El estreno de la serie “El Eternauta” en Netflix es el tema del momento en la cultura argentina. La producción está basada en la novela gráfica homónima de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López, pero también está ligada a la oscura época de la última dictadura militar. La historieta es considerada un clásico de su género y fue reconocida internacionalmente, por lo que desde hace varios años que los fanáticos esperaban que la aventura desesperada de Juan Salvo, interpretado por Ricardo Darín, llegue a las pantallas de todo el mundo. Esta historia carga además con un triste final ligado a la familia Oesterheld, que fue destruida por la dictadura militar.
Afiches de la serie dirigida por Bruno Stagnaro empapelaron en los últimos días la Ciudad de Buenos Aires y fueron intervenidos por mensajes anónimos, volantes con los rostros de Oesterheld y sus cuatro hijas: Diana, Beatriz, Estela y Marina. Cinco integrantes de la familia fueron desaparecidos y asesinados, aunque solamente se pudo recuperar un cuerpo. Además, hubo dos niños nacidos en cautiverio de los cuales se desconoce destino.
La historia de Héctor Oesterheld
Héctor Oesterheld nació el 23 de julio de 1919 en Buenos Aires y, años más tarde, se recibió como geólogo en la UBA, pero encontró su verdadera pasión en la escritura y el cómic. El cuento “Truila y Miltar” despegó su carrera literario en 1943 y tiempo después, alrededor de 1950, fundó la Editorial Frontera, donde dio vida a otros personajes icónicos como Bull Rockett (1952) y el Sargento Kirk (1953).
En esa misma editorial, a través de la revista Hora Cero, dio paso a “El Eternauta”, obra que con el tiempo comenzó a tomar un compromiso político cada vez mayor. La editorial cerró en los ‘60, pero Oesterheld continuó creando otras historietas de gran reconocimiento como “Mort Cinder” y “La guerra de los Antartes”.
Víctima de la dictadura militar
Unos años después, Oesterheld se sumó a la organización política Montoneros. Logró finalizar “El Eternauta II” desde la clandestinidad, con dos versiones (1969 y 1976) que exhibían un contenido político manifiesto. La militancia de Oesterheld y sus cuatro hijas les costó la vida en manos de la dictadura militar, que los secuestró y desapareció. Al momento del secuestro, dos de las hijas estaban embarazadas y, se supone, dieron a luz durante el cautiverio, pero se desconoce el destino de los bebés.
En primera instancia, Beatriz fue secuestrada en junio de 1976 junto a su pareja y, en agosto, Diana fue raptada en Tucumán mientras cursaba un embarazo, pero asesinaron al padre de su hijo, que entonces tenía solamente un año.
Un año más tarde, el primero de julio de 1977, Estela intentó huir del secuestro pero fue baleada y llevada a un hospital, desde allí no se supo más nada de ella y su pareja también fue asesinada. En noviembre de ese año, Marina también fue asesinada junto a su esposo mientras llevaba ocho meses de embarazo.
Poco antes, el 27 de abril de 1977, Oesterheld fue secuestrado en La Plata, pero pasó un tiempo detenido en diversos centros clandestinos de tortura y exterminio. Se menciona que, entre ellos, pasó por El Vesubio, El Sheraton (conocido como Embudo) y Campo de Mayo.
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Las hijas de Héctor Oesterheld junto a su madre, Elsa Sánchez.
La soledad de Elsa Sánchez, madre y esposa de las víctimas
Elsa Sánchez era esposa de Héctor y madre de las cuatro jóvenes. Sufrió la desaparición y muerte de su familia y, en los últimos años de su vida, se convirtió en una ferviente militante de la memoria. Las escritoras Fernanda Nicolini y Alicia Beltrami retrataron esta historia en el libro “La familia aniquilada por la dictadura”, que fue premiado en 2016.
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Este escrito recoge el testimonio de Elsa, quien resumió su historia: “Mi nombre es Elsa Sánchez de Oesterheld y soy la mujer de Héctor Germán Oesterheld, famoso en el mundo por haber escrito la historieta El Eternauta. En la época trágica de este país desaparecieron a mis cuatro hijas, mi marido, mis dos yernos, otro yerno que no conocí, y dos nietitos que estaban en la panza. Diez personas desaparecidas en mi familia. Pero prefiero recordar los años en los que fui feliz”.
Además de haberse vinculado al trabajo de las Abuelas de Plaza de Mayo, Elsa y sus nietos sobrevivientes lograron extender el legado de Oesterheld, donando escritos y proyectos para conmemorar su vida y su arte.