La comunidad de la iglesia Nuestra Señora de Itatí en Las Flores se asustó al ver una creciente cortina de humo saliendo por la puerta de la parroquia. Un desperfecto técnico en el equipo de sonido originó un incendio que generó fuertes daños en el inmueble donde se congregan los vecinos de esta zona y del barrio San Martín Sur.
Eran las 14 del pasado jueves y parecía un día normal de actividades en la iglesia de Flor de Nacar y Heliotropo, en barrio Las Flores, en el extremo sur de Rosario. Sin embargo, el equipo de audio con el que cuenta la parroquia se averió y sobrecalentó el sistema eléctrico, haciendo explotar el mueble que lo contiene, reventando vidrios y provocando un fuego que fue comiendo las paredes. Con las puertas abiertas, el humo no tardó en salir y alertó a todos los vecinos y niños que jugaban en la plaza central del barrio.
Si bien el fuego se pudo controlar rápido y no hubo heridos, la parroquia quedó dañada. Restos de hollín, cenizas, pérdida de materiales, suciedad y el susto del barrio fueron las consecuencias para la parroquia que es el epicentro del barrio Las Flores y San Martín Sur. “Tenemos que reponer el equipo de sonido, los accesorios, arreglar los daños en la mampostería, filtraciones en el techo, los vidrios y la pintura y por eso pedimos colaboración a la comunidad”, dijo el padre Javier en La Red Rosario y dejó el Alias ITATIROSARIO como medio para ayudar.
Una iglesia abierta al barrio
Además de su actividad religiosa, la parroquia Itatí de Rosario tiene a su cargo seis instituciones educativas, entre primarias, secundarias, una escuela especial, un EMMPA con relación con la Asociación Civil del Padre Misericordioso, un centro de vida y un centro de niñez, que recibe a diario unos 50 menores.
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La Itatí, como se la conoce en el barrio, tiene una amplia tarea en asistencia alimentaria y cuidado de los niños y niñas, sumado a los trabajos en educación y deportes. Su influencia en dos barrios le permite tener un panorama y palpar la situación social de primera mano: “Los chicos prácticamente viven en la parroquia y la demanda alimentaria cada vez es más grande. Tanto en lo alimentaria como en actividades porque los chicos están muy sueltos en las calles y las familias no dar abasto porque tienen más de un trabajo para poder llenar la olla”, afirmó el padre Javier.
“Si le cuesta a la clase media estar con los chicos, muchísimos más a las familias del barrio”, completó el párroco y destacó que “siempre se logran los objetivos”, pero la dificultad de la prevención está en su medición ya que “está apoyada en supuestos”.
El panorama y los resultados al cual se aferran los actores sociales como el padre Javier y la comunidad de la iglesia Itatí se respalda con preguntas: “¿Qué hubiera pasado si un chino no hubiera participado de esto? No lo podemos decir ni medir en número, pero evidentemente la articulación entre instituciones del Estado y la sociedad civil logran muchas cosas”.
El “no alcanza” es un pensamiento recurrente. No saber si “el bien va más rápido que el mal o viceversa”, es otro, pero Javier aseguró que el trabajo en el barrio donde las crónicas policiales lo estrechan con la familia Canteros “evidentemente funciona” el trabajo social. “Todo lo que podamos hacer para acercarnos a los chicos es beneficioso para ellos y es prevención”, concluyó.