Tres días antes de que Carlos Luciano González apareciera muerto a puñaladas en el predio de una marmolería abandonada donde vivía, un móvil policial se había detenido en el frente. Los policías notaron que una mujer acompañada por dos hombres golpeaba el portón con insistencia y les pareció extraño. En ese momento “don Juan”, como le decían en el barrio Bella Vista, salió a atender y les dijo a los agentes que conocía a la chica y que no había ningún problema. Ese mismo día el hombre de 78 años fue asesinado con 28 puñaladas y además le robaron algunas pertenencias, aunque su muerte recién se descubrió días más tarde. La extraña situación en el portón de Castellanos al 2300 quedó registrada por una cámara de la zona y fue una de las pistas que, sumada al rastreo del celular de la víctima, llevó a la detención de una mujer de 30 años que este lunes fue acusada por el crimen. El fiscal Gastón Avila pidió que sea condenada a 20 años de prisión.
El planteo se presentó en una audiencia previa al juicio oral por el caso que se realizó en el Centro de Justicia Penal. Avila acusó a Maite Anabel Fernández como autora de un homicidio en ocasión de robo. El juez Nicolás Foppiani aceptó el planteo acusatorio y rechazó un pedido de sobreseimiento de la defensa. En una próxima audiencia las partes discutirán las pruebas a tratar en el debate.
Según la reconstrucción de la Fiscalía, del crimen participó otra persona que no fue identificada. Fue el miércoles el 11 de mayo de 2022, cuando entraron a la casa de Castellanos al 2800 y mataron a González a puñaladas. En el ataque se usaron dos armas blancas: un cuchillo tipo tramontina y otro de carnicero. El hombre murió por la graves lesiones torácicas que le causaron una gran pérdida de sangre.
En el barrio le decían “don Juan”. El hombre vivía en la histórica marmolería donde había trabajado gran parte de su vida. Un lugar que cerró luego del homicidio de quien fuera su dueño, Gabriel Ramón Capella, un hombre de 50 años asesinado a puñaladas cuyo cuerpo apareció flotando en aguas del río Paraná el 1º de junio de 2013. Desde entonces el lugar quedó abandonado y González se quedó a vivir en una precaria construcción donde en algún momento hubo oficinas. Al lado había un portón —una de las tres entradas al predio— en ese momento pintado con los colores rojo y negro y un gran escudo de Newell’s.
El viernes 13 de mayo de 2022 una vecina que guardaba el auto en ese lugar se encontró con el portón cerrado con llave desde adentro. Del lugar salía un olor nauseabundo y los vecinos llamaron a la policía. Al llegar los efectivos se encontraron con el cuerpo de Don Juan junto a los cuchillos manchados con sangre. Había un gran desorden y muchas cosas que el hombre acumulaba compulsivamente dentro de ese terreno donde además había basura acumulada entre las pilas de mármoles. “Salía poco de allí y cuando lo hacía era para hacer alguna compra o se iba para el lado de villa Banana, donde él decía que tenía unos amigos y una ahijada”, comentó entonces un vecino a La Capital.
En la recorrida por el lugar los policías observaron que otro portón, que da a calle Viamonte, estaba entreabierto y tenía manchas de sangre. Por lo que levantaron huellas y se llevaron un picaporte. “Por lo que sé el hombre solía traer amigos y algunas mujeres ciertas noches. Pero parece que el miércoles una de esas mujeres se enojó por cuestiones de plata y se fue enojada. Entonces después volvió con dos o tres muchachos que entraron por Viamonte y llegaron hasta la casa de don Juan”, contó otro vecino a este diario.
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En el relevamiento de cámaras se detectó que había una en las inmediaciones que grababa el registro. Así se descubrió que tres días antes, el 11 de mayo alrededor de las 8.30, dos hombres y una mujer habían llegado hasta donde vivía González. Los hombres se escondieron mientras la mujer golpeaba la puerta con insistencia y miraba por el agujero de la cerradura. En un momento pasó un móvil policial y se detuvo en el lugar. A los policías la escena les pareció sospechosa y requisaron a las tres personas, sin encontrar armas.
En ese momento González abrió la puerta y dijo que conocía a la mujer porque solía ir a lavarle la ropa. Cuando los policías se fueron volvió a entrar a la casa y cerró el portón. En las imágenes se aprecia que entonces los dos hombres se fueron pero la chica se quedó mirando a través de la puerta. Luego se retiró caminando hacia Viamonte. Unos cinco minutos después la puerta de ingreso a la casa de la víctima se volvió a abrir. En la filmación se advierte que el hombre estaba discutiendo con la chica, esta vez dentro del lugar. Hubo un forcejeo, la puerta se cerró de golpe y nadie más salió.
Tras el crimen fueron ubicados los policías que habían requisado a las tres personas. Dijeron que no habían dejado constancia escrita de esa actuación pero le habían preguntado a la mujer su nombre, sin pedirle el documento. Este dato llevó a la detención de otra mujer que luego fue desvinculada porque era ajena a la trama. Según las evidencias que expuso el fiscal, lo que sí recordaba uno de los policías es que la chica tenía la dentadura en mal estado, al igual que Maite. En la acusación planteó además que un camionero que iba a descargar mercadería en una empresa a media cuadra escuchó esa mañana que el hombre discutía con una mujer y llamó al 911. Dijo que el hombre gritaba y le decía a la mujer que por favor no le pegara y no lo lastimara.
Otra pista fue el celular robado a la víctima. Se constató que el mismo día del crimen le habían colocado otro chip y fue intervenido. Así se llegó a una casa donde la nueva dueña del aparato dijo que lo había comprado para su nieta. Contó que lo había adquirido el día del hecho a las 15 cuando estaba con su hija jugando en un casino clandestino de la zona oeste. Allí se encontraron con su vecina Maite, que en un momento se quedó sin plata y les ofreció venderles un celular por 1.500 pesos. Les mostró la foto del dueño anterior y les dijo que era su papá. Las mujeres hicieron unas llamadas para comprobar que funcionara y se quedaron con el aparato. En la filmación de calle Castellanos reconocieron a Maite por la forma de caminar.
Según consta en la acusación, en un cuaderno con anotaciones de la víctima se comprobó que tenía escrito un teléfono con el nombre Maite. La titularidad de ese número estaba a nombre de la mujer. Esto, para la Fiscalía, permitió acreditar que se conocían y habían intercambiado llamados en el pasado. Se comprobó además que esta mujer detenida el 2 de septiembre del año pasado ejercía la prostitución y era habitual que don Juan contratara trabajadoras sexuales. En las cámaras se advirtió además que la noche anterior al hecho la mujer acusada había estado una hora en la casa de la víctima, entre las 23.30 y la 0.30. Por esto, se cree que pudieron tener alguna diferencia de dinero y a la mañana siguiente llegó acompañada por dos hombres con el propósito de recuperarlo.