“¿Vieron que no es fácil esto?”. El comentario surge de la Municipalidad de Rosario y se refiere a la administración de una gran ciudad, luego de que el intendente de Córdoba, Daniel Passerini, pasara la motosierra a funcionarios y contratados, acorralado porque no le cierran los números. El comentario también surge en un momento en que, tras años opacos, los rosarinos renovaron el aire de los pulmones y mueven la rueda citadina.
“Renace Rosario”, definen como slogan en el gobierno provincial y municipal. Parece exagerado para una ciudad con falencias a la vista, pero, a la luz de la violencia derramada en los últimos años frente a la vuelta de la vida social tanto diurna como nocturna y algunas nuevas obras, puede ser acertada.
Es difícil medir cuándo una ciudad está en un buen momento, es fácil cuando está en uno malo. ¿Qué se evalúa? En rasgos generales, el bienestar, un concepto amplio que aborda el ordenamiento, el tránsito, la accesibilidad, la actividad económica, la seguridad, el espacio público, la limpieza, las obras, el control, la tranquilidad, la impronta, etc. De todo puede hacerse un promedio mental y ponerle subjetividad al resultado, pero es claro que Rosario tiene un nuevo arranque.
Los recitales son las reuniones masivas más palpables que toman desde ambas administraciones para mostrar una ciudad en paz y activa. El show de Los Piojos del fin de semana pasado, que movió 40 mil personas en el Parque Independencia y en el derrame al alojamiento y consumo, es el nuevo ejemplo que empuña el gobierno provincial y local. Se le suma el Festival Bandera del octubre del año pasado como el puntapié inicial, coincidente con una consolidación de la baja de la inseguridad.
los piojos.jpeg
Rosario vuelve a ser centro de recitales masivos
Foto: Andrés Mancini / La Capital
El espejo de Rosario
El ejercicio es simple. En 2022, ir un domingo al parque Scalabrini Ortiz a tomar mates tenía cierto riesgo de que algún motochorro arruinara la tarde. Ahora se sale sin condicionamientos al espacio público. Quizás sea normalizar lo normal, pero en un momento la rutina rosarina no permitía lo normal. También es claro que no se llega al ideal, algo romántico, de sacar la reposera a la vereda en cualquier barrio y charlar con el vecino.
Pero hace un año hubo conmoción total y una sensación de indefensión ante la violencia. La semana trágica local -con el asesinato de cuatro trabajadores en pocos días- fue una bisagra. La clave fue erradicar algún tipo de victimización y también prejuicios foráneos, y hacerse cargo de la problemática, no solo la dirigencia sino también la sociedad, y salir para adelante.
En conclusión, más que medir números, los cambios para bien o para mal se perciben. La percepción es difícil de remontar y en ese desafío está la gestión municipal actual, mientras los rosarinos aportan lo suyo para ese renacimiento mencionado.
La comparación entre administraciones municipales es una forma de evaluar, la comparación con otras ciudades semejantes también. El juego del espejo. Allí se vislumbra Córdoba capital: la ciudad que rankea segunda a nivel nacional según algunos, la que le pasa el trapo a Rosario según otros, está al borde de quebrar. Lo financiero es una bolilla en el examen, por más que no parezca un capítulo importante.
>>> Leer más: Aseguran que Rosario es "mil veces mejor que Córdoba" y se abrió un debate en las redes
El estado de la caja
Por eso en el Palacio de los Leones resignificaron el orden de las finanzas. Rosario es una ciudad con recursos, pero es compleja y no escapa de los vaivenes económicos. Cuando hay repunte se sube rápido, cuando hay malaria lo sufre como pocas.
La Municipalidad de Córdoba se sobrepobló en las gestiones de los 2000, luego se endeudó en dólares, se ordenó bastante en pandemia con la gestión de Martín Llaryora y ahora se desbandó financieramente. Las deudas se rollean y nunca la terminan de cancelar porque pagan un bono con otro bono y así.
“Acá no pasó”, resaltan en el Palacio de los Leones y recuerdan que desde 2021 en adelante los presupuestos previeron superávit financiero. “En 2019 asumí con un compromiso claro: gobernar con austeridad. En esos años la palabra no estaba de moda, pero a mí no me hacía falta una tendencia de twitter para imponerla como criterio de mi gestión. Siempre pensé que gobernar era cuidar el mango para invertirlo en lo que falta”, lanzó el intendente Pablo Javkin en la última apertura de sesiones del Concejo municipal.
Ahora ya hay otro ciclo: baja de inflación pero caída de la recaudación. “Estamos más sanos”, dicen y comparan con el ciclo local del 2015/2019 que era similar al actual en Córdoba. Claro que siempre es relativa esta paz financiera: la economía puede tener una explosión y Rosario lo sentiría.
“Estamos sanos porque no tomamos decisiones alocadas como por ejemplo mandarnos con el pliego de higiene urbana en contexto de inflación alta, como proponía Juan Monteverde. Logramos que sean contratos pagables en un contexto, aquel, sin referencia de valores. Hoy es otra situación", dicen y agregan políticamente: "No es para cualquiera administrar”.
El contexto no puede estar ajeno a la evaluación de la ciudad aunque al vecino le importe, legítimamente, su realidad en la cuadra. La pandemia pegó fuerte hasta que expiró, el recorte de recursos nacionales sigue doliendo. Mientras, hay que llevarla. Pese a los casilleros que faltan llenar, Rosario va tomando color y sueña con volver al esplendor de algún momento.