En definitiva, la Convención se trata de una gran oportunidad para realizar un proceso cívico enorme, pero también una gran tribuna para hacer política, levantar la voz y posicionarse. La oposición tiene variantes en ese aspecto, distintas herramientas, y empieza a desarrollar estrategias al respecto.
La discusión del reglamento de la Convención, que deberá aprobarse en la primera sesión y aún no se terminó de acordar entre los diferentes espacios, dará marco para los protagonismos. Mientras algunos creen que se debe consensuar en la previa, es decir, esta semana como límite, otros piensan en dar el debate ya en el recinto, con las cámaras encendidas y la atención encima.
Reforma constitucional y las llamas
“El apuro lo tienen ellos”, sueltan en La Libertad Avanza respecto al tratamiento del reglamento. Por esencia dicen estar dispuestos a confrontar fuerte en la Convención, seguramente en temas puntuales que no acuerden previamente. “Somos LLA”, recuerdan.
Algo similar se encamina a hacer el bloque de Amalia Granata, Somos Vida y Libertad, quien basa su estrategia política desde hace un año en confrontar de manera intensa, con golpes bajos y vehemencia en el recinto.
Ocurrió con el debate de la reforma previsional, que terminó en escándalo, y en la ley de necesidad de reforma constitucional, pero solo en la previa porque el día de la sesión Granata estaba de viaje en Italia.
Habrá que ver hasta qué punto su bloque la acompaña en las embestidas ya que hay abogados para los que una reforma es el summum de la profesión, como Emiliano Peralta y, sobre todo, para Silvia Malfesi, profesora de Derecho Constitucional.
Igualmente, la propia Malfesi sostiene que lo que puede activar la confrontación es que el oficialismo imponga su mayoría en el proceso. “Una buena Constitución es resultado de un consenso. Veremos cómo se porta el oficialismo. Esperemos que no se comporte como en la Cámara de Diputados”, sostuvo a este diario.
felipe.jpg
El senador Michlig puede ser el presidente de la Convención Constituyente.
Foto: Archivo / La Capital.
Es un tema convertido en acusación por parte de la oposición que desde las elecciones convencionales da vueltas en la agenda y trata de amplificarlo para condicionar cada paso del oficialismo en la Convención.
Pr su parte, Unidos niega tener esas intenciones, sobre todo porque no quiere que le embarren la cancha en un proceso del que quiere salir airoso con tema clave, como por ejemplo la reelección a gobernador.
“No se impone nada, lo que hay son premisas. No queremos imponer nada, pero somos primera minoría y hay cosas que podemos ceder y otras no”, afirman.
Respecto de un posible interés opositor por enmarañar la convención, en Unidos no lo descartan: “Puede ser de aquellos a los que lo único que les interesa es poner palos en la rueda y no sacar una buena Constitución”.
El peronismo
El peronismo parece estar en una sintonía distinta. El bloque de cuatro convencionales encabezado por Marcelo Lewandowski se muestra decidido a aportar a una Constitución completa y quedar destacado en eso, aunque se descuenta que activarán cuestionamientos si el oficialismo desoye propuestas. El senador no parece estar en una sintonía agresiva como si la tienen otros bloques.
El espacio Más para Santa Fe, alianza entre Ciudad Futura, el Movimiento Evita, el Frente Renovador y el Partido Justicialista con el empuje de los senadores, van a hacer valer su peso de haber salido segundos en las elecciones por más que hayan quedado a veinte puntos. Es un buen momento para salir del terreno devastado que estuvo desde que perdió contra Unidos la gobernación.
Tienen doce convencionales para discutir, entre ellos Juan Monteverde que encabezó la lista a distrito único y las del Concejo de Rosario, y a Armando Traferri como guía del peronismo tradicional. Habrá, probablemente, un juego de roles ya que el senador Rubén Pirola se quedaba con la presidencia del bloque y la manija de la negociación y la discursiva.
Para Monteverde querían reservarle la vicepresidencia de la Convención, un lugar más institucional. Se define en estos días. También se verá qué proyecto presentan con las diferencias ideológicas que abundan en la alianza en los tres primeros días después de aprobado el reglamento como tiempo límite.
Disciplina
En cuanto a las responsabilidades que le caben a un convencional reformador que se corra de la institucionalidad, en Unidos sostienen: “Si hay un sector que quiere romper la sesión, se deberá hacer cargo”.
Claramente lo piensan en términos políticos, pero también sancionatorios. El presidente de la Convención tiene facultades para aplicar disciplina del reglamento.
Así lo establece el borrador que giró Unidos a la oposición, puntos que lo más seguro es que no se objeten. En el artículo 3°, titulado “Deberes de conducta”, sostiene: “Los convencionales están obligados a adecuar su conducta a este reglamento y a todas las normas aplicables y a respetar el orden, la cortesía y la disciplina parlamentaria”.
En el artículo 9º, inciso 7º, se habilita al presidente a suspender la sesión por desorden, si no cesa después de haber anunciado dicha suspensión y levantar la sesión, si reanudada, el desorden se reproduce.
Pero hay todo un capítulo, el VII, que versa sobre el “Orden y disciplina”.
El artículo 75° se enfoca en “Falta al orden”: “Se considerará una falta al orden cuando los Convencionales incurrieren en cualquier violación a las disposiciones de este reglamento o ejecutaren los siguientes actos:
- Profirieren palabras o vertieren conceptos ofensivos al decoro de la Convención o sus miembros, de las Instituciones del Estado o de cualquier otra persona o entidad.
- Exhibieren o colocaren signos distintivos, banderas o carteles en el recinto.
- Faltaren en sus discursos a lo establecido para la buena marcha de las deliberaciones.
- Alteraren el orden de las sesiones con interrupciones o de cualquier otra forma.
- Pretendieren continuar haciendo uso de la palabra una vez que se le haya sido retirada por la Presidencia.
- Toda otra conducta que alterase el normal funcionamiento de la Convención.
Teléfono para varios. Se verá con qué rigor lo aplica el presidente, que será probablemente el radical de Unidos, Felipe Michlig.