No ocurre sólo en Argentina: en los medios de comunicación de toda América Latina, el tema también brilla por su ausencia. Apenas el 2% de la cobertura mediática dedica líneas y horas de radio y TV al calentamiento global, ese fenómeno atmosférico que avanza sin pausa y que deja a su paso impactos cada vez más devastadores
Tal vez, como ocurre con el clima, que muchas veces se confunde con el estado del tiempo, su mención cotidiana lo vuelve invisible. Pero no estamos ante una conversación banal sobre si lloverá mañana: se están produciendo transformaciones dramáticas en la atmósfera, y con ellas, en los sistemas que sostienen la vida en la Tierra. Lo que hoy damos por sentado podría cambiar para siempre.
Desde 2010, cada año rompe un récord de temperatura y los impactos, especialmente en nuestros países, son innegables. En Argentina, los impactos del cambio climático se sienten sobre el territorio y sobre las personas. Los incendios forestales en la Patagonia, arrasaron miles de hectáreas de bosque y destruyeron los hogares de decenas de personas que todavía siguen viviendo en carpa. La tragedia que azotó Bahía Blanca con una lluvia extrema y torrencial dejó 18 muertos, y en el último año el país registró la peor anomalía térmica de América del Sur, con una suba promedio de casi 1°C, según la Organización Meteorológica Mundial.
¿Cómo es posible que los medios de comunicación masivos no cuenten con crónicas, análisis o reportajes sobre las causas y las consecuencias de estos hechos que son incontrastables?
Una de las respuestas posibles es que no se termina de hacer la conexión entre las causas del cambio climático, provocado mayormente por la quema de los combustibles fósiles, y las pérdidas humanas, sociales y económicas que sus impactos generan. A eso se suma una ola de negacionismo y desinformación que alimenta la parálisis. Pero es urgente entender que las decisiones que impactan en el clima tienen que ver con la economía, con los recursos estratégicos de nuestras comunidades, con la forma en que vivimos, con nuestros derechos y nuestra forma de vida.
La semana próxima, la Corte Interamericana de Derechos Humanos se pronunciará sobre la responsabilidad de los Estados frente a los efectos del cambio climático, como el aumento de fenómenos meteorológicos extremos, la inseguridad alimentaria y el desplazamiento forzado. Se espera que el tribunal internacional establezca la importancia de la prevención como un elemento central de la política de protección del ambiente, dado que los daños ambientales, muchas veces, son irreversibles.
¿Podrá la justicia cambiar esta inercia de ignorar que es urgente trabajar en la adaptación y que las políticas públicas estén a la altura de las circunstancias? ¿Serán los potenciales juicios a Estados y empresas lo que pondrá en la agenda de noticias al tema? Son preguntas que no tienen respuesta aún. Las muertes, los ecocidios en regiones claves como la Amazonía o el Gran Chaco, las luchas de defensores ambientales que han dado su vida, la degradación territorial provocada por el extractivismo... Nada de esto ha logrado conmover con fuerza a los medios.
El cambio climático es el elefante en la habitación. La historia evidente que los medios prefieren ignorar.