Los funcionarios holandeses empezaron con los preparativos para el cambio de trono en su monarquía, previsto para el 30 de abril, y agradecieron a la reina Beatriz quien el lunes anunció su abdicación en favor de su hijo Guillermo Alejandro, casado con la argentina Máxima Zorreguieta.
En La Haya, el gobierno celebró una sesión extraordinaria por el cambio en el trono y también en la capital, Amsterdam, comenzaron los preparativos para la ceremonia, que se dará en la catedral Nieuwe Kerk.
Pero son los propios ciudadanos los que empezaron a encender la fiebre Orange, advertidos de que en menos de 100 días el país se coloreará de naranja para la celebración.
La fiebre naranja no es sólo un fenómeno admirado mundialmente en los torneos de fútbol: a los holandeses les encanta vestir ese color y adornar sus ciudades, pues el naranja está asociado a la casa Orange y simboliza los profundos vínculos con los fundadores del país que se independizaron del dominio español.
"La reina Beatriz es la madre de la nación", escribió ayer el diario De Volkskrant, encarnando el pensamiento de muchos ciudadanos.
El futuro de la institución monárquica, ahora, está garantizado con la incursión de una civil: la princesa Máxima, nacida en Argentina, quien llenó de aire fresco los viejos palacios y aportó la nota de glamour a los Orange.
Como rey, su marido Guillermo Alejandro está llamado a garantizar el futuro de la monarquía en Holanda. Pero por suerte, dicen los medios, la princesa Máxima está a su lado. Hacen notar que desde que se casaron, hace 11 años, ambos forman un compenetrado equipo. Como nueva pareja real, confían en que el matrimonio mantendrá y perfeccionará su estilo de trabajo.
En Holanda, el sistema político actual es una monarquía constitucional y el monarca es además el jefe de Estado, por lo que integra el gobierno, que es el poder ejecutivo local.
"La reina fue una valiosa asesora del gobierno", dijo el ex primer ministro socialdemócrata Wim Kok, mientras que el director gerente de Philips, Frans van Houten, ensalzó sus "fantásticos logros" para la economía del país.
Ayer casi todos los diarios del país publicaron un suplemento, en su mayoría de color naranja, en el que recordaron los 33 años de reinado de Beatriz, en tanto artistas y políticos de todos los partidos alabaron su mandato.
Los holandeses, sin embargo, también critican la monarquía, sobre todo cuando se trata de dinero. Pero no es más que un "deporte popular" ya que según las encuestas, la mayoría de los 17 millones de ciudadanos está orgulloso de su casa real.
Estilos. La reina Beatriz ha mantenido unido a su pueblo durante más de tres décadas, aunque también le han llovido críticas por su mandato sumamente estricto y distante con la población.
Gran parte de la población considera que con el reinado de Guillermo se abrirá una nueva era con un monarca "más abierto, moderno y más cercano al pueblo que su madre".
Hay personas que de todas maneras critican el accionar del príncipe en el pasado como cuando compró un chalé de lujo en Mozambique, que desató indignación. "Además, también defendió a su suegro, Jorge Zorreguieta, muy controvertido por su papel en los años 70 durante la última dictadura militar en Argentina", recordó la agencia DPA
Guillermo-Alejandro se convertirá, a los 45 años, en el primer rey desde Guillermo III, que reinó a partir de 1849 hasta su muerte en 1890. A Guillermo III lo sucedieron una regente y tres reinas.
Muchos holandeses se muestran reservados con relación a la capacidad del futuro monarca de suceder a su madre.
En los últimos quince años, el hijo mayor de la reina trabajó duramente para interiorizarse en los asuntos del reino y hacer olvidar un pasado de juerguista.
En esa campaña de reconquista del corazón del pueblo holandés cumplió un papel muy importante la futura reina, Máxima.
Máxima conquistó rápidamente la simpatía de los holandeses por su belleza y su sonrisa y, sobre todo, por la rapidez con que aprendió el idioma de su país de adopción, que habla perfectamente.
"Es un buen tipo. Espero que sea magnífico como su madre", dijo, sonriendo, Leo van der Host, de 65 años, al pasar delante del palacio en su jogging matinal. "Además tiene una esposa extraordinaria que todo el mundo adora", agregó el holandés antes de seguir su camino.