“Lo que nos pasó fue mágico”, dijo Luciano Abiad. Del otro lado de la línea, su hermano mayor Andrés aportó: “Me siento con mucha paz y tranquilidad, como si empezara a vivir una segunda vida, y ese es un mensaje que vale la pena trasmitir”. Ese podría ser corolario de un duro trance familiar que comenzó a escribirse en 2019 cuando a Andrés le detectaron una patología renal irreversible y que tuvo el punto más intenso el sábado pasado cuando se realizó la operación de trasplante en la que Luciano le donó un riñón a Andrés.
Fue una intervención exitosa que suma un capítulo más a las historias de vidas que se prologan en base ese gran gesto de amor que es la donación de órganos. Este caso también es especial porque fue un donante vivo, que es hermano menor del receptor. Andrés, quien se desempeñó durante muchos años como periodista deportivo en LT8 y hoy trabaja en la empresa productora de espectáculos de la familia, y Luciano, o Lucho, se cruzaron en línea en la radio para contar lo que vivieron junto a familia.
Andrés habló desde la habitación del sanatorio donde se llevó a cabo el trasplante. Según contó le quedan 24 o 48 más de internación y controles antes de recibir el alta médica. Lucho, en tanto, lo hizo desde su casa porque los médicos ayer mismo lo autorizaron el regreso debido al óptimo estado en quedó tras la operación que duró cuatro horas y media. En diálogo con “El primero de la mañana”, Andrés abrió el juego: “Estoy un poco más tranquilo, un poco dolorido, pero bien, ahora tirado en una cama del Sanatorio de la Mujer, donde me tratan de primera y recuperándome bien. Tomo mucha medicación. En lo que va de la mañana tomé cinco pastillas y me aplicaron seis inyecciones. Ahora viene una etapa de inmunodepresión, para que mi cuerpo no rechace el órgano que no es de mi cuerpo”.
La historia que derivó en el trasplante realizado el sábado arrancó en 2019. Andrés recordó: “Comencé con cansancios reiterados. Me hicieron una biopsa renal, muy dolorosa, que determinó que tenía patología llamada mefropatía por IGA. Lo llevé bien hasta hace un año y medio cuando volví a entrenar mucho para competir en paddle. Me di cuenta de que estaba muy cansado. Me hice análisis que me dieron muy mal. A partir de eso llegué a enero del año pasado en que tuve que empezar con una dieta nefroprotectora, con muchas restricciones alimentarias de proteínas animales, de sales. Empecé una vida privada de las costumbres habituales que tenía”.
La noticia del trasplante
El panorama se complicó en forma dramática durante una gira muy larga, acompañando a Abel Pintos y Miranda, en la que Andrés tuvo un edema en las piernas. “Cuando volví pusieron un catéter subclavicular para empezar a dializarme. Recibir la noticia de que necesitaba un trasplante al principio fue un mazazo de dimensiones inconmensurables. Plantarlo a mis hijos, hablar con mis padres y con mis hermanos. Ante todo esto, el mensaje que podría transmitir a alguien es las enfermedades hay que hablarlas. El que se queda con todo adentro, me da la sensación de que explota”. Sostuvo.
Embed - RECIBIÓ UN RIÑON DE SU HERMANO - ANDRÉS Y LUCHO ABIAD
“A partir de ese momento siempre busqué el hombro de mis amigos y familiares. Y así fue como enseguida mis tres hermanos me dijeron que estaban en lista. Para esas operaciones, se busca a familiares por el mapa genético. Además hay particularidades en la ley argentina dice que tiene que ser un familiar primario, sino hay que ir a un juicio y cumplir con cuestiones burocráticas para que la Justicia entienda que no hay intención de lucrar”, añadió.
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Andrés describió el momento en que quedó claro que la salida que ofrecía menos riesgos era un trasplante de riñón de parte de alguno de sus hermanos. “Es un momento de mucha emoción, incertidumbre, de mucho miedo para el donante también. Es un mundo nuevo, nadie sabe bien de qué se trata. Nadie sabe bien cómo es la vida post trasplante para el que recibe y para el que dona. Hay una fluctuación de sensaciones, pero mis tres hermanos fueron bastante decididos. Fuimos a Buenos Aires, a un instituto modelo en análisis renales. Nos sometimos a un estudio que se llama crossmatch para ver si mi sangre tenía compatibilidad con la de ellos. A partir de ese momento se decidió cuidar al hermano más sano, Lucho. Y eso fue muy fuerte, porque este sábado yo entré enfermo al quirófano, pero mi hermano Lucho entró sano y eso es una responsabilidad muy grande”.
Cuando se le dio el pie para que Lucho interviniera en la charla desde su casa donde guarda reposo, Andrés lo atajó con una humorada: “Funciona bien el riñón, quedate tranquilo, porque me podrías haber dado uno fallado...” Sonrisas de lado, Lucho rememoró el momento en que recibió la noticia de que Andrés sufría una patología renal muy grave que solo se contrarrestaba con un trasplante.
Prepararse para ser donante
“Yo estaba de viaje con amigos por la Patagonia. No lo podía creer. Por ahí pensás que nunca te va a pasar. Y en ese momento me comentó lo de la donación y desde ese primer instante en que me lo contó supe que quería ser donante o por lo menos una opción. Llamé a un médico amigo y le pregunté que había que hacer para ser un buen donante. Me dijo principalmente no fumar y no tener sobrepeso. Entonces dejé de fumar en el mismo viaje. Y así empecé a prepararme para llegar a ser el mejor donante. Bajé unos 30 kilos. Estaba tranquilo, siempre estuve tranquilo. El problema para enfrentar era más fuerte de lo que podía dolerme los cambios de hábitos. Cambiar formas de vida es algo insignificante en relación con dar vida a un hermano. Entré al quirófano tranquilo y seguro, y aún estoy de la misma manera. Estoy contento y orgulloso de mi mismo. Es mágico lo que nos pasó”.
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Andrés agregó que este trance de salud lo hizo ver la vida con otros ojos. “Estoy agradecido y honraré a este riñón de acá hasta que me muera. Y lo haré aprendiendo a vivir de otra manera, sabiendo que hubo alguien que se jugó por mí y además porque también se que podrían haber sido mis otros hermanos los donantes”.
Luciano dijo que de ahora en más no esquivará el desafío que impone también su nueva vida con un riñón menos. “Me voy a cuidar con las comidas, haciendo deporte, no tomando alcohol, ni fumar. Todos los cuidados que tendré en la vida no significan nada puestos en la balanza en relación con lo que hice para ayudar a mi hermano”. Los hermanos Abiad también coincidieron en el amparo familiar que tuvieron al enfrentar todo el proceso, y Andrés agregó: “Me siento con mucha paz y tranquilidad, como si empezara a vivir una segunda vida. Ese es un mensaje que vale la pena trasmitir. Porque puede haber un montón de gente que no se anime o tenga miedo o prejuicio. Por lo menos, en mi caso y el de Lucho salió todo bien”.
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Y Lucho subrayó: “En el momento en que te pasa algo así, es muy importante el apoyo que tenés alrededor. Mis padres tuvieron enfrentar la situación de dos hijos en una cirugía. El lugar de la familia fue único, ni hablar de mi esposa, siempre me apoyó y sostuvo, y de mis hijos. Hoy a la larga gané mucho más de lo que perdí. Es probable que tenga que vivir con un solo riñón, pero tuve un cambio personal que me hace disfrutar y a valorar cada minuto como si fueran los últimos”.