La acelerada industrialización de la ciudad-Estado asiática ha provocado un notable aumento en la generación de residuos. Frente a este desafío, el Estado ha implementado exitosas políticas públicas de gestión de residuos que, en la actualidad, le han valido reconocimiento a nivel mundial en la materia.
A lo largo de las últimas décadas, Singapur ha desarrollado un sistema eficiente y tecnológicamente avanzado que le permite tratar el 100% de sus residuos de manera controlada y sostenible. De acuerdo con su Agencia Nacional de Ambiente, el país generó 6,86 millones de toneladas de residuos sólidos en 2023, habiendo reciclado el 55% y quemado el 92% del porcentaje restante en plantas de incineración.
El compromiso singapurense con el ambiente tiene sus orígenes en los años 60, misma década en que el país obtuvo su independencia de Malasia. Como señala Martínez Euclidianas (2023), a lo largo del siglo XX Singapur enfrentó serios problemas de contaminación, especialmente en sus calles y cuerpos de agua. En 1968, el gobierno comenzó a aplicar estrictas políticas de multas a quienes contaminaran, lo que marcó el inicio de un ambicioso proceso de transformación.
En la actualidad, el reconocido sistema singapurense de gestión de residuos consiste en la quema de los desechos en cuatro plantas de incineración de alta tecnología, capaces de reducir el volumen de residuos en un 90% al quemarlos a más de 1000º. Además de eliminar grandes cantidades de basura, las plantas también son generadoras de energía, en tanto, como indica Villanueva (2023), alrededor del 3% de la electricidad del país proviene de este proceso.
Quemados los desechos, el vapor generado alimenta turbinas generadoras de electricidad. Las cenizas resultantes y los residuos no incinerables son trasladados a la Estación de Transferencia Marina de Tuas, desde donde se dirigen hasta la isla artificial Semakau Palau. Dicha isla fue construida en 1999 exclusivamente para servir como vertedero de cenizas y residuos no incinerables. Sus celdas están selladas con membranas impermeables que imposibilitan cualquier contacto de los desechos con el océano. En 2021, Semakau Palau recibió alrededor de 2098 toneladas diarias de residuos.
La política singapurense de residuos también incluye una fuerte política de concienciación y educación ciudadana sobre reciclaje y separación de residuos, acompañada por estrictas leyes y multas. Con todo, a pesar de su notable eficacia, existen ciertos desafíos. Uno de ellos es la vida útil limitada de la isla Semakau Palau, en tanto se estima que funcione hasta 2035; a este respecto, Villanueva (2023) menciona que “el gobierno singapurense está buscando iniciativas de reducción, reutilización y reciclaje con el objetivo de alargar su vida útil y avanzar hacia una economía circular”. Por otro lado, autores como Vemuri (2021) señalan sus preocupaciones sobre los gases nocivos y las cenizas residuales generadas por el procedimiento de incineración.