“Creo que vamos camino hacia una nueva centralidad de la clase trabajadora”, dijo en forma contundente el histórico dirigente fundador de la CTA, militante sindical que participó de espacios como la CGT Brasil que le dio disputa a la dictadura militar y hoy concejal de Lanús por Unidad Popular en el Frente de Todos, Víctor de Gennaro. Está convencido de que las organizaciones sindicales, sociales están “mucho más organizadas” que durante el año 2001 cuando se dio una dura pelea contra la dolarización primero y la devaluación después y por eso aseguró que mediante un proceso “democrático que no le tenga miedo a la participación de la gente”, se podrá disputar un modelo de país “distinto al que proponen los poderes concentrados que hoy son los que tienen el poder en Argentina”.
—Se cumplieron 40 años de la marcha de la CGT Brasil que fue el inicio del fin de la dictadura ¿Cómo recordás ese hecho y la construcción previa?
—Recuerdo que nos juntábamos en avenida Belgrano y Diagonal Sur al grito de “Se va a acabar, se va a acabar, la dictadura militar” con la bandera de la CGT Brasil encabezada por Saul Ubaldini y rápidamente éramos reprimidos de una manera impresionante. Todos intentábamos llegar a ese símbolo del poder popular y de soberanía política que era Plaza de Mayo. Fue un enfrentamiento de más de 5 o 6 horas. Lo que más me sorprendió fue la solidaridad de los vecinos. Le tiraban hasta macetas a la policía, abrían las puertas de la casas. Hubo miles de detenidos y lamentablemente en Mendoza fue asesinado Benedicto Ortiz, porque en la mayoría del país hubo movilizaciones y represión. Ese día se acababa la dictadura militar. La derrota en Malvinas aceleró la huída de los militares. Para mí en esa jornada se selló un acuerdo entre los dos brazos que peleamos contra la dictadura: quienes defendían los derechos humanos y la resistencia de los trabajadores. Lo marcó un hecho muy simbólico, que fue la entrada de (la Madre de Plaza de Mayo) Nora Cortiñas a una de las comisarías en el momento en que estábamos tratando de liberar a todos los compañeros. Se puso su pañuelo blanco, entró y fue una ovación.
—¿Cómo fue el proceso que termina en esa marcha?
—Evidentemente la resistencia de los trabajadores es producto de a reacción frente a un genocidio planificado y que tuvo por objetivo acabar fundamentalmente con la clase trabajadora organizada en las comisiones internas, con las experiencia de autogestión, cogestión. La dictadura, tal como dijo Martínez de Hoz, se proponía dar vuelta como una media el proceso económico y cultural de la Argentina. Y lo hizo. Inventó la pobreza. En tres años pasamos de 6% a 24% de acuerdo a las estadísticas oficiales, y paralelamente, se llevó adelante una represión brutal. El 67% de los desaparecidos fueron dirigentes de las comisiones internas o militantes de los trabajadores.
—¿Sobre qué pilares se reconstruyó ese movimiento obrero que había sido tan diezmado?
—La represión del 76 fue a las comisiones internas fundamentalmente. La dictadura no hizo lo que había hecho en el 55, cuando intervino a todo el movimiento obrero, descabezó los sindicatos y sacó a Perón. Luego de eso, la resistencia que generó el movimiento obrero partió del gran poder que eran las comisiones internas. Por eso el programa de Huerta Grande, La Falda, 1º de Mayo y las luchas de resistencia que culminaron en el Ocampazo, el Correntinazo, el Rosariazo, el Cordobazo, mostraron un movimiento obrero que peleaba por recuperar el gobierno. Esta vez la dictadura atacó al núcleo, que fueron las comisiones internas. Hubo muchos gremios que no fueron intervenidos ,como los que lideraban Triaca, Baldassini. En el 76, 77 y 78 fueron resistencias sectoriales. Recién hubo una resistencia nacional el 27 de abril de 1979, con la Comisión de los 25, que lanzó el primer paro nacional. De allí surge la CGT Brasil, que va a ser en el 80 la que encabece esa pelea. Comienza primero con la marcha de San Cayetano, que fue bajo la consigna de “Paz, pan y trabajo” y culminó con movilizaciones en todo el país y esa marcha del 30 de marzo. Sabíamos que se podía. Era una seguridad que existía en la historia de la clase trabajadora. Fue distinto después en los 90,cuando no sólo teníamos la dificultad por la situación de los trabajadores tras las privatizaciones, la desocupación, el pacto de Olivos y la crisis en las provincias, sino que no sabíamos hacia dónde íbamos. Se había caído el campo socialista, el peronismo y el radicalismo defendían los modelos del imperio y la crisis fue muy profunda. Fue una época de resistencia y creatividad que culminó con ese 2001 tan importante. Fundamentalmente enero de aquel año, cuando miles y miles de resistentes nos dimos cita en Porto Alegre para celebrar que Brasil iba a alumbrar el primer presidente trabajador que fue Lula. Allí sabíamos que otro mundo era posible.
—En ese momento tan complejo se creó la CTA
—Al principio no teníamos ni idea de que íbamos a hacer una central. Es más, fue un encuentro sindical en Rosario, en el Círculo Católico de Obreros que fue presidido por (Alberto) Piccinini y Héctor Quagliaro. Ahí discutimos la posibilidad de convocar a un congreso que se realizó a fines de ese año 1992. Quizás lo más revolucionario que hicimos fue considerar que un trabajador puede estar desocupado pero sigue siéndolo. La afiliación a la central se podía hacer con un trabajador que tiene trabajo, uno que está desocupado o uno que está jubilado. Hay una sola clase. Eso nos llevó a defender la afiliación y la elección directa. Aprendimos la autonomía como algo esencial, tanto del Estado como de los patrones, de los partidos. Eso hizo que ese modelo que se fue construyendo fue capaz de ser parte de toda la resistencia durante los años 90. Recuerdo el día 29 mayo de 2002 cuando hacemos el primer paro solos, junto a la CCC y Federación de Tierra y Vivienda, la FAA, la FUA. Poco antes habíamos enfrentado el proyecto dolarización de Cavallo con una propuesta de distribución del ingreso mediante el Frente Nacional contra la Pobreza (Frenapo). Eso tiene algo que ver con lo que está pasando hoy. Estamos en esa misma disyuntiva. Hoy nos plantean lo mismo, dolarización o devaluación, y nosotros seguimos planteando distribución del ingreso. La crisis y la puja distributiva son dos elementos que están presentes en la realidad política argentina y la única manera de resolverlas es democratizando a fondo la participación popular. En todas las áreas hay que empoderar a nuestro pueblo para que la gobernabilidad tenga que ver con lo que necesitamos.
—¿Qué papel están llamados a tener el movimiento obrero, las organizaciones sindicales, sociales, en este contexto?
—Hoy tenemos un grado de organización muchísimo más grande en todo el país de lo que teníamos en 2001 y 2002. La estructura de participación, protagonismo de las organizaciones territoriales, sindicales, es impresionante. Pero hay una dispersión política muy fuerte. Por eso creo que vamos en camino hacia una nueva centralidad de la clase trabajadora. Ojalá se dé la unidad de las CTA, la Utep, los movimientos populares. La estructura que se está planteando hoy, en la cual la UIA y la CGT son el reaseguro de un proyecto de país, ya sabemos que fue un fracaso. Estamos en un momento interesante y esa fuerza que ha crecido muchísimo en todo el país reclama para sí mayor poder organizado. Y no hay que tenerle miedo a la gente. Aquellas organizaciones populares que se animen a avanzar en la unidad de clase y proyectarse hacia un proyecto de país que está en discusión, van a abrir un espacio que este año creo va a estar alentado por un nuevo proceso en América latina.
¿Qué representa el 1° de Mayo?
“El 1º de mayo, que surgió como un día de lucha también terminó siendo un día de festejo porque en la historia argentina hubo diez años de felicidad para los trabajadores”, señaló Víctor De Gennaro.
El histórico dirigente sindical recordó que Argentina fue uno de los países en los que se recordó por primera vez a los mártires de Chicago, en 1890, que habían peleado “por 8 horas de trabajo, 8 horas de recreación y 8 de descanso”.
“No había Internet ni celulares y, sin embargo, ese grito tan fuerte hizo que se extendiera en el mundo y hoy se haya convertido en el día de celebración más universal del planeta, inclusive más que cualquier Dios”, subrayó.
“Esto demuestra la centralidad del trabajo y vale la pena conmemorarlo luchando y encontrándose en forma solidaria Es fundamental saber que si somos los que producimos las riquezas tenemos derecho a discutir qué se hace con ellas, hacia eso vamos”, enfatizó el fundador de la CTA.