumó.
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Una particularidad destacable de “Puertas a mundos” es que, a diferencia de la mayoría de las experiencias inmersivas, no tiene ninguna pantalla. De hecho, referencias internacionales de propuestas sin pantallas en las que Luciana se inspiró, como “El Museo del Helado”, “Bubble Planet” o “Dreamers”, usan tecnología en alguna instancia. Aunque la creadora decidió eliminarlas por completo del diseño, no están prohibidas.
“Creo que estamos rodeados todo el tiempo por pantallas, en nuestra vida cotidiana todo nuestro entretenimiento está mediado por pantallas. Entonces me pareció interesante la posibilidad de sacarlas, o al menos de que no las proponga la muestra, porque se puede sacar el teléfono e interactuar de esa forma. La muestra propone otra forma de vincularse con las cosas: tocandolas, saltando, jugando, inventando cosas en espacios en los que no sabés qué te están proponiendo”, contó Grosman.
En este sentido, algunos mundos tienen una invitación más clara mientras que otros son más abiertos. “Una escenografía a veces puede inquietar. Hay gente que al principio no lo entiende, no sabe qué tiene que hacer. Pero cuando se pueden volcar a la propuesta, terminan inventando algo. Se puede ver cómo cada persona tiene una manera distinta de recorrerla. Eso me parece muy enriquecedor”, detalló Luciana.
Para jugar en todas las edades
Por esto mismo, “Puertas a mundos” puede ser una experiencia muy divertida para infancias, pero transformadora para los adultos. “Está pensada para toda la familia. De hecho, funciona muy bien en grupos de adolescentes, y también en grupos de amigos o amigas adultas que van sin hijos. Es poner el cuerpo a jugar de una manera que a veces cuando van con hijos no se animan”, aseguró la creadora.
La muestra invita a retomar una soltura corporal propia de la niñez que muchas veces suele abandonarse con el paso del tiempo. “Estamos re desconectados de nuestro cuerpo por el uso de las pantallas”, apuntó Grosman, quien aclaró que los mundos no sólo están preparados conceptualmente para recibir a todas las edades sino también materialmente: los inflables, por ejemplo, soportan el peso de adultos.
El gran volumen de visitantes propició todo tipo de escenas elocuentes. “En principio, me sorprendió ver la dificultad de muchas personas de poner el cuerpo, y ver cuán desconectados estaban. Y por el contrario, ver el nivel de disfrute que generaba cuando lo lograban hacer. Otra cosa es que no estamos acostumbrados a jugar con nuestros hijos, en general se espera ir a lugares donde los chicos puedan jugar y los adultos hacer otra cosa. Poder vincularse y jugar juntos generaba escenas muy lindas entre padres e hijos”, contó Luciana.
“Otra cosa que me sorprendió fue que vino un grupo grande de chicos ciegos. La muestra es puro color y nunca me imaginé cómo lo iba a vivenciar ese grupo, pero como está pensada para todos los sentidos y tiene mucho para tocar, fue hermoso ver cómo lo disfrutaron”, agregó.
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Una vez más, lo inmersivo de “Puertas a mundos” no pasa nunca por un estímulo único. “La idea es que la muestra pueda vivirse con todos los sentidos, que no tenga una sola emoción de principio a fin. Tenía como cincuenta mundos escritos y pensados, pero viéndolo con mi focus group que son mis hijos, me fueron orientando. Después estuvo la parte de armar el tetris de la salas para que la propuesta vaya variando, vayan cambiando las emociones o los sentidos en juego, que a uno visual le siga uno de saltar y después otro de sentarse y escuchar pajaritos”, relató Grosman.
La muestra fue construida por las escenógrafas Lucila Rojo y Agustina Filipini, con diseño sonoro de Ariel Lanfrit y diseño lumínico de Matías Sendón. “Ellos le dieron vida a las ideas, que a veces empezaban sólo con una foto de referencia, y pudieron bajar los conceptos para materializar algo que funcione. Todas las propuestas que cada uno traía siempre eran superadoras a lo que yo en un principio les había dado como referencia”, dijo sobre el equipo que hizo posible la experiencia.
Finalmente, la creadora anticipó que “Puertas a mundos” es un concepto abierto, que el futuro podrá tener nuevas experiencias. “Mi idea es poder generar otras puertas, otros mundos con otras inspiraciones, incluso convocar a artistas a que hagan”, cerró.