Más del 80 por ciento de los estudiantes universitarios que alquilan en Rosario vive en departamentos y, a diferencia de lo que podría suponerse, el 36 por ciento lo habita solo y apenas el 24 por ciento lo hace con un amigo o compañero. Asimismo, en la mitad de los casos, quien es responsable del pago del alquiler de la vivienda no es el propio estudiante, sino un familiar. Tal es así que ante la suspensión de las actividades presenciales en el contexto de la pandemia por el Covid-19, casi el 80 por ciento de los casos no dudó en sostener los contratos pactados, continuaran o no habitando esos espacios. Sin embargo, a la hora de responder qué podría suponer un riesgo para sus estudios, mayoritariamente respondieron que un incremento del precio pactado sería determinante.
La radiografía realizada por la UNR sobre cómo alquilan los universitarios en la ciudad señala también que, por ahora, la nueva ley de contratos de alquiler no tuvo impacto sobre esta población que aún tiene vigentes acuerdos bajo la vieja normativa.
La investigación fue un trabajo conjunto de la Dirección Estadística Universitaria y el Observatorio Económico Social de la UNR y se propuso conocer los procesos de acceso a la vivienda de los estudiantes y, en un segundo plano, indagar sobre el grado de conocimiento y la opinión que tienen sobre la llamada “nueva ley de alquileres” promulgada en 2020, en medio de la pandemia.
Para eso, se realizó una encuesta anónima dirigida a alumnos de carreras de grado de la universidad de las cohortes 2018, 2019, 2020 y 2021 a partir del cual se elaboró el informe “Experiencias de los estudiantes de la UNR en el proceso de búsqueda y alquiler de viviendas”.
El llamado "efecto meme"
Un condimento extra en la convocatoria fue la utilización del correo electrónico para lograr la adhesión de los alumnos y además el envío de un “meme”, que incluso fue el recurso que logró obtener mayor cantidad de respuestas.
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La consulta se difundió por correo electrónico en dos formatos: una invitación formal a participar del estudio y otro redactado en un lenguaje más amigable incluyendo la imagen del popular personaje El Gato con Botas pidiendo “por favor contesta la encuesta”.
El dato no es menor para quienes buscan tener la mayor adhesión posible a estos trabajos si se tiene en cuenta que de las 2.182 respuestas recibidas, más de 1.200 llegaron a partir de la demanda más desestructurada y algo más de 900 a través de la convocatoria formal.
Quiénes y dónde alquilan
Casi respondiendo a las características que tiene el alumnado de las carreras de grado de la UNR, el 67 por ciento de quienes participaron del estudio se identificaron como mujeres, un 32 por ciento como varón y el 1 por ciento con otro género. Así también, en el 94 por ciento de los casos indicaron no tener hijos.
Lo cierto es que el 57 por ciento del total consultado se ve en necesidad de alquilar una vivienda, lo que en números absolutos significan más de 1.240 del total de 2.182 estudiantes, y el 81 por ciento lo hace en un departamento y apenas el 18,6 por ciento en una casa o en una pensión.
La única excepción a ese escenario se produce sobre todo en las facultades de Veterinarias y Ciencias Agrarias, que funcionan en las localidades de Casilda y Zaballa, respectivamente, y donde mayoritariamente los estudiantes alquilan casas.
Y de ese universo, a contramano de lo que podría pensarse, un 35 por ciento de las personas vive sola, un 25 por ciento lo hace con amigos o compañeros y un 21 por ciento con sus padres o hermanos. Y en la mitad de los casos dependen de un familiar para el pago del alquiler —una situación que se da más entre las mujeres que entre los varones— y solo 18 por ciento se hace cargo del pago sin ayuda de terceros.
Un proceso "muy complicado"
Llegar a firmar el contrato de alquiler se da en el 59 por ciento de los casos con la intermediación de inmobiliarias y, entre el 41 por ciento que llegó a un acuerdo directamente con los dueños de las propiedades que habitan, estas son mayoritariamente casas y no departamentos.
Tanto es así que a la hora de caracterizar la búsqueda de vivienda y la gestión de sus alquileres, el 92 por ciento lo refirió. Más del 92 por ciento lo señaló como un proceso “complicado” o “muy complicado”. En un 26 por ciento de los casos refirieron haber tenido que presentar dos garantías propietarias y un 24 por ciento lo hizo sin garantías. Eso sí, más de la mitad tuvo que hacer un depósito además de presentar las garantías.
Lo cierto es que conocen poco y nada la nueva ley de alquileres (70 por ciento); mayoritariamente sus acuerdos están regidos por la vieja normativa.
Si bien durante la pandemia, casi el 80 por ciento mantuvo sus contratos, incluso en muchos casos sin habitar las viviendas, más de la mitad señala que “un incremento” en el precio de los alquileres pondría en riesgo sus estudios. Eso aparece por encima de los cambios de modalidades de las clases, ya que de volver a la presencialidad obligatoria, un 18 por ciento puso en duda su continuidad (sobre todo mayores de 30 años) y lo mismo hizo un 16 por ciento en el caso de que la virtualidad se convierta en la nueva forma de estudiar.