En ese sentido, analizó: "Tendríamos que contratar y capacitar gente para estas situaciones complejas, como contener a un animal en ese estado de euforia y descontrol. Encontrar el perfil para quien pueda hacer esas tareas". Y subrayó que "los recursos son escasos y llegar al lugar del hecho a tiempo no es fácil".
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Una vez que el perro fue judicializado, o si se encuentra herido, ahí sí interviene el Imusa. Rinaldi señaló que en sus instalaciones alojan, por ejemplo, a un pitbull que atacó a su dueña en 2019. Se trata del último caso de gravedad en la ciudad, previo al ocurrido ayer. El animal atacó a la víctima, una mujer que murió días después, en su vivienda de Alsina al 1300, en barrio Echesortu.
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Foto: Leonardo Vincenti / La Capital
En tanto, a nivel nacional es habitual que se registren episodios violentos vinculados a razas de gran porte. Como por ejemplo, el dogo que asesinó a una adolescente de 15 años en Córdoba y la nena que fue atacada por dos pitbulls en Santa Fe.
El incidente más habitual en Rosario es la mordedura de animales, generalmente en el ámbito domiciliario y privado. "Hacía mucho que no trascendía un episodio de tanta violencia como este", resaltó el responsable del Imusa.
Asesoramiento, clave para la prevención
El pitbull que atacó al grupo de vecinos de zona oeste se encuentra internado en el Hospital Animal Doctor Cossia, tras recibir varios balazos. El veterinario expresó en contacto con este diario que "el pronóstico es reservado por ahora" pero sostuvo que los primeros examenes arrojaron que los disparos no comprometieron órganos vitales.
"No está grave y creemos que esto va a llegar a un buen final", dijo Cossia, aunque anticipó que el animal "tendrá problemas respiratorios ya que un orificio de bala en la zona del rostro afectó los cornetes nasales".
El veterinario fue contundente a la hablar de este tipo de situaciones y sentenció: "Jamás hablo de razas peligrosas, sino de dueños peligrosos". Indicó que ciertas razas tienen "una impronta genética específica", como perros de pelea, de caza o de guardia. "Somos nosotros los que podemos calmar esa impronta o exarcebarla", consideró.
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El especialista denunció que "siempre detrás de estos episodios hay algún tipo de negligencia". Se quejó: "Nosotros sabemos si los perros que viven en casa tienen carácter, son agresivos, si les gustan los chicos o no, si les gustan los otros perros o no. Sabemos bien con quién convivimos y asimismo tenemos la negligencia de dejarlo suelto".
Al igual que otros especialistas, Cossia recomendó que quienes eligan comprar o adoptar perros de gran porte se asesoren y se informen antes de hacerlo. Subrayó que "la educación es fundamental".
"Los primeros tres meses son fundamentales para definir quién va a manejar al perro, la sociabilización del perro se da dentro de ese periodo. Si después de eso, nos supera, hay que recurrir a algún adiestrador para modificar lo que no pudimos modificar nosotros", sugirió.
Cossia admitió que, para su gusto, "en Rosario hay demasiados pitbulls y dogos". En esa línea, detalló que cuando concurren a su clínica, además de ocuparse de la salud del animal, se encarga de hablar con los dueños para que estén preparados porque "la genética va a florecer indiscutiblemente y tenemos que estar preparados".
Ordenanza que no se cumple
Si bien Rosario tiene una ordenanza que contempla que los dueños de perros de raza de gran importe lo inscriban en el Registro Único de Mascotas (RUM), son muy pocos los que lo hacen. Este registro permite identificar a los perros potencialmente peligrosos ya que portan una tarjeta con sus datos y su foto.
Además, si el animal es robado o se ha perdido, con sólo pasar una lectora portátil por su lomo es posible conocer quién es su propietario. También ayuda al control del estado sanitario (vacunación antirrábica, esterilización, desparasitación).
Las razas que, por normativa local, deben tener un microchip en forma subcutánea son: pitbull, tosa inu, dogo de Burdeos, presa canario, bull terrier, akita inu, mastin napolitano, fila brasilero, dogo argentino, cane corso, bull mastiff, staffordshire terrier, rottweiler, doberman, gran perro japonés y ovejero alemán.
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De acuerdo a la ordenanza vigente, "son razas que por su contextura física, porte, tamaño, diámetro del cuello y potencia de sus mandíbulas, son capaces de ocasionar daños o lesiones graves a personas o animales, e inclusive la muerte, aunque no presenten rasgos de agresividad ni aptitudes de guardia o ataque".
"No tenemos un indicador de cuántos perros de gran porte hay en Rosario", sostuvo Rinaldi, director del Imusa. "El Registro tuvo un empuje importante cuando se sancionó la norma, pero ahora está estancado", mencionó y agregó: "Hay gente que no accede a eso por desconocimiento, costo o porque no les cambia o modifica. No está dentro de sus prioridades". A esta altura, por su incumplimiento y la escalada de ataques de perros de este tipo, la norma parece ser insuficiente.
Ciudad de mascotas
La Encuesta de Hogares de Rosario que llevó adelante por primera vez la Universidad Nacional de Rosario (UNR) sobre las poblaciones de perros y gatos en la ciudad arrojó que el 59,1% de los hogares tiene al menos un perro o un gato propio y, a escala ciudad, las estimaciones indican que hay aproximadamente 41 animales, ya sean perros o gatos, por cada 100 habitantes.
Eso sí, los perros duplican a los gatos, ya que ese total de animales cada 100 habitantes, 28 pertenecen a la población canina y 13 a la población felina.
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Los propietarios, señala el informe, eligen en un 70% de los casos convivir con perros; en tanto, los inquilinos dividen sus preferencias entre los caninos (54, 6%) y felinos (45,4%).