Sol estuvo casi diez años volando desde Rosario sostenida por subsidios estatales. La aerolínea local que dejó de operar hace diez días arrancó sus rutas en 2006 en base a un aporte de la provincia de Santa Fe. Luego recibió fondos de Buenos Aires, Entre Ríos, San Luis y jurisdicciones patagónicas. Hasta que el año pasado percibió enormes recursos del Estado nacional. Caído ese convenio se tornó inviable. En el medio, según los conocedores del sector, el grupo Transatlántica incurrió en desmanejos, impuntualidades, cancelaciones y tuvo baja ocupación en sus vuelos. El golpe de gracia fue el accidente de 2011, con 22 muertos, que afectó fuerte su imagen.
El viernes 15 de enero pasado la aerolínea Sol canceló sus vuelos, desde y hacia el aeropuerto internacional de Rosario. Para la mayoría, incluidos sus propios empleados y pasajeros que habían adquirido pasajes con anticipación fue una medida sorpresiva.
Sin embargo, para los conocedores del mercado aeronáutico local, fue la concreción de un desenlace anunciado. Por lo bajo, sin exponer públicamente las razones, todos los consultados por LaCapital coincidieron en que la situación de la compañía estaba "atada con alambres" desde hacía tiempo.
Varias fueron las razones mencionadas por las fuentes sondeadas por este diario para explicar los problemas de Sol. "Desde que arrancó estuvo muy atada a subsidios estatales, de provincias y la Nación, tanto que cuando dejó de recibirlos se tornó inviable", dijo un operador del sistema.
De hecho, Sol nació a raíz de un acuerdo con el Estado santafesino. En 2005, el entonces gobernador Jorge Obeid suscribió un convenio con la familia Angeli, controlante del grupo Transatlántica, a través del cual la provincia otorgó un subsidio de 8 millones 900 mil pesos para los primeros tres años de operatoria. A cambio, la firma se comprometió a desembolsar 4 millones de dólares.
"Esto es producto de una concepción política que tenemos, porque para desarrollar la provincia, el Estado tiene que tener presencia y protagonismo", señaló Obeid, cuando la Legislatura debatía el proyecto que después terminó sancionado a fines de 2005.
Finalizado el aporte del Estado santafesino, Sol gestionó con gobernadores de distintas provincias recursos para mejorar su situación financiera. A cambio, los mandatarios tramitaron la llegada de vuelos a destinos que carecían de conectividad.
Así, Sol cerró convenios con Entre Ríos para volar a Paraná, con la provincia de Buenos Aires para llegar hasta Tandil, con el gobierno de San Luis para hacer lo propio hasta Mercedes y con provincias patagónicas para llegar a Comodoro Rivadavia, en Chubut.
"Arrastraba muchas cancelaciones e impuntualidades que para los usuarios aéreos son clave al momento de elegir una compañía. Y tenía un esquema de rutas y operaciones muy ambicioso, por encima de lo que podía brindar", agregó un operador local.
Las dificultades se agudizaron en 2011, tras el accidente en Río Negro que dejó 22 víctimas fatales. El impacto del siniestro para la firma local fue más que significativo. (ver páginas 7 a 9)
Para peor, en enero de 2013 un avión de la compañía despistó en Mendoza, generando pánico entre los pasajeros, y reavivando viejos temores sobre el funcionamiento de sus naves.
En el medio, la reestatizada Aerolíneas Argentinas empezó a tener más y mejor conectividad en los vuelos de cabotaje. Y puso a Rosario como una de sus rutas principales.
"Aerolíneas mejoró muchísimo su performance, adquirió aviones nuevos y empezó a cumplir con puntualidad sus horarios. La mayoría de las rutas que Sol operaba también las tenía Aerolíneas y la gente se volcó hacia allí en detrimiento de Sol", indicó un conocedor del mercado.
En diciembre de 2014, la compañía despidió a 20 pilotos y desató un conflicto que tuvo alto impacto nacional. En la cuenta regresiva hacia las elecciones presidenciales del año pasado, el kirchnerismo intervino para evitar que cayera una línea aérea de capitales nacionales.
El 22 de agosto del año pasado, a través de un convenio de código compartido, la línea aérea de bandera se comprometió a pagarle a Sol una suma fija mensual en dólares más el costo del combustible.
Según difundió la prensa porteña, una de las cláusulas le aseguraba a la empresa rosarina una ganancia en dólares del 12 por ciento de los costos de explotación.
La flamante conducción de Aerolíneas que lidera Isela Constantini y del Ministerio de Transporte de la Nación dieron de baja ese polémico convenio. Ya sin el paraguas del Estado, horas después Sol dejó de volar. Ahora busca un comprador para estar nuevamente en el aire.